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Este 12 de agosto se cumplen 90 años del derrocamiento en 1933 de la tiranía de Gerardo Machado, el “Mussolini Tropical” caracterizado por Rubén Martínez Villena como el “asno con garras” obligado por las protestas populares a fugarse a Estados Unidos con apoyo de su embajador.
Ese día estalló la Revolución del 33, provocada por años de represión, asesinatos, violaciones de la Constitución, entreguismo a Estados Unidos, privilegios y corrupción, lo cual llevó a que emergieran como enemigos del régimen, además de la izquierda, los partidos tradicionales y hasta los simpatizantes del fascismo agrupados en la organización secreta ABC:
La huelga obrera, iniciada el 5 de julio de 1933 y dirigida por el Partido Comunista en los Ómnibus Cuba, sería el detonante para una huelga nacional que se extendería como pólvora a toda la sociedad y provocaría que fueran en vano todas las componendas e intentos para salvar el régimen.
El período presidencial de Machado se inauguró el 20 de mayo de 1925 y representó la culminación de la etapa de crisis de los partidos políticos burgueses tradicionales en la República neocolonial cubana en el primer tercio del siglo XX y desde el inicio se caracterizó por asesinar o encarcelar a sus opositores políticos.
En el período previo a la crisis final, Estados Unidos nombró como su nuevo embajador a Benjamin Sumner Welles, quien venía aplicando la fórmula de la mediación entre el Gobierno y la oposición de los partidos burgueses, pero ante un estado insurreccional se vio obligado a considerar como única solución la salida del poder de Machado.
El dictador esperaba en su casa de campo La Nenita, en los alrededores de Santiago de las Vegas, el anuncio de su renuncia y la asunción al poder de Carlos Manuel de Céspedes, hijo del iniciador de la independencia cubana en 1868 y designado por él para sustituirle, apoyado por el general Alberto Herrera, jefe del ejército, con el fin de preservar la continuidad del sistema neocolonial, inaugurado con la proclamación de la República en 1901, solución diseñada a la medida de los cabildeos de Sumner Welles.
Sin embargo, al comprobar el pueblo habanero que la dictadura había concluido y sin la acostumbrada represión del ejército o la policía en la calle, se desató un clima de anarquía y frenesí que tomó la vida de inocentes y no tardaría en irrumpir también en el tranquilo ambiente de Santiago de las Vegas.
A las 3:20 de la tarde del propio día 12 en una fuga precipitada, Machado arribó al aeropuerto de Rancho Boyeros en su Lincoln blindado, junto con funcionarios del régimen depuesto y la escolta presidencial, pero solo pudieron acompañar al tirano cinco de ellos pues el único avión disponible era un Sikorski N. M., anfibio, de seis plazas perteneciente a la Pan American Airways y con tripulación norteamericana que dispuso Sumner Welles, el embajador norteamericano.
Fue un viaje sin regreso para el dictador e inclusive el congreso cubano posterior a su gobierno emitió un decreto prohibiendo que ni sus restos pudieran descansar algún día en la Isla.
Con la caída de la dictadura y la fuga de Machado se iniciaba la Revolución del 33 que, aunque terminó en frustración fue un paso importante en la lucha por la independencia y el antimperialismo. Céspedes realmente pudo acceder a la presidencia sólo por 23 días, cuando fue derrocado el cuatro de septiembre por el alzamiento de sargentos y soldados dirigidos por el entonces sargento Fulgencio Batista, que acabarían con el gobierno diseñado por la mediación y la tiranía.
El pueblo cubano tendría que esperar hasta el triunfo de la Revolución de 1959 para alcanzar realmente el poder y conquistar su verdadera independencia.