
El periodista, escritor, comisario político y combatiente internacionalista Pablo de la Torriente Pablo de la Torriente Brau murió hace 87 años, el 19 de diciembre de 1936, combatiendo en Majadahonda, España, en la heroica defensa de Madrid; como comisario de las Brigadas internacionales contra el fascismo.
Aunque nació en Puerto Rico en 1901 su familia se trasladó a Cuba desde 1906 donde estudió y desde muy joven se vinculó con la generación revolucionaria de la época en la lucha contra el tirano Gerardo Machado, y cultivó estrecha amistad con Rubén Martínez Villena, uno de sus principales líderes.
Como participante en esas luchas Pablo fue perseguido, encarcelado, sufrió el exilio; y con sus experiencias personales escribe gran parte de su obra periodística iniciada en 1920, llegando a representar uno de los más altos exponentes del periodismo cubano en el siglo XX.
Participó de los esfuerzos para exigir la libertad de Mella cuando la famosa huelga de hambre de éste y fue herido por la policía machadista en los sucesos del 30 de septiembre de 1930, cuando tenía 29 años. Pablo fue reconocido como el mayor cronista de su época, y denunció desde las páginas del periódico "Ahora" la explotación sufrida por los campesinos del Realengo 18 y luego, desde el exilio en México, el asesinato de Guiteras y Aponte.
Fue el único varón en una familia de cuatro hermanas, hijos de Félix de la Torriente Garrido (España) y Graciela Brau Zuzuarragui (Puerto Rico). En 1909 realiza estudios primarios en las Escuelas Internacionales de El Cristo, cerca de Santiago de Cuba, continúa la segunda enseñanza en 1915 en el Colegio Cuba, y luego en el Instituto de Santiago de Cuba.
Trasladado a La Habana para continuar sus estudios universitarios, se inició en el mundo periodístico en 1920 en el periódico El Nuevo Mundo y en la Revista El Veterano, como redactor, cobrador, repartidor y agente de publicaciones. Luego comenzó a escribir en la Revista Alma Máter y Revista de la Habana en el año 1930, manteniendo un activo trabajo periodístico.
Tuvo una importante participación periodística en el periódico Ahora, desde donde cubrió importantes eventos como el proceso de depuración de la Universidad en el año 1934, además de dar a conocer el asesinato de Ivo Fernández y Rodolfo Fernández, material este por el cual posteriormente tiene que exiliarse en México.
Los estudiosos de su ruca vida profesional y política califican a Pablo como “un cronista imaginativo e incesante de los múltiples y cruciales acontecimientos históricos por los que transcurrió su vida en Cuba, Estados Unidos y España. A través de sus crónicas, reportajes y entrevistas renovó el lenguaje de este medio de comunicación, por lo que es considerado, en ese sentido, el padre del género testimonio en Cuba, y sus libros conservan la frescura y la fuerza a pesar del paso de los años, al que incorporó de forma creadora y auténtica sus vivencias personales en la lucha revolucionaria de Cuba”.
En 1930 Pablo integró el Directorio Estudiantil Universitario cuando se creó para luchar contra el tirano Machado. Resultó herido en la manifestación del 30 de septiembre y dos meses después, el 30 de noviembre, participó en otra manifestación, en la cual fue hecho prisionero y estuvo varios días encarcelado, lo que lo obligó a pasar a la clandestinidad.
En enero de 1931 fue detenido junto a los principales dirigentes del Directorio Estudiantil durante más de tres meses, y posteriormente pasaría alrededor de un año en el llamado Presidio Modelo de Isla de Pinos. De esa primera experiencia publicó su reportaje titulado “105 días preso”, y de la segunda: “Presidio Modelo o La Isla de los 500 asesinatos”.
La última etapa del trabajo periodístico de Pablo transcurrió en la Guerra Civil Española, a donde acudió como corresponsal de varias publicaciones de América Latina y Estados Unidos, en septiembre de 1936; y donde escribió las crónicas recogidas posteriormente bajo el título de “Peleando con los milicianos” y asumió las funciones políticas en un batallón.
Su muerte en 1938 combatiendo el fascismo dejó, sin lugar a dudas, todo un legado histórico para las nuevas generaciones.