José de la Luz y Caballero, destacado maestro, escritor y filósofo

José de la Luz y Caballero

José Cipriano Pío Joaquín de la Luz y Caballero fue un destacado pedagogo, escritor y filósofo formador de conciencias, cuyas enseñanzas engrandecieron el sentido de la nacionalidad cubana cuando estaba dominada la Isla por el colonialismo español y murió un 22 de junio de 1862, hace 162 años.

Considerado maestro por excelencia escribió artículos en las publicaciones de su época, libros de texto, realizó traducciones, compuso discursos y su obra más sorprendente fue “Aforismos”, notas breves que fue escribiendo durante su vida, con pensamientos religiosos, patrióticos, científicos y humanos.

Nació en La Habana un 11 de julio de 1800 hijo de Antonio José María, funcionario y oficial del gobierno colonial, y de Manuela Teresa de Jesús, en un hogar de propietarios criollos dueños del ingenio San Francisco de Paula y de la hacienda Santa Ana de Aguiar.

Al morir su padre el joven Pepe fue tutorado en los estudios por su tío José Agustín lo cual, junto al ambiente religioso del hogar, propició que su sobrino adquiriese dotes intelectuales de altura y ya a los 12 años estudiaba latín y filosofía en el convento de San Francisco.

En 1817 se titula de bachiller en filosofía en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana, y luego las inclinaciones personales unidas a los deseos de la madre y el tío hicieron que iniciara una carrera común a muchos de los hijos de criollos adinerados de la época, el sacerdocio, por lo cual ingresa en el Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio.

En el Seminario de San Carlos se graduó de bachiller en Leyes. Allí conoció a Félix Varela y Morales, del cual recibió clases, y en sus estudios profundiza en las doctrinas de los enciclopédicos maestros del Siglo XVIII europeo. Estudia a filósofos europeos como Locke, Condillac, Rousseau, Newton y Descartes. Igualmente se adhiere a las luchas de Varela y Caballero contra la filosofía y los métodos de enseñanza escolásticos entronizados en los planes pedagógicos del Seminario y de todos los centros de enseñanza de la capital y, se vincula a los esfuerzos culturales, científicos y cívicos del Obispo Espada.

Llega a dominar idiomas como el inglés, francés, italiano y alemán, traduce obras clásicas y viaja por Egipto y Siria durante los años 1783 y 1785. Viajó a Estados Unidos en 1828, y un año después recorrió Inglaterra, Escocia, Francia, Dinamarca, Bélgica, Holanda, Suiza, Alemania e Italia.

Estos viajes le permitieron madurar en su formación, establecer contacto con las ideas más avanzadas de entonces y estudiar cómo adecuarlas a la realidad de Cuba. Durante su estancia en Europa conoció a intelectuales de gran renombre como Goethe, Humboldt, Michelet y Walter Scott. Recogió allí lo más moderno en materia de Pedagogía y conoció las ideas de Pestalozzi y combatió las ideas de Víctor Cousin, con quien sostuvo una intensa polémica en el campo filosófico, entre 1838 y 1840, porque entendió que su doctrina contribuía a justificar y a perpetuar el dominio de España sobre Cuba, a la vez que ponía en peligro los valores nacionales.

Sus conocimientos sobre teología y sobre la vida religiosa propiciaron que se pronunciara repetidamente contra el clero español residente en Cuba, y se alejó del claustro religioso. Ya en 1824 era director de la Cátedra de Filosofía del Seminario de San Carlos, a la cual accede por pruebas de oposición, responsabilidad que antes ocupó José Antonio Saco, condiscípulo y amigo íntimo de Luz y Caballero, así como de su maestro Félix Varela, aplicando con fidelidad su metodología y doctrinas por las cuales se guiaba para impartir las clases. El deber del maestro era, para él, habituar a los alumnos a que pensasen por sí mismos.

Por aquellos años se graduó de Abogado en la Academia de Puerto Príncipe (1836), fue vicedirector (1834) y director (1838 y 1840) de la Real Sociedad Patriótica de La Habana, y tomó parte en el frustrado proyecto de establecer una Academia Cubana de Literatura. Durante las décadas de 1840 y 1850 colaboró en diversas publicaciones periódicas como el Faro Industrial de La Habana (1844) y la Revista de La Habana (1853-1854). Fue Socio Correspondiente de la Academia de Buenas Letras de Barcelona, a partir de 1841. Utilizó durante su vida varios seudónimos, para sus escritos periodísticos, entre ellos “Un Habanero”, “El Justiciero”, “Un Amante de la Verdad” y “El Amigo de la Juventud”.

Falleció en La Habana el 22 de junio de 1862. Su muerte produjo consternación general en el país, y en toda la Isla se cerraron las escuelas durante tres días en señal de luto.

Compartir:

Añadir nuevo comentario