
Quien tuvo la oportunidad de conocerla u oírla hablar, seguramente lo primero que apreciaría era su dulzura, el trato exquisito y la sencillez, pero su firmeza, la capacidad conspirativa de una mujer que dirigió la lucha clandestina en Oriente, su valentía en la guerra y los méritos en la paz, que todo junto la hicieron Heroína de la República de Cuba, eran claves de su gran carisma.
Algunos la conocieron como Deborah en la clandestinidad, otros como Vilma en la universidad primero y luego en la Sierra Maestra y el Segundo Frente Oriental Frank País, pero para el pueblo de Cuba, su nombre estará siempre asociado a la fundación de la Federación de Mujeres Cubanas, a la que Vilma Espín Guillois, desde su máxima dirección, se consagró con singular empeño hasta el último minuto de su vida.
Un 18 de junio del 2007, hace 16 años, falleció en La Habana a la edad de 77 años, debido al agravamiento de una enfermedad que la aquejaba desde hacía algún tiempo. Sus restos descansan en el Mausoleo del Segundo Frente Oriental Frank País, donde desarrolló una importante labor en tareas militares y civiles para la consolidación del frente guerrillero como un Estado Insurgente, dirigido por el entonces comandante Raúl Castro Ruz, con quien contrajo matrimonio luego del triunfo, el 26 de enero de 1959, y fundó una familia de cuatro hijos.
Nació en Santiago de Cuba el 7 de abril de 1930, en el seno de una familia que se distinguía por la solidez de sus valores éticos que orientaron la formación de sus seis hijos. Su ingreso a la recién creada Universidad de Oriente marcó el inicio de una etapa decisiva en el afianzamiento y desarrollo de sus ideas políticas y su activismo en la Federación Estudiantil Universitaria la distinguieron entre la más avanzada juventud combatiente de su época. Se gradúa de ingeniera química industrial, siendo una de las dos primeras mujeres graduadas en Cuba en esa carrera.
Luego del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 se convirtió en inseparable colaboradora del líder revolucionario oriental Frank País, militando en las organizaciones fundadas por él en la lucha contra la dictadura batistiana, hasta que, formando parte de la entonces Acción Nacional Revolucionaria, sus integrantes se sumaron a las filas del Movimiento 26 de Julio.
Insertada en los preparativos de la nueva etapa de lucha y luego de concluir un curso de postgrado en Estados Unidos, por orientaciones de la Dirección del Movimiento hizo escala en México para entrevistarse con Fidel Castro y recibir instrucciones y mensajes para los combatientes en la clandestinidad en Cuba.
Bajo las órdenes directas de Frank participó en el alzamiento armado de Santiago de Cuba el 30 de noviembre de 1956, en apoyo a los expedicionarios del yate Granma –que finalmente se retrasó dos días-- convirtiéndose su vivienda, después de esta acción relevante, en cuartel general del movimiento revolucionario en Santiago de Cuba.
En los momentos más difíciles de la guerrilla, en febrero de 1957, subió a la Sierra Maestra en compañía de Frank País, Faustino Pérez y otros miembros de la Dirección Nacional del M-26-7 para coordinar el apoyo desde el llano, y guiar al periodista del New York Times, Herbert Matthews a la presencia de Fidel. La publicación de la entrevista que el periodista hiciera al líder de la guerrilla echaría por tierra la propagada batistiana basada en su supuesta muerte y eliminación del naciente Ejército Rebelde.
Como integrante de la Dirección Nacional del Movimiento, poco antes de ser asesinado Frank País fue nombrada por él Coordinadora Provincial de la organización clandestina en la provincia de Oriente, labor que desempeñó con particular capacidad y valentía hasta que, ante el acecho y la persecución constantes de la dictadura, se incorporó al Ejército Rebelde, en junio de 1958, convirtiéndose en guerrillera del Segundo Frente Oriental Frank País como eficaz coordinadora del movimiento clandestino de Oriente con ese territorio y con la gran responsabilidad del abastecimiento a los frentes guerrilleros existentes.
Su vida como guerrillera en el Segundo Frente coincidió con las transformaciones para la consolidación del mismo, que llegó a constituirse en un Estado Insurgente y en el cual permaneció por seis meses dirigiendo múltiples tareas.
Al triunfo de la Revolución Cubana, el 1 de enero de 1959 encabezó la unificación de las organizaciones femeninas constituyendo la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) el 23 de agosto de 1960, de la que fue su presidenta y condujo a un destacado lugar la participación de la mujer en todos los frentes.
Integró el Comité Central del Partido Comunista de Cuba desde su fundación en 1965, condición ratificada en todos sus Congresos posteriores. En 1980, en el Segundo Congreso, fue electa miembro suplente del Buró Político y en el Tercer Congreso promovida a miembro efectivo de esa máxima instancia de dirección, responsabilidad que desempeñó hasta 1991. Fue Diputada a la Asamblea Nacional desde su primera legislatura y miembro del Consejo de Estado desde su constitución.
Vilma Espín presidió desde su creación la Comisión Nacional de Prevención y Atención Social, y la Comisión de la niñez, la juventud y la igualdad de derechos de la mujer, de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Por sus relevantes méritos recibió múltiples condecoraciones, títulos y órdenes nacionales e internacionales, entre las que se destacan el título honorífico de Heroína de la República de Cuba, que le fue impuesto por Fidel Castro, por acuerdo del Consejo de Estado el 2 de diciembre de 2001, la Orden Ana Betancourt el 23 de agosto de 1975 también impuesta por Fidel, y la Orden "Francisco de Miranda" de Primera Clase, impuesta en Caracas, Venezuela, por el presidente Hugo Chávez el 23 de marzo del año 2001.
Vilma es un paradigma de la mujer revolucionaria cubana de todos los tiempos, junto al selecto grupo de féminas que marcaron la historia con su vida, y es un ejemplo de fidelidad, capacidad de sacrificio, honestidad y entrega a la causa, que sirve de guía a las nuevas generaciones.