La Historia me Absolverá proyecta los rumbos de la Revolución (II)

Programa 26 de julio

En su alegato durante el juicio por los ataques a los cuarteles de Santiago de Cuba y Bayamo el 26 de julio de 1953, Fidel Castro Ruz resumió en seis los problemas fundamentales de Cuba, tras fustigar los crímenes de la tiranía y justificar constitucionalmente la rebelión para derrocarla.
A juicio de Fidel, según cifras oficiales de entonces que pretenden manipular hoy los enemigos de la Revolución al decir que en 1958 Cuba era el país más desarrollado de América Latina, los seis problemas fundamentales eran los de la tierra, la industrialización, la vivienda, el desempleo, la educación y la salud.
“He ahí concretados los seis puntos a cuya solución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos, junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política”, afirmaba el ya máximo líder de las fuerzas progresistas del país que formarían luego el Movimiento 26 de Julio (M-26-7).
Al explicar el primero de los problemas señalados, la tenencia de la tierra, precisaba que “el 85 por ciento de los pequeños agricultores cubanos está pagando renta y vive bajo la perenne amenaza del desalojo de sus parcelas”. 
“Más de la mitad de las mejores tierras de producción cultivadas están en manos extranjeras. En Oriente, que es la provincia más ancha, las tierras de la United Fruit Company y la West Indies unen la costa norte con la costa sur”, denunciaba. 
Y precisaba luego que, unos “100 mil agricultores pequeños, que viven y mueren trabajando una tierra que no es suya, contemplándola siempre tristemente como Moisés a la tierra prometida para morirse sin llegar a poseerla, que tienen que pagar por sus parcelas como siervos feudales una parte de sus productos, que no pueden amarla, ni mejorarla, ni embellecerla, plantar un cedro o un naranjo, porque ignoran el día que vendrá un alguacil con la guardia rural a decirles que tienen que irse”.
“Hay 200 mil familias campesinas que no tienen una vara de tierra donde sembrar unas viandas para sus hambrientos hijos y, en cambio, permanecen sin cultivar en manos de poderosos intereses cerca de 300 mil caballerías (cuatro millones 26 mil hectáreas) de tierras productivas”, agregaba Fidel.
“Si Cuba es un país eminentemente agrícola, argumentaba en su alegato, si su población es en gran parte campesina, si la ciudad depende del campo, si el campo hizo la independencia, si la grandeza y prosperidad de nuestra nación depende de un campesinado saludable y vigoroso que ame y sepa cultivar la tierra, de un Estado que lo proteja y lo oriente, ¿cómo es posible que continúe este estado de cosas?”.
Al respecto, anunciaba Fidel que una de las primeras leyes de la Revolución tras su triunfo sería “conceder la propiedad inembargable e intransferible de la tierra a todos los colonos, subcolonos, arrendatarios, aparceros y precaristas que ocupasen parcelas de cinco o menos caballerías de tierra, indemnizando el Estado a sus anteriores propietarios a base de la renta que devengarían por dichas parcelas en un promedio de 10 años”, y definió por primera vez esa acción como la Reforma Agraria.
Aclaraba que esa reforma está protegida por la Constitución de 1940, vigente entonces, uno de cuyos artículos “manda que se proscriba el latifundio y, a los efectos de su desaparición, la ley señale el máximo de extensión de tierra que cada persona o entidad pueda poseer para cada tipo de explotación agrícola, adoptando medidas que tiendan a revertir la tierra al cubano”.
“Un gobierno revolucionario --explicaba Fidel con visión de futuro--, después de asentar sobre sus parcelas con carácter de dueños a los 100 mil agricultores pequeños que hoy pagan rentas, procedería a concluir definitivamente el problema de la tierra. Primero: estableciendo como ordena la Constitución un máximo de extensión para cada tipo de empresa agrícola y adquiriendo el exceso por vía de expropiación, reivindicando las tierras usurpadas al Estado, desecando marismas y terrenos pantanosos, plantando enormes viveros y reservando zonas para la repoblación forestal. Segundo: repartiendo el resto disponible entre familias campesinas con preferencia a las más numerosas, fomentando cooperativas de agricultores para la utilización común de equipos de mucho costo, frigoríficos, y una misma dirección profesional técnica en el cultivo y la crianza y facilitando, por último, recursos, equipos, protección y conocimientos útiles al campesinado”.
Igualmente denunció ante el tribunal la situación de “unos 500 mil obreros del campo que habitan en bohíos miserables, que trabajan cuatro meses al año y pasan hambre el resto compartiendo con sus hijos la miseria, que no tienen una pulgada de tierra para sembrar y cuya existencia debiera mover más a compasión si no hubiera tantos corazones de piedra”.
La tenencia de la tierra fue puesta por Fidel en el primero de los seis problemas fundamentales de Cuba en 1953, pero con toda razón lo vinculaba con los otros cinco, sin cuya solución de forma revolucionaria no podría lograrse el objetivo de un país verdaderamente independiente, soberano y con una democracia con todos y para el bien de todos, como quería Martí.

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