
Con casi seis años de anticipación al triunfo de la Revolución Cubana, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, hizo públicas sus intenciones para resolver los seis problemas principales económico-sociales del país y conquistar para el pueblo las libertades públicas y la democracia política.
En su alegato del 16 de octubre de 1953, hace casi 72 años, durante el juicio en su contra por los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en Santiago de Cuba y Bayamo el 26 de julio anterior, Fidel definió esos seis problemas como la tierra, la industrialización, la vivienda, el desempleo, la educación y la salud.
Tras analizar la grave situación del país entonces por la tenencia latifundista de las principales tierras agrícolas, Fidel expuso la crisis de la industrialización y el desempleo ante sus jueces, rodeado de un centenar de soldados armados del ejército que ya había torturado y asesinado a 75 de sus compañeros.
“Salvo unas cuantas industrias alimenticias, madereras y textiles, Cuba sigue siendo una factoría productora de materia primas”, denunciaba el ya líder de las fuerzas progresistas del país que formarían luego el Movimiento 26 de Julio (M-26-7) y derrocarían por las armas a la tiranía el 1 de enero de 1959.
“Se exporta azúcar para importar caramelos, se exportan cueros para importar zapatos, se exporta hierro para importar arados... Todo el mundo está de acuerdo en que la necesidad de industrializar el país es urgente, que hacen falta industrias químicas, que hay que mejorar las crías, los cultivos, la técnica y elaboración de nuestras industrias alimenticias para que puedan resistir la competencia ruinosa que hacen las industrias europeas de queso, leche condensada, licores y aceites y las de conservas norteamericanas, que necesitamos barcos mercantes, que el turismo podría ser una enorme fuente de riquezas; pero los poseedores del capital exigen que los obreros pasen bajo las horcas caudinas, el Estado se cruza de brazos y la industrialización espera por las calendas griegas”, agregaba en su alegato.
Fidel advertía entonces al tribunal: “pensad que ahora estáis juzgando a un acusado, pero vosotros, a su vez, seréis juzgados no una vez, sino muchas, cuantas veces el presente sea sometido a la crítica demoledora del futuro. Entonces lo que yo diga aquí se repetirá muchas veces, no porque se haya escuchado de mi boca, sino porque el problema de la justicia es eterno, y por encima de las opiniones de los jurisconsultos y teóricos, el pueblo tiene de ella un profundo sentido”.
“Nosotros llamamos pueblo si de lucha se trata, recalcaba Fidel, a los 400 mil obreros industriales y braceros cuyos retiros, todos, están desfalcados, cuyas conquistas les están arrebatando, cuyas viviendas son las infernales habitaciones de las cuarterías, cuyos salarios pasan de las manos del patrón a las del garrotero, cuyo futuro es la rebaja y el despido, cuya vida es el trabajo perenne y cuyo descanso es la tumba”.
Incluía en su denuncia el abandono social “a los 20 mil pequeños comerciantes abrumados de deudas, arruinados por la crisis y rematados por una plaga de funcionarios filibusteros y venales”.
Destacaba igualmente la incongruencia de que “desde el mes de mayo al de diciembre (de 1952) un millón de personas se encuentren sin trabajo en el país, y que Cuba, con una población (entonces) de cinco millones y medio de habitantes, tenga actualmente más desocupados que Francia e Italia con una población de más de 40 millones cada una”. En contraste con esa pasada realidad, en 2018 la tasa de desocupación en Cuba fue de 1,7 por ciento, dos veces más baja que la de Estados Unidos.
Anunciaba Fidel desde 1953 entre las primeras medidas que tomaría un gobierno revolucionario “la nacionalización del trust eléctrico y el trust telefónico, la devolución al pueblo del exceso ilegal que han estado cobrando en sus tarifas y pago al fisco de todas las cantidades que han burlado a la hacienda pública”.
De dos millones 800 mil personas carentes de luz eléctrica al triunfo de la Revolución y un 56 por ciento de electrificación nacional, todos los cubanos disponen del servicio eléctrico en sus viviendas, incluyendo viviendas ubicadas en lugares muy intrincados gracias al uso de paneles fotovoltaicos, y el país tiene instalados 14 veces más megavatios de generación que lo heredado desde su triunfo el 1 de enero de 1959. Pese a lo anterior, Cuba enfrenta actualmente una grave crisis del sistema electroenergético nacional (SEN) por la imposibilidad de darle mantenimiento capital a las termoeléctricas en las últimas décadas, debido al incremento del bloqueo genocida impuesto por Estados Unidos hace más de 60 años y las consiguientes limitaciones para conseguir inversionistas y créditos internacionales. Esto, unido a las severas sanciones decretadas por el gobierno de Estados Unidos contra quienes vendan combustible a la Isla, lo cual afecta directamente al SEN.
La Revolución Cubana desde su triunfo en 1959 desarrolla un programa de industrialización, cuya urgencia subrayó la pandemia de la COVID-19 en la cual Cuba produjo tres vacunas valoradas internacionalmente y aplicadas sin costo alguno para toda su población. Grandes perspectivas se abren con el ingreso de nuestro país en los BRICS para acuerdos en el campo de la biotecnología y la industria farmacéutica, como parte de una estrategia integral en la misma línea de independencia tecnológica planteada desde 1953.
En 2025 el recrudecimiento a niveles extremos del bloqueo a Cuba obliga a su pueblo a severos sufrimientos y privaciones, agravados por la imposibilidad económica de renovar la industria energética nacional, pero el espíritu del Moncada se mantiene y al igual que entonces, la Revolución saldrá victoriosa con el apoyo y la unidad del pueblo.