
En la mayoría de los actos efectuados en Cuba en 1961 para declarar un Territorio Libre de Analfabetismo participó Raúl Ferrer Pérez, un modesto maestro y poeta que fue vicecoordinador nacional de esa histórica gesta y lideró luego su continuidad y la Campaña Nacional por la Lectura.
De la amplia obra literaria de este poeta-maestro o maestro-poeta que murió en La Habana el 12 de enero de 1993 muchos conocen su famoso “Romance de la niña mala”, que escribió en 1941, con poco más de 20 años, sobre cuando comenzó en 1937 como maestro cívico rural y llegó a la escuelita del batey del central Narcisa en la antigua provincia de Las Villas: “Un vecino del ingenio/dice que Dorita es mala. / Para probarlo me cuenta / que es arisca y malcriada/ y que cien veces al día/ todo el batey la regaña. (…) Cuando se premie el cariño / y lo rebelde del alma, / cuando se entienda la risa / y se le cante a la gracia; / cuando la justicia rompa / entre mi pueblo su marcha / y el tierno botón de un niño / sea una flor en la esperanza, / habrá que poner al pecho / de mi niña una medalla / aunque el batey, malicioso, / me le dé tan mala fama, / y tú –mi pobre vecino- / no entiendas una palabra.”
Pero, pocos conocen la anécdota que reveló la revista Bohemia sobre esos inicios: “Si a muchas personas les contaran que, para borrar diferencias y desdeñar parte de las cosas feas del mundo, un profesor impartía sus clases descalzo, lo dudarían. Solo que este fue un maestro muy especial, alguien que hizo de la pedagogía su estandarte. Lo mejor de este cuento es que el maestro tenía zapatos; quienes carecían de ellos eran muchos de sus alumnos.
Era el inicio del curso escolar, y el primer día el optimismo de Raúl tuvo una especie de desequilibrio, cuando apreció que una parte considerable de los muchachos estaban ausentes por falta de zapatos. Luego de pensar ágilmente qué hacer, encontró la solución: ¡todos descalzos! Aquel gesto provocó que los niños asistieran, pero también que, frente a ese hombre nacido para el magisterio, se apreciaran menos las desigualdades que siempre ha generado la pobreza extrema, al decirles a todos “las riquezas de la tierra penetran por los pies y ayudan a afianzar los conocimientos”.
Así era Raúl Ferrer, quien nació en Meneses, Yaguajay, un 4 de mayo de 1915 y en sus 78 años de vida trabajó como obrero, fue dirigente sindical y se relacionó con Jesús Menéndez, quiso matricular medicina, pero no pudo y, de forma autodidacta, se prepara como maestro y en los meses de tiempo muerto se gana la vida dando clases a los hijos de familias con recursos económicos.
En 1954 fue acusado públicamente por los dirigentes del Colegio Nacional de Maestros Normales y Equiparados de realizar actividades comunistas, y la corrupta dirección recibe respuesta rápida con una manifestación del Comité Socialista de Maestros, con el título "El dilema es: Patriotismo contra la Sumisión al Extranjero". En 1956, es apresado por el Buró de Represión de Actividades Comunistas (BRAC), conjuntamente con Salvador García Agüero, Eduardo Corona, Alfredo Guevara, José Massip y otros. La prisión duró cinco días. Al recibir la libertad, nuevamente es detenido por el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), lo conducen a la cárcel de la calle Picota, en la Habana Vieja, luego es puesto en libertad, pero queda fichado.
El 2 de enero de 1959, junto con los compañeros del Comité Socialista de Maestros y miembros del Partido de Oposición Magisterial, participan en la toma revolucionaria del Colegio de Maestros Normales y Equiparados, y por acuerdo de la asamblea de maestros queda destituida la corrupta dirigencia mujalista batistiana, que ocupaba la dirección.
A partir de 1959 Ferrer ocupó importantes responsabilidades en el Ministerio de Educación; desempeñó un papel de primer orden como vice coordinador nacional de la Campaña de Alfabetización. Participa en el Congreso Constituyente del Sindicato Nacional de la Enseñanza que se realiza entre el 22 y el 24 de noviembre de 1961, donde es electo Secretario de Organización. Posteriormente fue designado Asesor Nacional de la Educación Obrero-Campesina y posteriormente Viceministro de Educación.
Entre las actividades que dirigió están: el Seguimiento, que dio continuidad a la alfabetización, la superación obrero-campesina y la batalla por el 6º y 9º. grados, entre otros. En 1981 fue designado Consejero Cultural en la Embajada Cubana en la URSS, y al regresar encabezó la Comisión Nacional de Promoción de la Lectura, cuya campaña se inauguró en la fábrica de tabacos “Luis Fernández Roig”, el 28 de enero de 1985 bajo el lema “No le decimos al pueblo cree; le decimos: lee”, inspirado en un pensamiento del Comandante Fidel Castro.
“La clase es una paloma, en la escuela de cristal. En el mar sería la sal y en la flor sería el aroma”. Así resumió Raúl Ferrer la esencia de la docencia, labor a la que se dedicó hasta su fallecimiento hace 31 años. Merecedor del recuerdo agradecido de su pueblo, este maestro y promotor cultural seguirá inspirando a las nuevas generaciones de educadores con su proverbial vocación martiana, su integral cultura y su fidelidad a la Revolución y la Patria.