
Todos nacimos de una madre, con independencia del lugar del mundo y la forma en que se produjo el parto, en un monte o un hospital, de su posición social o el color de la piel, si pertenecía a una etnia amazónica o a una familia acomodada, del idioma en que hablaba o de su creencia religiosa.
Madre, por tanto, es un concepto biológico universal, pero también es un sentimiento que tiene, por su origen, la predisposición de generar una unión tan fuerte de los hijos hacia la madre como de la progenitora hacia su descendencia, ley natural que confirman las aisladas excepciones.
Aun cuando nadie haya podido volver para contarlo, se dice frecuentemente que uno de los últimos pensamientos cuando una persona está a punto de abandonar la vida terrenal es para su madre o para sus hijos, y grandes hombres han plasmado en su obra la importancia de sus madres en su vida.
Así, por ejemplo, decía nuestro Héroe Nacional, José Martí Pérez, que “la madre, esté lejos o cerca de nosotros, es el sostén de nuestra vida”, y afirmaba que “no cree el hombre de veras en la muerte hasta que su madre no se le va de entre los brazos”.
"Jamás en la vida encontraréis ternura mejor, más profunda, más desinteresada ni verdadera que la de vuestra madre", decía el novelista francés más importante de la primera mitad del Siglo XIX, Honoré de Balzac, y para Abraham Lincoln “Todo lo que soy y espero ser, se lo debo a la angelical solicitud de mi madre".
Otros pensadores han afirmado que "mamá se escribe con ‘M’ de mujer maravilla", y que para ellas “sólo hay un niño bello en el mundo, y toda madre lo sabe”.
Para el guerrillero heroico, Comandante Ernesto Che Guevara, la Revolución es ante todo una obra de amor, y en un emotivo relato testimonial escrito en su libreta de apuntes en plena selva en El Congo, en algún momento posterior al 22 de mayo de 1965, reflejó el impacto de la noticia de la posible muerte de su madre, Celia, en Argentina.
“Qué sé yo”, dijo el Che. “De veras, no sé. Solo sé que tengo una necesidad física de que aparezca mi madre y yo recline mi cabeza en su regazo magro y ella me diga: "mi viejo", con una ternura seca y plena y sentir en el pelo su mano desmañada, acariciándome a saltos, como un muñeco de cuerda, como si la ternura le saliera por los ojos y la voz, porque los conductores rotos no la hacen llegar a las extremidades. Y las manos se estremecen y palpan más que acarician, pero la ternura resbala por fuera y las rodea y uno se siente tan bien, tan pequeñito y tan fuerte. No es necesario pedirle perdón; ella lo comprende todo; uno lo sabe cuándo escucha ese "mi viejo".
Para nuestro Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, la relación con su madre Lina se expresó aún en los momentos difíciles del enfrentamiento a la ofensiva de la dictadura en la Sierra Maestra en 1958, cuando le mandó en una pequeña misiva “Querida madre, Recibí con mucha alegría tu carta y considero una gran cosa la oportunidad de enviarte estas líneas. Seré breve porque sobre las cosas que podría hablarte habría que escribir mucho o no escribir nada. Tiempo habrá cuando concluya la guerra”.
Y así lo reiteró Fidel en el acto de homenaje a las madres de los becados, en Ciudad Libertad, el 13 de mayo de 1962, cuando concluyó su discurso recordando “a las madres aquí presentes de los compañeros que no están aquí presentes. Que recuerden hoy a las madres de todos los combatientes de la Revolución que han caído; que recuerden siempre y tengan presente ese deber sagrado, que tengan presente esa obligación sagrada”.
Este Día de las Madres en Cuba tendrá una connotación especial, en medio de una situación económica muy difícil que afecta cada día la vida de las familias.
La visita a los cementerios para llevar una flor a la tumba de los seres más amados tuvo una versión de recuerdo en casa, igual de intensa, pero con el recogimiento a que obligó el combate a la pandemia mundial de la Covid 19, y de cuyo enfrentamiento pudimos salir victoriosos.
En los centros de trabajo, escuelas, barrios y comunidades, la felicitación hoy es efusivamente expresada, y también trasciende fronteras y llega a todos los hijos y madres cubanos en cualquier lugar del mundo donde se encuentren.
El amor, ha sido y será siempre un ingrediente esencial de nuestra Revolución, y en medio de las carencias actuales se fortalece con el espíritu de resistencia y optimismo heredados de nuestros mambises sobre esta batalla de la cual, sin dudas, saldremos victoriosos con el esfuerzo y el trabajo de todos.
Llegue pues, con la mayor fuerza y amor, ese beso a todas las madres de Cuba y el mundo, y el homenaje a las que hicieron posible nuestra Cuba en toda nuestra historia de luchas. ¡Feliz Día de las Madres!