
Hace 130 años, en el fragor del combate del 10 de abril de 1895 cayó mortalmente herido combatiendo en Alto de Palmarito, Baracoa, el mayor general santiaguero Francisco Adolfo Crombet y Tejera, luchador en las tres contiendas independentistas y quien era llamado por el cariñoso apelativo de Flor.
Así se refería José Martí sobre este destacado patriota nacido en El Cobre, Santiago de Cuba, el 17 de septiembre de 1851: "...Flor tiene un noble corazón, un juicio sano y piensa como pienso yo sobre los futuros destinos de Cuba".
Su padre era dueño de una dotación de esclavos, con una de las cuales, mantuvo relaciones carnales de la que nació Flor, quien fue criado por su tío paterno Manuel Crombet quien lo reconoció como hijo legítimo en 1855. Recibió una esmerada educación, la cual le ganó el sobrenombre de “el francesito criollo”.
Combatiente de las tres guerras. Se alzó en armas a los 17 años, el 20 de noviembre de 1868 recién iniciada la Guerra de los Diez Años, incorporándose como soldado, a las fuerzas del coronel Ángel Bárzaga y diez días más tarde quedó subordinado al entonces coronel Jesús Pérez.
Durante la también llamada Guerra Grande, por las destrezas militares que adquirió, fue ascendiendo en grados militares desde soldado de filas a teniente coronel, ganándose el respeto de los jefes y de las tropas mambisas.
En el ataque a Nueva Málaga lo nombraron cabo de segunda, en la toma de La Dorotea paso a cabo de primera, en el ataque a La Matilde ya era sargento de segunda y en el ataque a La Aurora sargento de primera el 22 de julio de 1869.
Por su desempeño en la defensa del campamento de Gurjiay fue ascendido a alférez, en la toma de Tío Juan a teniente, en la toma de El Cristal lo nombraron capitán el 13 de septiembre de 1869, tras el combate de cafetal de La Indiana pasó a comandante el 12 de agosto de 1871 y luego del ataque a Samá ya era teniente coronel el 24 de julio de 1872.
En julio de 1873 estaba subordinado al general de brigada Antonio Maceo, jefe de la segunda división del primer cuerpo Oriental y fue elegido por el mayor general Máximo Gómez para integrar el primer contingente invasor a comienzos de 1874.
Durante el combate de Naranjo Mojacasabe el 10 de febrero de 1874 recibió una herida en el labio superior que lo marcó para siempre. Participó en la batalla de Las Guásimas el 19 de marzo de 1874 y en el ataque a Caobillas el 10 de septiembre de 1874, todas en la provincia de Camagüey.
El 30 de septiembre de 1874 regresó a Oriente, junto a Maceo, para reincorporarse a la división Cuba. El 3 de marzo de 1875 participó en el ataque al ingenio Sabanilla. El 27 de octubre de 1875 fue ascendido a coronel. En enero de 1876 atacó y tomó al caserío de Guayabales. En 1877 fue nombrado jefe del Regimiento Guanimao y participó en el ataque a El Cobre y en la defensa de su campamento de El Aguacate.
Desempeñó un activo papel en la Protesta de Baraguá, opuesto a todo contacto con el enemigo español. El gobierno provisional de Baraguá lo ascendió a general de brigada y lo nombró jefe, en comisión, de la división de Cuba y Bayamo.
Tras concluida la guerra por la capitulación, e insatisfecho con los resultados de la revolución, marchó a Nueva York, Estados Unidos, donde se vinculó a los nuevos intentos independentistas y regresó a Cuba, como parte de las fuerzas, que participaron en la Guerra Chiquita, donde fue víctima del racismo, traicionado y detenido en Santiago de Cuba, el 13 de marzo de 1879, y enviado a España.
En la península ibérica estuvo veintitrés meses en prisión hasta que logró fugarse para incorporarse desde la emigración a la preparación de una nueva guerra contra el colonialismo español. En esos quince años de calma turbulenta, Flor realizó un periplo por varios países en función de sus actividades revolucionarias: desempeña un papel aglutinante y decisivo, recoge fondos, organiza expediciones, media entre líderes y no deja de estudiar la logística militar. Se preocupa por conocer la situación internacional mientras trabaja en lugares inhóspitos, sin abandonar su levita y su chaleco.
En Honduras ocupó los cargos de comandante general del departamento de La Paz, inspector general de cuarteles y secretario del tribunal supremo de guerra y justicia, a lo cual renunció, en 1884, para dedicarse a los preparativos de una nueva guerra de independencia en Cuba. En 1890 tuvo una activa participación en la frustrada conspiración conocida como La Paz del Manganeso. Descubierto, se vio obligado a salir hacia Costa Rica, desde donde colaboró en la organización del Plan Fernandina.
En Estados Unidos conoció a José Martí, y malogrado el Plan de Fernandina por una desafortunada e inoportuna delación, y escasos de recursos para el arribo a Cuba de los jefes revolucionarios, Crombet dice en carta a Martí que puede sin dilación enfrentar el reto. La posibilidad de poder adquirir embarcación en menos costo, hace a Martí, en consulta a Gómez determinar ponerlo al frente de la expedición que arribaría a costas cubanas en la goleta Honor el 1 de abril de 1895 por Duaba, cerca de Baracoa, Oriente, para reiniciar la Guerra Necesaria.
Esa expedición trajo a la Patria a valerosos jefes mambises como Antonio y José Maceo, Agustín Cebreco y otros, y poco después de llegar a las costas de Baracoa tuvieron el primer choque victorioso con fuerzas enemigas. Luego se dividieron en dos grupos. Unos continuaron el avance con Antonio Maceo y otros siguieron a Flor Crombet y José Maceo. En la loma de Alto de Palmarito, el que comandaba Flor Crombet se enfrentó a una guerrilla al servicio del gobierno colonial, y en esa ocasión recibió tres mortales disparos
En proclama, fechada en Duaba luego del desembarco, Flor Crombet dice: “A esta generación, no a otra alguna, le cabrá la gloria de libertar la Patria ... Mientras Cuba sea esclava no habremos cumplido ni con nuestra conciencia, ni con el hermoso programa americano. Ayacucho no es la última palabra de ese gran drama; a Cuba le cabrá la gloria de pronunciarla. América lo espera. Nuestro honor, además, lo exige... esforcémonos porque sea admitida como la heroína del Mar Caribe, y no juzgada de otra manera por la posteridad ... están con nosotros la razón y la justicia ... Vosotros que en más de cien batallas habéis demostrado que sabéis luchar y morir por la Libertad, enseñad al Mundo que sabéis triunfar en la lucha por la independencia de la Patria”.