
La primera huelga general en Cuba, el 20 de marzo de 1930, marcó la consolidación del incipiente movimiento revolucionario dirigido por Rubén Martínez Villena, y el inicio el conteo regresivo para el derrocamiento del gobierno represivo del dictador Gerardo Machado, el “asno con garras”.
Los orígenes de esta huelga ocurrida hace 95 años se remontan al 5 de marzo de 1928 cuando el pescador Ángel Prado Pérez abrió las entrañas de un gran tiburón que había capturado en las afueras de la bahía habanera. Prado se sorprendió al encontrar dentro del escualo un brazo, restos de una camisa y chaqueta identificados luego como de Claudio Bouzón, obrero comunista de origen gallego, detenido y desaparecido por la policía machadista junto a su compañero Noske Yalob, durante la noche del 14 de enero de 1928.
Bouzón y Yalob fueron detenidos por la policía cuando pegaban carteles contra la realización en La Habana de la VI Conferencia Panamericana desarrollada bajo los auspicios de Estados Unidos ese mismo mes, y el gobierno nunca dio respuesta sobre su paradero.
Después de derrotada la dictadura se conoció que ambos habían sido conducidos a la Fortaleza San Carlos de la Cabaña y asesinados a golpes con una barra de acero por orden del dictador, y sus cadáveres arrojados a la rada para que fueran despedazados por los tiburones. Ante la prueba de su culpabilidad, Machado ordenó la prohibición de la pesca de escualos en el litoral habanero, lo que provocó un escándalo adicional a la triste historia.
El propio día del macabro hallazgo ocurrió otro hecho sin precedentes. El dictador se reunió con sus seguidores para ordenar un cambio en la Constitución y convocar elecciones amañadas para continuar en el cargo seis años más, lo cual no contemplaba la Carta Magna de ese entonces. Así, con esta llamada “prórroga de poderes” se levantaría el rechazo de casi todos los sectores de la sociedad cubana, incluyendo partidos tradicionales burgueses.
En una visita previa a Estados Unidos, Machado anunció esos planes ante representantes de los principales intereses de la banca y empresas de ese país en la Isla, y les prometió que “las revoluciones han terminado para siempre en Cuba", con lo cual obtuvo el apoyo de su auditorio y un representante de la banca le respondió: “Poco importan los medios. Lo único que deseamos es que tan buen administrador permanezca largo tiempo en el poder".
Esta maniobra y su reflejo en la prensa oficial incrementaron la reacción de la opinión pública nacional de rechazo ante el crimen, que demostró la especial saña del tirano contra el Partido Comunista y ayudó a consolidar el prestigio y liderazgo de esa organización dentro de otras fuerzas del frente oposicionista.
Como respuesta a la oposición, los asesinatos y atropellos del gobierno se multiplicaron, ordenados por un dictador que se consideraba inmune y rodeado de una cofradía que llevó la adulación a extremos surrealistas.
Las consignas y objetivos de la primera huelga general del 20 de marzo de 1930 movilizaron a más de 200 mil trabajadores y empleados públicos, paralizaron prácticamente al país y denunciaron el entreguismo del régimen al imperialismo norteamericano y la explotación de los obreros. Aunque la huelga no pudo alcanzar todos sus propósitos, sus experiencias aportaron lecciones importantes y prepararon a sus dirigentes para batallas futuras.
Con esa experiencia previa, la huelga general de 1933, que se extendió desde el cinco de agosto hasta el 12 del propio mes a favor de reivindicaciones económicas, se fue radicalizando con la participación de las masas obreras agrupadas en la Conferencia Nacional Obrera de Cuba y en el Directorio Estudiantil, dirigidos por el Partido Comunista y encabezado por Rubén Martínez Villena, y paralizó el país hasta lograr la caída de la dictadura.
La Revolución del 33, como se le conoce. fue frustrada por Estados Unidos y sus aliados internos, principalmente el ejército encabezado por Fulgencio Batista, quien cerró el ciclo revolucionario de la época y se convirtió en el nuevo hombre fuerte del imperialismo yanqui para los próximos 25 años.
Hubo que esperar hasta que el ataque al Cuartel Moncada en 1953, dirigido por Fidel Castro Ruz, abrió la última y definitiva etapa de liberación nacional que culminó con el triunfo revolucionario del primero de enero de 1959.