José Lezama Lima, destacado autor en la literatura hispanoamericana

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José María Andrés Fernando Lezama Lima, conocido como José Lezama Lima falleció en La Habana el 9 de agosto de 1976 a los 65 años, y aunque como escritor se dedicó sobre todo a la poesía y el ensayo su mayor fama es como novelista, en especial por su obra Paradiso de gran repercusión internacional.
Nació en La Habana el 19 de diciembre de 1910 y junto a Alejo Carpentier y otros escritores fue una de las más grandes figuras que ha dado la literatura insular. Su casa en La Habana es hoy la Casa Museo José Lezama Lima. De estilo barroco, es considerado por la crítica especializada uno de los autores más importantes de la literatura hispanoamericana.
Hijo de un coronel de artillería, nació en el otrora Campamento Militar de Columbia, ubicado entonces en los suburbios de la ciudad y a unos 12 kilómetros al suroeste de La Habana Vieja. Estudió en el colegio Mimó de la capital y se graduó de bachiller en 1928 en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana.
Obtuvo su Doctorado en Leyes en 1938, trabajó en un bufete y, desde 1941, en las oficinas del Consejo Superior de Defensa Social en el Castillo del Príncipe. Pasó en 1945 a la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación como funcionario, y en cuyo cargo viajó a México en 1949 y a Jamaica en 1950.
Participó en revueltas estudiantiles contra la dictadura de Gerardo Machado y fundó varias revistas, como Verbum (1937), Espuela de Plata (1939-1941), Nadie Parecía (1942-1944) y Orígenes (que fundó con José Rodríguez Feo en 1944 y que alcanzó gran popularidad hasta 1957). En esta última revista se expusieron las tendencias literarias de sus fundadores y colaboradores: lirismo estetizante e intelectualismo, clasicismo inclinado hacia el neoculteranismo y ausencia de todo compromiso social, lo que determinó su carácter altamente elitista.
Los principales amigos y compañeros de Lezama en esas épocas fueron Cintio Vitier, Eliseo Diego, Virgilio Piñera y O. Smith, además del también poeta y sacerdote español Ángel Gaztelu, quien influyó enormemente en su formación espiritual. 
Gran conocedor de Luis de Góngora y de las corrientes culteranas, devoto del idealismo platónico y ferviente lector de los poetas clásicos, A juicio de sus biógrafos Lezama “vivió plenamente entregado a los libros, a la lectura y a la escritura. Su poesía, no se alteró especialmente en la forma ni el fondo con la llegada de la Revolución cubana, y se mantuvo como una suerte de monumento solitario difícilmente catalogable. Para varios especialistas, “el conjunto de la obra lezamiana representó dentro de la literatura hispanoamericana una ruptura radical con el realismo y la psicología, y aportó una alquimia expresiva que no provenía de nadie”.
Su libro de poemas inicial fue Muerte de Narciso (1937) al que siguieron Enemigo rumor (1941), Aventuras sigilosas (1945), La fijeza (1949) y Dador (1960), entregas “que son otros tantos hitos de la poesía continental en la línea hermética y barroca de la expresión lírica”, precisan expertos. “Sin embargo, agregan sus biógrafos, la obra que consagró a Lezama dentro de las letras hispanoamericanas fue la novela Paradiso (1966), en la que se ha querido ver “una doble alusión a la inocencia bíblica anterior al pecado original y a la culminación del ciclo dantesco”. Póstumamente se publicó una novela incompleta, Oppiano Licario (1977), en la cual Lezama desarrolló la figura de un personaje de ese mismo nombre que ya había aparecido en Paradiso.
La vida de Lezama nunca tuvo una gran resonancia pública, ni antes ni después de la Revolución, a causa de su personalidad y de una precaria salud que colaboraba a su aislamiento. Precisamente el agravamiento de su asma crónica y problemas causados por la obesidad que padecía parecen haber sido la causa de su muerte, tras una larga estancia hospitalaria, el 9 de agosto de 1976 en La Habana.
 

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