
El largo tren retumbaba con la música, cantos y alegría de medio millar de jóvenes rebeldes que se incorporaban acompañados de fiestas en cada municipio a lo largo del viaje hasta La Habana, en el que nadie sintió las horas imbuidos en el orgullo de ser parte del Primer Congreso de su organización.
Era el 29 de marzo de 1962, atrás había quedado la Campaña de Alfabetización, la invasión mercenaria a Playa Girón y la victoria revolucionaria, acompañada por la movilización de los jóvenes de todos los sectores, y tantas tareas cumplidas desde el triunfo del primero de enero de 1959.
En pocas horas, el 30 de marzo, en el emblemático Hotel Habana Libre donde tuvo el Comandante en Jefe Fidel Castro su primer puesto de mando, comenzaría el congreso de la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), con el lema “A construir y defender la Patria Socialista” y que daría nacimiento el 4 de abril de ese año a la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).
Para muchos de los 596 delegados de las seis provincias de entonces era su primera visita a la capital cubana. De ellos, 295 eran obreros, 118 campesinos, y 183 estudiantes, muchos de estos aún no cumplían los 16 años, pero llevaban ya varios como dirigentes juveniles en sus centros y territorios.
Participaban también 42 delegados de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y 35 de la Dirección Nacional de la AJR, encabezada por el más joven comandante del Ejército Rebelde, Joel Iglesias (fallecido en 2011), ascendido a ese cargo a los 17 años luego de combatir en la Sierra Maestra desde los 14 e integrar la columna invasora al mando del comandante Ernesto Che Guevara, donde resultó herido en combate.
Participaron del Congreso, además, 52 invitados extranjeros y 180 delegados fraternales como representantes todos de la juventud de la Sierra y el llano, los maestros voluntarios, alfabetizadores, los "Cinco Picos" (jóvenes que subieron cinco veces el Pico Turquino), milicianos de la Lucha contra Bandidos en el Escambray y combatientes de Girón, con tantos ideales y sueños que el antiguo “Salón de Embajadores”, ya en ese momento “Salón Libertad” del Hotel, resultaba pequeño.
Luego de escuchar con profunda emoción las palabras del Presidente Osvaldo Dorticós durante la sesión de apertura en el teatro Blanquita, actual Carlos Marx, el trabajo de las 10 comisiones comenzó al día siguiente en el Habana Libre con el discurso del Presidente de la AJR, Comandante Joel Iglesias, y la lectura del informe del trabajo hecho desde su fundación por Fidel y el Che, en largas mesas rodeadas de sillas de madera con jóvenes conscientes del privilegio histórico que tenían.
Tras largas horas de debate se aprobaron 13 resoluciones sobre todos los sectores, y el resultado más importante fue la adopción del nombre de Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), organización de carácter marxista–leninista, la aprobación de sus primeros Estatutos, como la organización juvenil del entonces Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba, aunque sería orgánicamente independiente y estaría dirigida por los propios jóvenes.
La UJC se definió como comunista por sus objetivos, educativa por sus métodos, clasista por su naturaleza, y orgánicamente independiente, con una estructura territorial con niveles de dirección desde el Congreso y el Comité Nacional hasta las provincias, regiones, municipios, seccionales y como estructura fundamental los Comités de Base.
Su clausura el 4 de abril de 1962 en el Estadio Latinoamericano resumió en las palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro la misión de la UJC, con tanta fuerza, vigencia y llamado a la acción, que ha mantenido e incrementado su vigencia en estos 61 años cuando convocó a todos a creer en la juventud.
“Creer en la juventud, afirmó Fidel, es ver en la juventud la mejor materia prima de la Patria, la mejor materia prima de la juventud, de la Revolución; creer en la juventud es mirar todo lo que nuestra juventud puede hacer, es ver en esa juventud los dignos continuadores de la obra revolucionaria, es ver en la juventud a mejores continuadores o constructores de la obra revolucionaria, mejores todavía que nosotros mismos”.
El gran desafío resonaba al regreso a sus provincias en los oídos de los delegados y seguramente también en los cientos de miles de jóvenes enfrascados en construir y defender la patria socialista. A 58 años de ese momento muchas victorias han ratificado la confianza de Fidel en los jóvenes y muchas más por venir garantizarán la continuidad de la Revolución, por grandes que sean los nuevos desafíos, donde los jóvenes siempre estarán en la primera fila de combate.