
Con su sencillez característica y hablar amable, la Heroína de la Revolución en la Sierra y el Llano, Vilma Espín Guillois, cumpliría 95 años este 7 de abril y dejó una huella indeleble en las nuevas generaciones de cubanos, en especial en las mujeres por cuya emancipación y desarrollo luchó toda su vida.
Mujer de acción y pensamiento, de firmeza y fidelidad inquebrantable, su nombre estará siempre vinculado a la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) que fundó el 23 de agosto de 1960 y guio como su Presidenta hasta su muerte, pero también está en la obra de la Revolución consagrada al servicio de la nación que contribuyó a liberar y forjar.
Pudiera parecer un deber elemental la lucha por la igualdad de la mujer, para quien no conozca las de miles de mujeres que en todo el mundo han ofrendado sus vidas por la conquista de ese derecho. En Cuba tenemos la suerte de remontarnos al valor y la entereza de Mariana Grajales, la visión anticipadora de Ana Betancourt, la intrepidez y pasión de revolucionaria de Haydée Santamaría, Melba Hernández y Celia Sánchez, de las integrantes del pelotón femenino en nuestra Guerra de Liberación, y tantas mujeres que en estos 66 años de Revolución han estado siempre en primera fila.
Entre esas mujeres ejemplares está Vilma Lucila Espín Guillois, quien heredó la rebeldía de la ciudad de Santiago de Cuba, donde nació el 7 de abril de 1930, y cuyos habitantes la refugiaron en sus casas para que las fuerzas represivas de la tiranía no pudieran dañarla en los tiempos convulsos de lucha contra la tiranía de Batista, cuando se convirtió en el brazo derecho de Frank País García, jefe nacional de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio.
Fue Vilma la misma joven elegante, de voz exquisita en la coral de la Universidad de Oriente, donde se graduó de ingeniera química, una de las dos primeras mujeres que en Cuba alcanzaban ese título, y una destacada activista en las protestas contra la tiranía organizadas por la Federación Estudiantil de esa Universidad (FEU). Fue también la joven que supo convertirse en audaz combatiente clandestina con el seudónimo de Deborah, en guerrillera del II Frente Oriental Frank País cuando su vida corrió extremo peligro en la insurrección urbana, pero cuyo accionar siguió coordinando en la antigua provincia de Oriente desde las montañas de la Sierra Cristal. Luego del triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959, esa joven se convirtió en el cuadro íntegro, de solidez ideológica a toda prueba, capaz de fraguar virtudes en quienes la rodearon y cumplir todas las tareas a ella encomendada.
Desde muy joven asumió posiciones políticas revolucionarias, participando activamente en manifestaciones estudiantiles luego del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952. Fue desde entonces inseparable colaboradora del líder revolucionario oriental Frank País, militando en las organizaciones clandestinas fundadas por él en la lucha contra la dictadura batistiana, hasta que, formando parte de la entonces Acción Nacional Revolucionaria, sus integrantes se sumaron a las filas del Movimiento 26 de julio.
Insertada en los preparativos de la nueva etapa de lucha y luego de concluir un curso de postgrado en Estados Unidos, por orientaciones de la Dirección del Movimiento 26 de julio, hizo escala en México para entrevistarse con Fidel Castro y recibir sus instrucciones y mensajes para los combatientes que se hallaban en la clandestinidad en Cuba.
Bajo las órdenes directas de Frank participó en el alzamiento armado de Santiago de Cuba el 30 de noviembre de 1956, en apoyo a los expedicionarios del yate Granma, convirtiendo su vivienda, después de esta acción, en cuartel general del movimiento revolucionario clandestino en Santiago de Cuba
En los momentos más difíciles de la guerrilla dirigida por Fidel Castro, en febrero de 1957 marchó al encuentro de ésta en la Sierra Maestra en compañía de Frank País, Faustino Pérez y otros miembros de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio, para coordinar el apoyo desde el llano, y guiar al periodista del New York Times, Herbert Matthews, a un encuentro con Fidel. La publicación de la entrevista que el periodista hiciera al líder de la guerrilla echaría por tierra la propagada batistiana basada en su supuesta muerte.
Como integrante de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de julio, poco antes de ser asesinado Frank País fue nombrada por él Coordinadora Provincial de la organización clandestina en la provincia de Oriente, labor que desempeñó con particular capacidad y valentía hasta que, ante el acecho y la persecución constantes, se incorporó al Ejército Rebelde, en junio de 1958, convirtiéndose en guerrillera del Segundo Frente Oriental Frank País y eficaz coordinadora del movimiento clandestino de Oriente con el territorio del Frente.
Al triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959 encabezó la unificación de las organizaciones femeninas, constituyendo la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) de la que fue su presidente fundadora y a la cual se consagró con singular empeño hasta el último minuto de su vida.
En los primeros tiempos del triunfo revolucionario contrajo matrimonio con el entonces Comandante (hoy General de Ejército) Raúl Castro Ruz, con quien procreó una familia de cuatro hijos.
Integró el Comité Central del Partido Comunista de Cuba desde su fundación en 1965, condición en que fue ratificada en todos sus Congresos. En 1980, en ocasión del Segundo Congreso del Partido Comunista de Cuba, resultó electa miembro suplente del Buró Político del mismo, y en el Tercer Congreso fue promovida a miembro efectivo de esa instancia de dirección, responsabilidad que desempeñó hasta 1991. Fue Diputada a la Asamblea Nacional desde su primera legislatura y miembro del Consejo de Estado desde su constitución.
Vilma Espín presidió desde su creación la Comisión Nacional de Prevención y Atención Social, y la Comisión de la Niñez, la Juventud y la igualdad de derechos de la Mujer, de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Por sus relevantes méritos recibió múltiples condecoraciones, títulos y órdenes nacionales e internacionales, entre las que se destaca el título honorífico de Heroína de la República de Cuba.
Murió en La Habana el 18 de junio de 2007, debido al agravamiento de una enfermedad que la aquejaba desde hacía algún tiempo. Sus restos descansan en el Mausoleo del Segundo Frente Oriental Frank País, lugar histórico situado en las estribaciones de la montaña de Mícara donde reposan los combatientes fallecidos de este Frente guerrillero.
En homenaje a su memoria, tal vez bastaría decir que no sería posible escribir la historia de la Revolución Cubana sin mencionar la destacada participación de Vilma en todas sus etapas hasta su muerte.