
“No le tengo ni un ápice de miedo a la muerte, lo único que siento es que me van a asesinar por la espalda”, declaró Mella antes de salir de Cuba al exilio anticipando lo que el dictador cubano, Gerardo Machado, ordenaría a sus sicarios ejecutar el 10 de enero de 1929 para cortar su fecunda vida.
Era la noche de ese día de enero hace 95 años. El joven líder estudiantil y antiimperialista cubano, Julio Antonio Mella Mc Partland, caminaba por una calle de la ciudad de México con su compañera, Tina Modotti, cuando sus asesinos lo liquidaron a balazos, por la espalda como él había vaticinado.
El “asno con garras”, cómo definiría a Machado el joven Rubén Martínez Villena, cumpliría su amenaza cuando al reclamarle al dictador la liberación de Mella encarcelado por acusación de terrorista, éste le contestó furioso ante testigos: “Tiene usted razón, joven. Yo no sé lo que es comunismo, ni anarquismo, ni socialismo. Pero a mí no me ponen rabo ni los estudiantes, ni los obreros, ni los veteranos, ni los patriotas, ni Mella. ¡Y lo mato! ¡Lo mato!”.
Dos meses antes de cumplir 26 años Mella pasaría a las filas de los héroes eternos de la Patria, con una obra revolucionaria tan impresionante que resulta difícil imaginar cómo pudo hacer tanto, y organizar a tantos sectores populares de Cuba y América Latina en su corta vida.
Su mensaje antiimperialista mantiene hoy plena vigencia, cuando decía: “La hora es de lucha, de lucha ardorosa; quien no tome las armas y se lance al combate pretextando pequeños desprecios, puede calificarse de traidor o cobarde. Mañana se podrá discutir, hoy solo es honrado luchar”.
Nació Mella un 25 de marzo de 1903 en La Habana, y es uno de los fundadores de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) el 20 de diciembre de 1922, cuando apenas tenía 19 años. Con esa misma edad publicó sus primeros trabajos periodísticos en la revista universitaria Alma Máter (1922-1923), de la que fue fundador y administrador. En enero de 1923 ya es el líder de la lucha estudiantil por la reforma universitaria y presidente de la FEU. En octubre de ese año organiza y dirige el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, y en noviembre crea la Universidad Popular José Martí, con el propósito de impartir instrucción política y académica a los trabajadores y de vincular la Universidad con las necesidades de los oprimidos en el país.
Al interés académico por la renovación universitaria unía Mella la preocupación política por la modernización de la sociedad, ampliar la democracia y la participación de los estudiantes en la vida nacional. Sobre la función social de la Universidad de La Habana opinaba así: “El más alto centro de cultura no debe ni puede ser una simple fábrica de títulos. Una universidad latina no es una escuela de comercio a donde se va a buscar tan solo el medio de ganarse la vida: la universidad moderna debe influir de manera directa en la vida social, debe señalar las rutas del progreso, debe ocasionar por medio de la acción ese progreso entre los individuos, debe por medio de sus profesores arrancar los misterios de la ciencia y exponerlos al conocimiento de los humanos”.
Fue también Mella director y redactor de la revista Juventud (1923-1925), fundador de la Liga Anticlerical (1924) y de la sección cubana de la Liga Antiimperialista de Cuba, junto a Carlos Baliño y con la presencia combativa de Rubén Martínez Villena. La Liga, inspirada por la Internacional Comunista, sería un instrumento fundamental para la aplicación creativa de las ideas leninistas en los países coloniales y dependientes. Julio Antonio llegaría a convertirse en el máximo orientador de la organización en toda Latinoamérica. En este mismo año ingresa en la Agrupación Comunista de La Habana y desde ella despliega un trabajo muy activo entre el proletariado.
El 16 de junio de 1925, con 22 años, fundó junto a Carlos Baliño el Partido Comunista de Cuba, siendo su primer secretario de organización. En 1926 fue expulsado de la Universidad de la Habana por sus acciones revolucionarias, siendo además detenido por las autoridades. En la cárcel se declara en huelga de hambre indefinida. El Comité Pro-Libertad de Mella inicia una campaña para liberarlo, la presión nacional e internacional se hace sentir, es liberado el 23 de diciembre del propio año, se embarca entonces rumbo a Honduras.
Julio Antonio Mella se exilia en México y se vincula al movimiento revolucionario continental e internacional del cual es nombrado secretario general, posición rectora desde la que establece contacto con los revolucionarios y demócratas de toda la región e impulsa las actividades preparatorias para un evento internacional. En febrero de 1927, asiste al Congreso Mundial contra la opresión colonial y el imperialismo, celebrado en Bruselas, donde contacta con los revolucionarios y luchadores anticolonialistas de 37 países y 137 organizaciones progresistas del mundo.
En 1928 conoció en México a la fotógrafa y luchadora revolucionaria italiana, Tina Modotti, con quien mantuvo una intensa relación amorosa que solo duró cuatro meses al ser él asesinado. Al fallecer en sus brazos, la frase de Mella “Muero por la Revolución”, es su legado, y Tina lo recalcó al declarar: “En la persona de Mella asesinaron no sólo al enemigo del dictador cubano, sino al enemigo de todas las dictaduras… Esta noche, un mes después del cobarde asesinato, honramos la memoria de Mella prometiendo seguir su camino hasta lograr la victoria de todos los explotados de la tierra. De esta manera lo recordamos como él lo hubiera preferido: no llorando, sino luchando”.
Las cenizas de Mella fueron trasladadas a La Habana el 29 de septiembre de 1933, y reposan frente a la escalinata universitaria por la cual tanto luchó.