
Hace 125 años, con el anuncio del bloqueo naval a la Isla el 21 de abril de 1898, comenzó el intento de los gobiernos de Estados Unidos por apoderarse de Cuba, al aprovechar el desgaste ocasionado a España por las acciones del Ejército Libertador desde el 10 de octubre de 1868.
En abril de 1898 ya las tropas mambisas estaban próximas a derrotar definitivamente al ejército colonial español. El capitán general Valeriano Weyler había ordenado una política de exterminio total al reconcentrar a la población rural en las ciudades, en condiciones infrahumanas, para privar a los mambises de su apoyo vital como prácticos y suministro logístico. Esta medida casi diezmó la población cubana por hambre y enfermedades e historiadores consideran que provocó la muerte de más de 400 mil seres humanos.
Pero la política de exterminio contra los cubanos fue un fracaso, dio una excusa humanitaria para lograr sus fines a los expansionistas estadounidenses en sus medios de prensa, y el gobierno español debió sustituir a Weyler por Ramón Blanco con su prédica autonomista el 10 de octubre de 1897. Ese mismo año el Gobierno de Washington intentó por última vez la compra a España de la Isla por 300 millones de dólares, pero el Gobierno español se negó a vender su colonia.
Para esa etapa se había creado una situación difícil para la metrópolis, pues los deseos de culminar tan costosa guerra no se materializaban. España no contaba con los 200 mil soldados más que eran necesarios para sostener sus posiciones otros dos años y los 100 millones de pesos oro requeridos para financiarla.
El 21 de abril los hechos se suceden rápidamente. Estados Unidos y España suspenden sus relaciones diplomáticas y Washington le declara la guerra. Al día siguiente inició de forma efectiva el bloqueo naval contra Cuba, aunque no hubo combates hasta dos meses después.
En La Habana se lleva a efecto una manifestación de protesta contra la injerencia de Estados Unidos en la guerra de los mambises cubanos por la independencia de España, pero ya había comenzado la intervención yanqui, mal llamada Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana. Este conflicto bélico enfrentó a Estados Unidos contra el Reino de España y duró tres meses y 17 días, hasta el 12 de agosto de 1898. Al rendirse España tuvo que entregar a Estados Unidos gran parte de sus posesiones coloniales: Cuba y Puerto Rico en el mar Caribe, las islas Filipinas y las islas de la Micronesia en el océano Pacífico. Comenzaba así la primera ocupación de la Isla por tropas de Washington, hasta el 20 de mayo de 1902 cuando se estableció la República Neocolonial amarrada a la Enmienda Platt.
Esa guerra significó el inicio de la fase imperialista de Estados Unidos y el cumplimiento de sus viejos anhelos de dominación mundial. La doctrina del “destino manifiesto” para los cubanos fue causa de deshonra nacional al frustrarse, cuando ya casi estaba logrado, el ideal independentista que habían proyectado José Martí y Máximo Gómez en el Manifiesto de Montecristi.
A finales del siglo XIX, el Reino de España era una potencia de segundo orden a nivel mundial, con una infraestructura socioeconómica semifeudal, un régimen político anacrónico, inestable y plagado de políticos incapaces y corruptos en una nación atrasada tecnológicamente. La otrora gloria del Imperio Español era un recuerdo en una nación arruinada y una de las más pobres de Europa, sin fondos ya para construir grandes y costosos buques de línea que se opusieran a las crecientes potencias, entre las cuales comenzaba a surgir Estados Unidos.
El 15 de febrero de 1898 explotó, sospechosamente, en la rada del puerto habanero el acorazado norteamericano Maine, dejando unos 260 muertos, y aunque fue catalogado como accidente por los españoles los estadounidenses lo denunciaron como agresión y fue el pretexto esperado para comenzar su guerra.
El 21 de abril de ese año, cuando declaró la guerra a España, Estados Unidos sólo contaba con un Ejército Regular de 2 143 oficiales y 26 040 cargos de menor graduación. Tenían solamente 28 mil efectivos y muy pocas reservas materiales, por lo que tuvo que incorporar a filas rápidamente a 275 mil hombres.
La experiencia de sus tropas se había forjado durante la expansión al oeste enfrentado a los indios estadounidenses. Desde la Guerra Civil estadounidense (1861-1865) no enfrentaban un ejército profesional y en sus armas usaban pólvora negra que al disparar revelaban la posición del tirador. La calidad del infante y su armamento no superaba en calidad al soldado español, cuyo Máuser era mejor que cualquier fusil estadounidense. La caballería adolecía del mismo mal que la infantería, falta de experiencia combativa moderna contra un ejército profesional, y la artillería tampoco estaba muy desarrollada.
La Marina era la mejor arma del ejército estadounidense. En vísperas de la guerra, el núcleo principal de la poderosa escuadra estadounidense eran siete acorazados modernos y un cuerpo de 13 cruceros menores, con un total de 73 buques de combate y 123 auxiliares y de transporte. Esto hacía un total de 196 unidades navales de superficie contra 61 que tenía España.
Todo esto explica por qué los estrategas norteamericanos buscaron con engaños el apoyo del Ejército Libertador, aunque una vez tomado Santiago de Cuba no dejaron entrar a los mambises a la ciudad. El pueblo cubano aprendió la lección y el 1 de enero de 1959 los nuevos mambises sí entraron a sus ciudades.