«Por el perenne sendero de la historia, el que solo cubren los elegidos, se va Ciro Redondo, amigo sin par, revolucionario sin tacha», así escribió Ernesto Che Guevara cuando supo de la muerte en combate del joven artemiseño que acompañó a Fidel Castro en el asalto al Cuartel Moncada, la prisión, en México, el desembarco del Granma y la guerra de liberación en la Sierra Maestra.
Hace 67 años. el 29 de noviembre de 1957, cayó en combate Ciro Redondo García cuando tenía solo 26 años y ya era capitán del Ejército Rebelde, al combatir al frente de sus hombres para cortarle la retirada al oficial batistiano Ángel Sánchez Mosquera y su columna en Malverde, en la Sierra Maestra.
Años después, en Pasajes de la guerra revolucionaria Che escribiría: «A media tarde, se oyó un prolongado tiroteo sobre la parte superior de la posición y, más tarde, me llegaba la triste noticia: Ciro Redondo, tratando de forzar las líneas enemigas, había sido muerto». Malverde está ubicado a unos 22 kilómetros de la costa y mucho más alejado hacia el sudeste se halla la playa de Mar Verde, en el municipio de Guamá, actual provincia de Santiago de Cuba.
Tras retirar sus fuerzas hacia El Hombrito, Che escribiría en su libro: «La pesadumbre era grande, se aunaba el sentimiento de no haber podido aprovechar la victoria contra Sánchez Mosquera y la pérdida de nuestro gran compañero Ciro Redondo. Envié entonces una carta a Fidel proponiendo su ascenso póstumo».
En ese mensaje, Che explicaba a Fidel que «Ciro murió de un balazo en la frente, en una acción realmente heroica... había conseguido que su tropa lo admirara y siguiera. Fue un gran compañero y sobre todo, uno de los inconmovibles puntales en cuanto a obsesión de lucha».
Días después, el periódico El Cubano Libre desde la Sierra Maestra publicaba el 2 de diciembre un comunicado del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz donde informaba que «considerando las virtudes de valor, disciplina y capacidad de mando del capitán Ciro Redondo y su heroica muerte en combate», se decretaba «su ascenso póstumo al grado de comandante del Ejército Revolucionario desde esta fecha que marca el primer aniversario de la gesta libertadora».
No por casualidad, cuando por orden de Fidel se formó la columna invasora número 8, que dirigiría el Che para llevar la lucha del Movimiento 26 de Julio al resto del país, sería el nombre de Ciro Redondo quien identificaría a la tropa rebelde que daría el golpe final a la dictadura con la toma de Santa Clara.
Este Patriota Insigne de Artemisa, nació en esa ciudad del occidente cubano el 9 de diciembre de 1931, hijo de Evaristo Redondo Tejeiro y Clara García Rodríguez. Sus primeros estudios fueron en una escuela particular y posteriormente pasó a la Academia Pitman donde se graduó en mecanografía y teneduría de libros. A inicios de 1951 comenzó a trabajar en la tienda de la Casa Cabrera.
Con el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 dado por Fulgencio Batista, se incrementó la actividad revolucionaria en Artemisa, y Ciro fue, junto a Ramiro Valdés y otros compañeros, los escogidos por Fidel luego de su entrenamiento para asaltar el Cuartel Moncada. Al fracasar la acción pudo salir de Santiago de Cuba junto a otros cinco combatientes, entre los cuales estaban Julio Díaz y Marcos Martí. Llegaron hasta las cercanías de la playa Siboney en un jeep y luego tomaron cada uno por un rumbo distinto. Una familia los escondió en una cueva donde permanecieron cuatro días, pero un campesino los delató y fueron capturados por el ejército. Cuando eran trasladados por la carretera, Marcos Martí fue asesinado por la espalda y Ciro golpeado. Uno de los guardias no permitió que fuera ultimado allí, por lo que salvó su vida.
Sometido a juicio, fue condenado a diez años de prisión y trasladado al Reclusorio Nacional de la Isla de Pinos junto al resto de los asaltantes al Moncada y amnistiado por la presión popular el 6 de mayo de 1955. A principios de 1956, Ciro fue detenido nuevamente bajo la acusación de repartir los primeros manifiestos que llamaban de nuevo a la lucha y estuvo 32 días en presidio, para luego salir con libertad provisional pero con prohibición de regresar a su casa.
El 20 de marzo del 1956 embarcó en el vapor Covadonga rumbo a México. Allí se reunió con Fidel y otros combatientes en los preparativos de la expedición para regresar a Cuba. En junio de ese mismo año fue detenido en México junto con la dirección del Movimiento 26 de Julio y pasó varios días en la cárcel. Después de ser liberados continuaron en los preparativos, hasta que el 26 de noviembre partieron de Tuxpan en el yate Granma y desembarcaron el 2 de diciembre de 1956 por la costa sur de la provincia de Oriente.
Sobreviviente de la emboscada del ejercito de la dictadura en Alegría de Pío, Ciro fue uno de los doce expedicionarios que lograron reunirse con Fidel para iniciar la lucha por la libertad de Cuba cuando exclamó: “Ahora sí ganamos la guerra.”. En los primeros combates en la Sierra Maestra se destacó en La Plata, Arroyo del Infierno, Altos de Espinosa, El Uvero, Bueycito, El Hombrito, y el primer ataque a Pino del Agua. Por su valor y condiciones excepcionales de mando se ganó los grados de capitán y de formar parte del Estado Mayor del naciente Ejército Rebelde, méritos que le hicieron ganar el respeto del Che Guevara, quien, tras la caída de Ciro indicó poner en el lugar de su caída: “Enemigo, respete esta muestra de dolor por un adversario digno”.
Al triunfo de la Revolución los padres de Ciro inician la gestión para el traslado de los restos del combatiente a Artemisa. De cuya provincia es actualmente Patriota Insigne. Sus restos se encuentran en la Cámara mortuoria del Mausoleo a los Mártires de Artemisa, monumento inaugurado el 16 de julio de 1977.