
Hace 70 años, el primero de octubre de 1954, José Antonio Echeverría Bianchi asumió la presidencia de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), en la cual venía cumpliendo tareas de dirección como militante activo del movimiento revolucionario en la histórica Universidad de La Habana.
Desde febrero de ese año había asumido la secretaría general de la organización estudiantil y un día como hoy fue elegido presidente por sus indoblegables principios, férrea voluntad, patriotismo y valor personal a toda prueba.
En sus primeras declaraciones como presidente expresó que sus esfuerzos estarían encaminados a alertar al pueblo para que luchara por reconquistar sus derechos.
José Antonio nació el 16 de julio de 1932 en Cárdenas, y cayó combatiendo a la dictadura batistiana el 13 de marzo de 1957, a los 25 años, luego de tomar la emisora Radio Reloj para movilizar al pueblo y organizar el asalto al Palacio Presidencial, con el propósito de ajusticiar al tirano en su propia madriguera.
En su ciudad natal realizó los estudios primarios y secundarios, hasta licenciarse como Bachiller a mediados de 1950. En ese mismo año matriculó en la universidad capitalina la carrera de arquitectura por su afición por las matemáticas y el dibujo, y siguió practicando deportes con regularidad, a pesar de padecer de asma y tener sobrepeso.
Matriculado en la carrera de Arquitectura, apenas llegado a la Universidad su carácter afable y carisma le ganaron el apoyo de sus condiscípulos para el cargo de delegado de asignaturas y de curso, y poco después organizó el Grupo Arquitectónico de Renovación Estudiantil, con sus compañeros de avanzada. Más adelante, ocupó la secretaría general primero, luego la vicepresidencia y la presidencia de la Asociación de Alumnos de Arquitectura, hasta alcanzar, posteriormente, la presidencia nacional de la FEU.
El joven José Antonio, también conocido por sus amigos cariñosamente como Manzanita o El gordo, fue el jefe indiscutible de la organización y del Directorio Estudiantil Revolucionario que creó como brazo armado de esta, y demostró con su intensa vida que la FEU, dirigida por él hasta su asesinato en 1957, era digna sucesora del heroísmo de los antecesores de la organización fundada en 1922 por el connotado combatiente comunista y antimperialista Julio Antonio Mella, asesinado en 1929 bajo órdenes del tirano Gerardo Machado.
Estando de vacaciones en Cárdenas se enteró del golpe de Estado que el 10 de marzo de 1952 puso en el poder al dictador Fulgencio Batista. De inmediato regreso a La Habana, se integró a las protestas estudiantiles por el cuartelazo.
La dirección de la FEU le encomienda entonces organizar una huelga estudiantil en los planteles de enseñanza secundaria, y para ello viaja por todo el país. Su misión surte efecto y la dictadura allana los colegios y detiene a los dirigentes para acabar con la huelga. Entre el 2 y el 6 de abril de 1952, participa en la jura de la Constitución de 1940, cuyos principios había violado el cuartelazo batistiano.
El 8 de mayo, ya como secretario general de la FEU, se ocupa de la celebración del III Congreso de Estudiantes Secundarios, que tiene lugar en el Salón de los Mártires de la Universidad de La Habana. El 28 de octubre, José Antonio, Álvaro Barba y otros estudiantes, viajan a México para participar en el VIII Congreso Panamericano de Arquitectura. El gobierno de Batista ofrece un avión militar para el traslado de los participantes, pero se niegan a aceptarlo.
El 10 de enero de 1953, José Antonio participa en el acto de homenaje en que se devela el busto de Julio Antonio Mella, el cual es profanado cinco días después. El estudiantado manifiesta, de forma violenta, su rechazo a esta ofensa y son golpeados y detenidos muchos líderes estudiantiles, José Antonio entre ellos. El 27 de enero es uno de los organizadores de la Marcha de las Antorchas, desde la escalinata universitaria hasta la Fragua Martiana, y al siguiente día encabeza una concentración en el Parque Central para conmemorar el centenario del natalicio del Héroe Nacional de Cuba.
Junto a Álvaro Barba, Fructuoso Rodríguez, Juan Pedro Carbó Serviá y René Anillo, protagoniza, el 28 de marzo de ese mismo año, una fuerte protesta contra el gobierno de Batista frente al palco presidencial del carnaval habanero, por la cual es detenido y trasladado al Castillo del Príncipe.
