
Carlos Baliño y López nació en Guanajay un 13 de febrero de 1849, hace 175 años. Tuvo el privilegio histórico de unir dos generaciones, las de José Martí y Julio Antonio Mella, y es considerado uno de los precursores más lúcidos del pensamiento marxista cubano.
Baliño fue fundador en 1892, cuando tenía 43 años, del Partido Revolucionario Cubano creado por José Martí, y con 76 años en 1925 del Partido Comunista con Julio Antonio Mella. Desde su formación marxista y como periodista contribuyó al desarrollo de la prensa obrera en Cuba.
Al decir de José Martí, “Carlos Baliño es un cubano que padece con alma hermosa por las penas de la humanidad y solo podría pecar por la impaciencia de redimirlas” y Fidel Castro se refirió a él como “el enlace directo entre el Partido Revolucionario de José Martí, y el primer Partido Comunista de Cuba”.
“Bueno es amar a la Patria, pero mejor es amar a los hombres, bueno es amar a la Patria, pero mejor es amar a la libertad y la justicia”, escribió Baliño quien dedicó su vida, precisamente, a luchar por la libertad y la justicia en su Patria.
Muy joven cursó estudios de teneduría y arquitectura, pero no los concluyó. En 1868 ingresó en la Academia de Pintura San Alejandro, pero debido una grave situación familiar se vio obligado a abandonar las aulas. Después de fracasar en sus intentos por encontrar trabajo en pequeños chinchales de fabricar tabaco en La Habana se trasladó a Estados Unidos a fines de 1868 o en 1869 y vivió en Cayo Hueso, Tampa, Nueva York y Nueva Orleáns.
Entre 1868 y 1869 desarrolló una amplía actividad revolucionaria al mismo tiempo que ganaba su sustento como obrero tabaquero. En Cayo Hueso fue vocal del Gremio de Escogedores. En Tampa contribuyó a fundar Ibor City, fue cofundador del primer gremio obrero Caballeros del Trabajo y fundó dos logias.
Retornó a Cayo Hueso, donde fue redactor del periódico La Tribuna del Pueblo, desde el cual ejercía una labor de propaganda por la libertad de Cuba y volvió de nuevo a Tampa donde fundó la logia Unión y Fraternidad.
Conoció a José Martí en 1892 en Cayo Hueso cuando tenía 43 años y junto a él suscribe las bases y el acta de constitución del Partido Revolucionario Cubano. Como parte del constante trabajo en favor de la independencia acompaña a Martí en una gira por la península de la Florida.
En todos sus años en Estados Unidos desarrolló una intensa labor de propaganda política junto a nuestro Héroe Nacional y a otras figuras de la emigración, tanto en las organizaciones e instituciones que fundó como en las que colaboró, en la prensa y en la tribuna, algunas de las cuales fueron recogidas en el Periódico Patria, fundado por Martí, y se mantuvo siempre fiel a su condición de obrero tabaquero.
Tras finalizar la guerra contra España en 1898 retornó a Cuba donde se vio obligado a librar su sustento en pequeños chinchales de fabricar tabacos, pues no fue admitido en los grandes centros de producción. Por esta época continúa su actividad política, sobre todo en 1904 con la organización del Partido Obrero, transformado a instancias suyas en Partido Obrero Socialista, y con sus trabajos periodísticos en La Voz Obrera, órgano del partido.
En 1906 firma el acta de constitución del Partido Socialista de Cuba, surgido de la refundición del Partido Obrero Socialista y de la Agrupación Socialista Internacional, creada también con su contribución. Fue miembro de la Agrupación Socialista de La Habana, cuya presidencia llegó a ocupar en 1910.
Colabora por esta época en El Socialista, órgano de la referida Agrupación, así como con El Productor, El Obrero Cigarrero, y Justicia y Lucha de Clases, del que fue también director. A partir de 1919 contribuye a reorganizar los pequeños grupos socialistas en agrupaciones comunistas.
En 1922 ocupó la dirección de la publicación Espartaco, el cargo de corrector de pruebas del Boletín del Torcedor y de la revista Juventud, dirigida por Julio Antonio Mella, a quien había conocido ese mismo año en la imprenta en que se editaban ambas publicaciones. En unión de Mella y de otros militantes fundó el Partido Comunista de Cuba en 1925.
Baliño muere al año siguiente, el 18 de junio de 1926 en La Habana. Más que una nota necrológica, el periódico “El boletín del cigarrero” publicó un artículo titulado “La caída del roble”, que en uno de sus párrafos sentenció: "Los trabajadores de Cuba y especialmente los comunistas, han perdido a uno de sus mejores militantes".