
El relevante poeta y periodista revolucionario cubano Manuel Navarro Luna nació el 29 de agosto de 1894 en el poblado de Jovellanos, provincia de Matanzas, y durante su activa y comprometida vida consagrada a la defensa del pueblo publicó numerosos libros, todos de gran acogida popular.
Tras la muerte de su padre fue llevado a Manzanillo donde pasó su niñez y casi toda su vida. Allí aprendió las primeras letras con su madre e hizo sus estudios primarios en modestas escuelas de barrio, estudió música y fue uno de los fundadores de la Banda Infantil de Música de Manzanillo.
Conoció desde muy pequeño la realidad social de la Isla y en Manzanillo desempeñó los más humildes y diversos oficios, fundamentalmente el de barbero. También trabajó como procurador público.
Inició su labor poética muy joven cuando publicó en 1915 sus primeros versos en publicaciones locales, las revistas manzanilleras Penachos y Orto. El Primero de Mayo de ese mismo año leyó un soneto titulado Socialismo en un acto que se efectuó en el propio poblado de Manzanillo, cuyo poema era ya un reflejo de su vocación revolucionaria. Poco después formó parte de un grupo literario de la ciudad, fue director de las publicaciones La Defensa y La Montaña y fundó una filial de la Asociación de la Prensa y la Biblioteca Pública José Martí.
Su primer libro, titulado Ritmos Dolientes fue publicado en el año 1919 y con el dinero recibido por esa edición, compró una casa para su madre. Durante su activa vida publicó numerosos libros, todos de gran acogida popular. Entre ellos vale destacar Corazón Abierto, en 1922, Refugio, en 1927; Surco en 1928, Siluetas Aldeanas, en 1929, Cartas de la Ciénaga, en 1932; Pulso y Onda, en 1936; La Tierra Herida, en 1943 y muchos de sus textos fueron publicados en las páginas de la Revista Bohemia.
La Tierra Herida fue vuelta a publicar en 1963, tras el triunfo de la Revolución Cubana, con la adición de varios poemas escritos entre los años 1943 y 1960 con el título de Odas Mambisas y Odas Milicianas. En dos de sus libros utilizó el seudónimo Mongo Paneque.
Antonio Maceo, el Titán de Bronce, fue el centro de uno de sus más emotivos poemas, así como la trascendencia histórica de la heroica ciudad de Santiago de Cuba y el permanente ejemplo de heroísmo de Mariana Grajales, tema central en otra de las más célebres creaciones de Navarro Luna.
Pero no sólo fue un excelente poeta, también desarrolló una significativa labor política dentro de la sociedad cubana. Sus ideas antimperialistas lo llevaron a ingresar en Defensa Obrera Internacional en 1929 y desde el año 1930 ingresó en el Partido Comunista de Cuba y por esa causa en los años siguientes sufrió persecución y encarcelamiento, pues nunca escondió ni negó sus convicciones y realizó una abierta labor política.
Formó parte del Comité de Auxilio del Pueblo Español durante el segundo lustro de la década del treinta y en 1940, tras resultar elegido Paquito Rosales, el primer alcalde de filiación comunista en Cuba, se le encomendó una tarea en el Departamento de Cultura de Manzanillo, la cual desempeñó cabalmente.
Fue perseguido con saña durante la dictadura de Fulgencio Batista, y se vio obligado a pasar a trabajar en la clandestinidad, sobre todo después de 1956 cuando colaboró activamente con los grupos revolucionarios.
Tras producirse el triunfo revolucionario del 1ro de enero de 1959, Manuel Navarro Luna tuvo intensa participación en la prensa radial y escrita, y también como conferencista. Ingresó en las Milicias Nacionales Revolucionarias y era habitual que se presentara en actos y lugares para decir sus versos patrióticos.
Colaboró en numerosas publicaciones nacionales, entre las que se destacan Bohemia, Verde Olivo, Hoy, La Gaceta de Cuba, Unión, Letras, Revista de Avance, Social, Renacimiento.
Su salud se había deteriorado significativamente por lo que empezó a requerir cuidados especiales; pero a pesar de ello, el poeta continuó ofreciendo charlas, conferencias, recitales y se mantuvo colaborando en distintas publicaciones cubanas hasta que se produjo su muerte en La Habana el 15 de junio de 1966, próximo a cumplir los 72 años de edad.
Junto a su tumba, Juan Marinello expresaría conmovido: “Pocos hombres han reunido al partir, tal número de gente consternada; pero sabemos bien que, aun siendo numerosos no son más que los representantes de miles de compatriotas que en el taller y en la escuela, en el cañaveral y en la mina, en los caminos de la tierra y del mar, lloran hoy al poeta que fue su cantor leal e iluminado”.
Cada año se realiza una peregrinación hasta el lugar donde reposan sus restos y se entrega el premio Manuel Navarro Luna a los poemarios inéditos mejor logrados en la Isla. Desde 1994 el Centro de Promoción que lleva su nombre y radicado en Manzanillo es una activa institución para la recuperación de la memoria literaria, promoción de nuevos escritores y en el diálogo nacional.
El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz elogió la firmeza del poeta en su discurso el 1 de enero de 1994 en Santiago de Cuba, cuando dijo; “Ya Navarro Luna hablaba de los flojos y de que los flojos se aparten. Fácil es ser revolucionarios en tiempos fáciles, lo que no resulta fácil es ser revolucionarios en tiempos difíciles” y recalcaba que “somos revolucionarios de tiempos difíciles. Los abanderados del 68 y del 95; los abanderados del Moncada y del Granma".