Martínez Brito y Tato Rodríguez Vedo, ejemplares jóvenes revolucionarios

Martínez Brito y Tato Rodríguez Vedo

Amanecía aquel 10 de julio de 1958 cuando dos jóvenes revolucionarios dormían en el apartamento 27 del edificio 459 en la calle B del Vedado capitalino, donde residían clandestinamente, y se despertaron al sentir en los bajos el despliegue de la policía batistiana al mando del sanguinario esbirro Esteban Ventura Novo.
Como integrantes del Directorio Revolucionario 13 de Marzo ambos sabían que esa policía no los quería prisioneros sino muertos, por lo cual como única opción Pedro Martínez Brito y José Rodríguez Vedo (Tato) se lanzaron al vacío desde una ventana del tercer piso tratando de alcanzar la azotea del edificio vecino. 
Rodríguez Vedo es descubierto al saltar y es acribillado por los sicarios sobre el pavimento donde cae con ambas piernas fracturadas e imposibilitado de movimiento. Martínez Brito logra alcanzar la azotea vecina, pero es descubierto, conducido de nuevo al apartamento y allí es asesinado tras intentar sin éxito que delate a sus compañeros. Los cadáveres ensangrentados de ambos jóvenes fueron arrastrados por las escaleras hacia el exterior del edificio en medio de la sorpresa y la indignación de los vecinos ante tamaña brutalidad policial.
Tan solo 23 años cumplidos el 7 de enero tenía Pedro Martínez Brito, quien al momento de morir era vicepresidente interino de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), había sido parte del grupo dirigido por José Antonio Echeverria que tomo la emisora Radio Reloj cuando el asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957, y realizado otras importantes misiones del Directorio dentro y fuera de Cuba.
Estando Pedro en Miami se organizaba la expedición que al mando de Faure Chomón debía desembarcar en tierras cubanas y abrir el frente del Directorio Revolucionario 13 de marzo en las Sierra del Escambray. A Martínez Brito se le encomienda la tarea de viajar a Cuba para organizar todas las condiciones necesarias que garantizarían el arribo de la expedición y la apertura del frente guerrillero; se necesitaba para esta acción a un hombre valiente, decidido y conocer de todos los miembros de la organización, tanto en la Habana como en Camagüey, por cuyo territorio debía arribar la expedición, por eso nadie dudó de que la misión asignada sería cabalmente cumplida.
A finales de enero de 1958, arriba Pedro a tierras cubanas a bordo del vapor “Reina Isabel”, donde viaja clandestinamente como camarero. Inmediatamente hace los contactos pertinentes y cumple las instrucciones de Faure Chomón. En el viaje realizado a Camagüey vio por última vez la querida ciudad de Ciego de Ávila, que lo vio nacer y donde se inició su carrera de revolucionario sin tacha.
Su compañero, José (Tato) Rodríguez Vedo, tenía solamente 19 años al morir y al igual que Pedro eran hijos de la antigua provincia de Camagüey. Tato era un destacado dirigente estudiantil que tuvo que salir al exilio tras una intensa persecución y regresó clandestinamente para continuar la lucha contra la tiranía, integra las filas del Directorio y participa en acciones armadas muy riesgosas.
A pesar de la juventud de ambos ya tenían una contribución muy notable en la lucha por la dignidad y la justicia en su país. Pedro desde adolescente se había fogueado en actividades y acciones estudiantiles en su natal Ciego de Ávila y más tarde en Camagüey, en su paso por diferentes planteles hasta terminar el bachillerato y Tato sobresalió tanto en las protestas como líder estudiantil que ante la feroz persecución para capturarlo tuvo que salir al exilio para regresar luego a continuar la lucha a la que dedicó su vida.
Desde las montañas combativas de la Sierra Maestra, esa misma noche la emisora Radio Rebelde dio la triste noticia a los cubanos. Se recuerda que el pueblo avileño despidió con gran consternación a Pedro, cuyo cadáver fue llevado a su terruño donde fue honrado con la bandera del Movimiento 26 de Julio, a falta de una enseña del Directorio. 
A Tato lo velaron en una humilde vivienda, muy cerca de la estación ferroviaria en Camagüey, y en su trayecto hacia el cementerio a lo largo de la calle Republica, custodiado por azorados agentes represivos, fue una nutrida y combativa manifestación popular donde se gritaron consignas revolucionarias desafiando a los fotógrafos-policías y a los agentes que la acompañaban. La dictadura no calculaba cuan cerca tenía su final.

 

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