Tras asumir la presidencia de la FEU José Antonio fortalece y desarrolla la lucha estudiantil contra la dictadura y promueve la solidaridad con los problemas económicos de Latinoamérica y el apoyo a sus luchas sociales y políticas. Al mismo tiempo promociona la vida cultural en los predios de la Universidad.
El 20 de enero de 1955, José Antonio, Fructuoso Rodríguez y otros jóvenes revolucionarios parten hacia Costa Rica para combatir el golpe y la invasión mercenaria del dictador nicaragüense Anastasio Somoza a ese país. Son ubicados en el frente de Guanacaste donde reconoce luego, públicamente, haber participado en numerosas acciones. A su regreso a Cuba son detenidos.
El 13 de febrero de 1955 organiza una manifestación estudiantil para conmemorar el segundo aniversario de la muerte del estudiante Rubén Batista, la cual es reprimida violentamente por la policía y José Antonio cae inconsciente debido a los golpes que recibió. El 24 de ese mes hace declaraciones a la prensa donde denuncia la farsa electoral de Batista y se pronuncia contra la toma de posición del nuevo presidente constitucional. Con esta intervención deja definida la posición revolucionaria de la FEU.
José Antonio realiza importantes declaraciones en favor de la amnistía de los presos políticos incluyendo a los asaltantes de los cuarteles Moncada y el de Bayamo. El 27 de marzo de 1955 la revista Bohemia publica sus declaraciones: ¡Qué no quede en la cárcel uno solo de los dignos luchadores contra la dictadura! ¡Todo intento de excluir a los combatientes del Moncada de la amnistía, encontraría el más amplio repudio de la opinión pública!
El 17 de abril de 1955 José Antonio denuncia nuevamente la farsa electoral del 1 de noviembre de 1954 y desenmascara a los grupos seudo oposicionistas de Batista y sus componendas para acceder al poder. Dos días después, el 19 de abril, es reafirmado como presidente de la FEU en las elecciones universitarias.
El 8 de mayo, José Antonio participa en el acto celebrado en El Morrillo y en la velada en el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas, en recordación al asesinato del luchador revolucionario Antonio Guiteras. El pacífico acto es atacado por la policía, y es apresado luego de sufrir la fractura de un brazo y graves contusiones en el cráneo.
Iniciado el año 1956, el joven líder reafirma la posición revolucionaria de los estudiantes y su estrecha unión con la clase obrera. El 24 de febrero publica su Carta abierta de la FEU al pueblo de Cuba, donde da a conocer la creación del Directorio Revolucionario, brazo armado de la FEU. El 9 de marzo de 1956 pronuncia uno de sus discursos más importantes: Contra las dictaduras de América, donde puntualiza el carácter antimperialista y latinoamericanista de su pensamiento revolucionario.
El 13 de julio de 1956 José Antonio es reelegido presidente de la FEU por mayoría casi absoluta. El 28 de ese mes viaja a Chile para representar a Cuba en un congreso estudiantil, y el 29 de agosto llega a México para entrevistarse con Fidel Castro y firmar juntos la Carta de México.
José Antonio regresa a Cuba el 24 de octubre de 1956 y destaca la solidaridad de las asociaciones estudiantiles del mundo con la lucha del pueblo cubano contra Batista. El 28 de octubre de 1956 se recrudece la acción de las fuerzas represivas como consecuencia del ajusticiamiento del coronel Antonio Blanco Rico, jefe del sanguinario SIM, por un comando del Directorio Revolucionario, tras lo cual José Antonio y los dirigentes de la FEU pasan a la clandestinidad.
El 13 de marzo de 1957, tras la toma de la emisora Radio Reloj, José Antonio se dirigió a la Universidad de La Habana. Su automóvil fue interceptado por la policía al costado del recinto universitario y se entabla el combate. Fructuoso Rodríguez, uno de sus más allegados, relató luego que: «El Gordo (José Antonio) cayó como un valiente. Con desprecio absoluto de su vida avanzó sobre una perseguidora y les disparó por la ventanilla. Cayó al suelo y volvió a pararse sobre sus rodillas y sacando un revólver (que le había quitado a un soldado) volvió a tirar por la ventanilla para dentro, en ese momento una ráfaga de ametralladora lo remató». Su valentía y firmes convicciones revolucionarias se convirtieron, para siempre, en un ejemplo para la juventud cubana.