
Era un joven rebelde de 16 años, de los primeros en incorporarse a las Brigadas Conrado Benítez al iniciarse en Cuba la Campaña de Alfabetización, vilmente asesinado el 26 de noviembre de 1961 por una banda contrarrevolucionaria en las montañas del Escambray junto al campesino que enseñaba. Se llamaba Manuel Ascunce Domenech y su nombre quedó grabado para siempre en la historia.
Nació el 25 de enero de 1945 en la ciudad de Sagua la Grande, provincia de Las Villas (actual Villa Clara) en el seno de una familia trabajadora que, a sus dos años de edad se traslada a vivir en la barriada capitalina de Luyanó donde cursa la enseñanza primaria y crece junto a su hermana Mambla. Cursó estudios de enseñanza media en la escuela “América”, y siendo estudiante se incorpora a la defensa de la Patria, ante el ataque mercenario de Playa Girón, en abril de 1961.
Junto a las milicias se incorpora a la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), y al llamado del Comandante Fidel Castro para integrar las Brigadas Conrado Benítez, Manuel solicita el ingreso en sus filas el 23 de marzo de 1961. El 13 de julio de 1961 viaja al Campamento de la Alfabetización en Varadero donde recibe la preparación mínima técnica para alfabetizar, y se le entregó el carnet No. 72792, con su uniforme y farol que lo identificaban como brigadista Conrado Benítez.
Manuel Ascunce fue designado para alfabetizar en la provincia de Las Villas, en la zona de Limones Cantero, municipio de Trinidad, donde alfabetizó en casa de los campesinos Colina y Joselito, estancia que vio interrumpida por encontrarse enfermo y que lo obligó a viajar unos días a La Habana. A su regreso se traslada a la casa de Pedro Lantigua por propuesta propia y le plantea el cambio a su compañera Anaís, quien era Asesora Técnica de la Zona, por considerar que ese era un lugar muy difícil para ella, por lo intrincado y la responsabilidad que tenía.
La casa de Pedro Lantigua y Mariana de la Viña, estaba situada en la Finca Palmarito, barrio de Río Ay, en la zona de Limones Cantero, municipio Trinidad, en una zona cafetalera de difícil acceso con una extensión de treinta caballerías que había sido intervenida a su dueño seis meses atrás. Precisamente, uno de los hijos del antiguo dueño fue miembro de la banda que asesinó a Manuel y a Pedro.
Durante su estancia allí Manuel se sintió siempre muy a gusto, según relatan su familia y la viuda de Lantigua, pues le agradaban los niños, y le encantaba montar a caballo y cazar jutías.
En ese tiempo se incrementó el ataque de las bandas contrarrevolucionarias a la zona por lo que se orientó evacuar a los brigadistas de este lugar, pero Manuel insistió en mantenerse en su puesto, pues decía que debía terminar su trabajo para regresar como todos con la tarea cumplida y se mantuvo con Lantigua custodiando la casa, la familia, y los intereses de la Revolución.
El 26 de noviembre de 1961, en horas de la tarde, Mariana hizo una colada de café, cultivado y tostado en la propia finca, pero cuando lo estaba repartiendo fue sorprendida por presuntos milicianos, que después resultaron ser realmente, los bandidos. Mariana se percató de la simulación de los malhechores, salió en defensa de los suyos y dijo que Manuel era uno de sus nueve hijos. Pero a la pregunta de los bandidos de quién era el maestro, Ascunce contestó: «¡Yo soy el maestro!» lo que indignó a los bandidos quienes arremetieron a golpes contra él y Lantigua de forma brutal, y se los llevaron junto al hijo menor de la familia.
Mariana los sigue, logra en un descuido arrebatarle a su hijo, y corre en busca de ayuda y refuerzos, pero, el estado del tiempo, la oscuridad de la noche y las dificultades del camino de montaña, no le permitieron llegar a tiempo.
Mientras tanto los bandidos siguieron ensañados con Manuel y Lantigua, mediante ofensas, amenazas, golpes y les propinaron 14 heridas con punzones. Cuando ya estaban medio moribundos, deciden ahorcarlos con alambres de púas y los cuelgan en dos ramas de una acacia, a poca distancia de la vivienda.
Sus cadáveres fueron llevados luego por los milicianos al poblado, donde campesinos y brigadistas les rindieron el tributo emocionado y merecido; más tarde el de Manuel fue trasladado a la capital, donde un mar de boinas verdes del Ejército Alfabetizador, junto al pueblo todo, dieron el último saludo al Maestro.
En el acto de despedida, el entonces Presidente Osvaldo Dorticós Torrado, expresó: "Al asesinar a este adolescente, se ha querido asesinar con él a una nueva generación que encarna el más lúcido y sano presente, y que anuncia para la Patria el más esclarecedor porvenir. Hoy hemos cavado una tumba para el héroe adolescente, pero con actos como este cava día a día, su tumba el imperialismo y el capitalismo. (...) ¿Y quiénes son los responsables de este crimen? Son, en primer término, los autores materiales, mercenarios o degenerados que realizaron el hecho con sus manos asesinas. Son responsables de este crimen los liderzuelos contrarrevolucionarios traidores que inducen al crimen desde las playas veraniegas de Miami. Son responsables de este crimen los dirigentes del Imperialismo, que inspiran estas acciones criminales, arman las manos de los asesinos, financian con dólares sus acciones; responsables de este crimen y de los otros crímenes, son los dirigentes de Washington...; responsable de este crimen es en última instancia, el sistema imperialista y capitalista, que actualmente pretende sobrevivir en la historia, realizando hechos como este."
El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz señalaría poco después que “este hecho confirma nuestra concepción revolucionaria, comprueba lo que sabemos, lo que sabemos que es una Revolución como cambio profundo, que es escuela de luchas profundas, que es profundo antagonismo de intereses de clases. Y nos enseña lo que otras veces hemos afirmado: que la Revolución es una lucha a muerte entre La Revolución y la contrarrevolución, y que en esa lucha o la Revolución extermina a los contrarrevolucionarios, o la contrarrevolución extermina a los revolucionarios. Nosotros, ustedes, y todos, sabemos que es precisamente la Revolución la que exterminará a los contrarrevolucionarios."
El 26 de diciembre de 1961 se develaron en la escuela América, el busto y la tarja que la convirtieron en Escuela Secundaria Básica Manuel Ascunce Domenech, en recordación de quien murió asesinado por enseñar a leer y a escribir.