Felicidades a los trabajadores jurídicos cubanos en su día

Jurista

Lleguen este 8 de junio las más cálidas felicitaciones a todos los trabajadores jurídicos en su día, establecido en Cuba en homenaje a que en esa fecha de 1865 El Mayor Ignacio Agramonte defendió su Tesis de Grado para recibirse como Licenciado en Derecho Civil y Canónico.
Esta fecha servirá también, en medio de la actual guerra de manipulación mediática y apoyo abierto a la subversión interna por parte del gobierno de Estados Unidos y de otros países que se le subordinan en detrimento de sus soberanías, para recordar al Jurista Mayor, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, fundador y Presidente de Honor de la Unión Nacional de Juristas de Cuba y el más digno ejemplo de lo que deben ser los profesionales del Derecho con la verdad en defensa de los derechos del pueblo como su principal arma.
Recién triunfada la lucha armada contra la tiranía batistiana, el 21 de enero de 1959, Fidel definió así los objetivos del proceso que comenzaba: “la Revolución Cubana se puede sintetizar como una aspiración de justicia social dentro de la más plena libertad y el más absoluto respeto a los derechos humanos. Nuestra Revolución hay que defenderla como se defiende, no algo de Cuba, sino algo de América”.
Ya el 6 de marzo de 1959 precisaba Fidel ese concepto al afirmar que “la justicia es aquella que tiende, sencillamente, a sancionar el delito, no a mantener el delito en impunidad”, completando su propia expresión anterior de que “donde hay justicia no hay crimen”.
En el acto de celebración del Día del Jurista, en el entonces Hotel Habana Hilton, el 8 de junio de 1959, Fidel recordaba que “hoy somos, por encima de todo aquí, abogados. Ese concepto es el que nos une, aunque puedan separarnos conceptos más o menos radicales, ideas más o menos radicales, temperamentos más o menos radicales. Aquí presentes hay, entre abogados, ministros, magistrados, jueces, fiscales, abogados en general. Unos acusan, otros defienden, otros deciden; unos hacen leyes, otros las interpretan. Es decir que cada uno de nosotros en nuestra vida cotidiana hace algo diferente.   Nuestras funciones son bastante diferentes, sin embargo, aquí nos une un concepto:  somos hombres de derecho, hemos estudiado el derecho y nos hemos dedicados al derecho”.
Y puntualizaba desde los primeros meses de 1959 que “una revolución implica cambios, cambios que necesariamente chocan con el estado social existente, con los intereses existentes, y naturalmente que concita contra sí toda una serie de fuerzas poderosas: las fuerzas de los que han estado detentando el poder y los privilegios, las cuales lógicamente tratan de defender por todos los medios posibles esas ventajas que han estado disfrutando, no se resignan tranquilamente a perderlas. Los que conocen la historia de las revoluciones saben de las tremendas dificultades que han tenido que vencer para llegar a ser realidades, para obtener en muchas ocasiones una parte siquiera de lo que pretenden, porque son muchos y muy poderosos los intereses que se oponen a ellas, y particularmente en nuestro caso cubano, porque contra nuestra Revolución no solo se concitan intereses internos —que los hay, no debemos cegarnos, y aunque nos duela tenemos que reconocer que contra ella se concitan poderosos intereses internos, no por el número, sino por sus recursos, por su influencia, por su maña e incluso porque cuentan a su favor con todas las ventajas que implica el estado de ruina, de incultura y los malos hábitos y vicios que durante años, decenas de años, y en ocasiones siglos, han sembrado en los pueblos—, contra nuestra Revolución se concitan intereses extraños a la nación”.
Y advertía entonces a sus enemigos que “solo puede haber un precio al regreso de aquellos tiempos odiosos del pasado: ¡El precio del exterminio de nuestro pueblo!  Porque nuestro pueblo sabe una cosa:  que nos combaten no por injustos sino por justos, no porque hagamos el mal sino porque queremos hacer el bien, no porque seamos inmorales sino porque somos morales, porque hemos querido establecer la justicia sin medidas drásticas, sin sacrificar las libertades”.
El 10 de octubre de 1997 en la clausura del V Congreso del Partido Comunista de Cuba Fidel retomaba el tema y precisaba que (…) “para nosotros la justicia es una religión, para nosotros la libertad, el bienestar de nuestros compatriotas es una religión, la independencia es una religión, la patria es religión. Es decir, todo, revolución, patria, independencia, justicia social, el socialismo es para nosotros como una religión”.
Ante nuestras actuales dificultades cabe recordar el ejemplo de Agramonte, cuando en 1871 la situación de las fuerzas mambisas en el Camagüey eran muy difíciles y las autoridades españolas creyeron que era el momento de hacerle la propuesta de abandonar la lucha a cambio de permitirle la salida al exterior. Ante la insistencia de la propuesta y la interrogante de con qué recursos contaba para continuarla, respondió enérgicamente: “¡Con la vergüenza!”.
En este día del trabajador jurídico en Cuba los trabajadores de la Contraloría General y del Sistema Nacional de Auditoria continuamos trabajando unidos con el Ministerio del Interior, la Fiscalía General y los Tribunales de Justicia en cumplimiento del propósito mayor de hacer eficiente y próspera la economía nacional y el bienestar de nuestro pueblo, como nos convocan nuestro Partido y Gobierno, liberándola de los lastres de la corrupción y las ilegalidades, que junto a la indolencia, ineficiencia y burocracia atentan contra el desarrollo del país.

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