
En Santiago de Cuba, donde vivió intensamente cinco años como Delegado del Buró Político del Partido Comunista de Cuba (PCC) para atender la entonces provincia de Oriente, la generación hoy de tercera edad nunca podrá olvidar al Comandante Almeida, o simplemente Almeida, como lo llamaban con respeto.
Al cumplirse este 11 de septiembre el XV aniversario de la desaparición física del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, van estas breves líneas como un homenaje a la memoria de quien fue uno de los más firmes y fieles seguidores del pensamiento y obra del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
Su historia revolucionaria es muy conocida, como uno de los primeros jóvenes reclutados por Fidel para asaltar el Cuartel Moncada, la prisión fecunda en la entonces Isla de Pinos, el exilio y la preparación del desembarco del Granma, su histórica frase en el combate de Alegría de Pio “Aquí no se rinde nadie c…” y su encuentro con Fidel en Cinco Palmas, donde formó parte del núcleo inicial del Ejército Rebelde. De jefe de escuadra guerrillera, capitán, luego ascendido a comandante el 27 de febrero de 1958 y jefe de la columna 3 que operaría en el territorio de la Sierra Maestra al este del poblado de María Tomasa, hasta ser jefe de la Fuerza Aérea Revolucionaria en junio de 1959 al sustituir a un traidor, luego vocal del Tribunal Revolucionario en el juicio sumarísimo a los participantes de la invasión mercenaria por Playa Girón, jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde al desaparecer físicamente el comandante Camilo Cienfuegos y jefe fundador del Ejército Central, luego viceministro y ministro por sustitución reglamentaria de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
Fue integrante del Comité Central y del Buró Político del Partido desde su fundación en 1965 y ratificado en todos sus Congresos. Resultó electo Diputado a la Asamblea Nacional y Vicepresidente del Consejo de Estado, desde la primera legislatura de nuestro Parlamento. Fue presidente de la Comisión de Revisión y Control del Comité Central y, desde 1993, presidía la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), cargo que ocupó hasta su muerte.
La llegada de Almeida como Delegado del Buró Político y de Armando Hart Davalos, como primer secretario del Partido en Oriente, a principios de 1971, coincidió con una etapa muy compleja de la Revolución que este dúo fue capaz de transformar y sembrar, en solo cinco años, un ejemplo que fue precursor de cinco nuevas provincias y formador de muchos cuadros para dirigirlas.
Parte de la rutina de este Héroe de la Revolución Cubana durante sus cinco años en Santiago de Cuba era, todos los sábados que sus múltiples ocupaciones le permitían, parquear su jeep en los bajos del Hotel Casa Granda, frente al Parque Céspedes, acompañado solo por su chofer, abrir la puerta y recibir un espontaneo desfiles de santiagueros para saludarle y contarle todo lo que consideraban debía saber sobre lo bueno y lo malo de la vida local.
Mucho podría escribirse de esos años. De su firme apoyo al periódico Sierra Maestra que tuve el honor de dirigir esos cinco años, y de cómo logró que en los famosos carnavales de Santiago de Cuba no hubiera graves incidentes violentos tras reunirse con todos los jefes de congas, comparsas y lideres históricos de esa celebración y decirles que ese año se les garantizarían los cueros de chivo para sus tambores y telas para las comparsas si ellos le prometían que no habría ningún incidente violento. Así se lo prometieron y ellos mismos garantizaron que ese año no hubo nada que lamentar.
El respeto a Almeida no lo imponía con medidas autoritarias, sino con su propia personalidad y ejemplo. Con voz pausada decía lo que correspondía hacer, la fecha en que debía hacerse y los medios necesarios para ello, lo cual chequeaba luego con exigencia acompañada de medidas con los responsables de los incumplimientos. De más está decir que la provincia de Oriente cambió para bien.
Almeida y Hart impulsaron en Oriente un periodismo como el que pretendemos hacer a partir de la nueva Ley de Comunicación, la información se tenía de primera mano al participar como invitados en las reuniones donde se definían las políticas y las medidas, y en el respaldo a las criticas bien fundamentadas cuando algún dirigente intentaba intimidad a las direcciones de los medios por hacerlas.
Su legado va más allá de la lucha revolucionaria pues incursionó en el arte como escritor y como compositor musical. En su faceta de compositor y escritor realizó más de 300 canciones y una docena de libros. impulsó la creación de editoriales y centros de grabación de música y fomentó el desarrollo de los talentos artísticos.
Por sus muchos y relevantes méritos Almeida recibió múltiples condecoraciones y órdenes nacionales e internacionales, entre los que destaca el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Máximo Gómez de primer grado, otorgados el 27 de febrero de 1998, en ocasión del aniversario 40 de su ascenso a Comandante en la Sierra Maestra.
El 11 de septiembre de 2009 a las 23:30, hora cubana, falleció debido a un paro cardio-respiratorio a la edad de 82 años. En su honor, el Consejo de Estado decretó duelo oficial que se extendió desde el día 12 hasta el día 13 de septiembre. Sus restos mortales reposan en el Mausoleo del III Frente Oriental, en Santiago de Cuba, junto a otros combatientes de la Revolución cubana.