
Este 29 de agosto Cuba celebra los 130 años del natalicio en Matanzas de uno de sus grandes poetas, periodistas y revolucionarios, Manuel Navarro Luna, quien realizó gran obra intelectual y labor política en Manzanillo donde transcurrió la mayor parte de su vida.
Nació en 1894 en el poblado matancero de Jovellanos, descendiente de una familia mambisa, pero con escasos seis meses de edad fue llevado a la Ciudad de Manzanillo (actual provincia de Granma) por su madre Martina Luna, luego del asesinato de su padre Zacarías Navarro Pérez, capitán del ejército español, por la propia fuerza a la que pertenecía tras descubrir que apoyaba la lucha por la independencia de Cuba.
En Manzanillo pasó su niñez, conoció desde muy pequeño la realidad social de la Isla y donde pasó casi toda su vida. Allí aprendió las primeras letras con su madre e hizo sus estudios primarios en modestas escuelas de barrio. De niño estudió música y fue uno de los fundadores de la Banda Infantil de Música de Manzanillo.
Por la precaria situación familiar desde pequeño tuvo que abandonar la escuela para trabajar como: mozo de limpieza, limpiabotas, buzo y sereno, entre otros. En esa dura etapa de su infancia y juventud Navarro estudiaba en forma autodidacta y tomaba conciencia de la causa cubana por la libertad.
En 1915, a sus 21 años, se da a conocer en el mundo poético cuando publica sus primeros versos en las revistas manzanilleras Penachos, Orto y Céfiro, y los periódicos La Montaña, El Debate y La Tribuna. En esa misma época integró el Grupo Literario de Manzanillo, catalizador de su pensamiento revolucionario. En años posteriores fue director de las publicaciones La Defensa y La Montaña, fundó una filial de la Asociación de la Prensa y la Biblioteca Pública José Martí.
En 1919 publica su primer libro titulado Ritmos Dolientes y con el dinero recibido por esa edición, compró una casa para su madre. Formó parte del Grupo Literario de Manzanillo desde su fundación en 1921 y desde su juventud se relaciona con la actividad revolucionaria. Participa en un acto organizado por Agustín Martín Veloz en Manzanillo para recordar el Día Internacional de los Trabajadores, donde leyó su soneto titulado Socialismo, y muchos de sus textos fueron publicados en las etapas siguientes por la Revista Bohemia.
Desde 1919 fue uno de los más destacados exponentes de la poesía de combate popular, y a Ritmos dolientes le siguieron sus libros Corazón Abierto (1922), Refugio (1927), Surco (1928), Siluetas Aldeanas (1929), Cartas de la Ciénaga (1932), Pulso y Onda (1936) y La Tierra Herida, en 1943, entre otros, y todos gozaron de gran acogida popular.
En 1929 ingresó en la Defensa Obrera Internacionalista y en 1930 en el Partido Comunista. Formó parte del Comité de Auxilio del Pueblo Español durante el segundo lustro de la década del treinta, con una entrega total. En 1940, tras resultar elegido Paquito Rosales como primer alcalde de filiación comunista en Cuba, se le encomendó una función en el Departamento de Cultura de Manzanillo donde realizó una destacada labor. Por sus actividades contra la dictadura machadista en los años siguientes sufrió persecución y encarcelamiento, pues nunca escondió ni negó sus convicciones y realizó una abierta labor política.
Fue perseguido con saña durante la dictadura de Fulgencio Batista, y se vio obligado a pasar a trabajar en la clandestinidad después del año 1956, cuando colaboró activamente con los grupos revolucionarios.
Luego del triunfo revolucionario de enero de 1959, Navarro Luna estuvo dispuesto a cambiar la pluma por el fusil cuando lo reclamaron las circunstancias, se integró a las milicias nacionales y participó como miliciano en la limpia del Escambray. Publica en medios nacionales como la Revista de Avance, Letras, Social, Renacimiento, Unión, Bohemia, La Gaceta de Cuba, Verde Olivo, el periódico Hoy y luego en Granma. En 1962 publica su libro Odas Mambisas, vuelto a publicar en 1963, con la adición de varios poemas escritos entre 1943 y 1960 con el título de Odas Mambisas y Odas Milicianas. En dos de sus libros utilizó el seudónimo Mongo Paneque.
Su salud se había deteriorado significativamente por lo que empezó a requerir cuidados especiales; pero a pesar de ello, el poeta continuó ofreciendo charlas, conferencias, recitales y colaborando en distintas publicaciones cubanas hasta que su muerte en La Habana, el 15 de junio de 1966, próximo a cumplir 72 años.
Pese a su muerte física, el pueblo cubano sigue teniendo a este fiel poeta en la primera fila de defensa de sus justas causas. Cada año se realiza una peregrinación hasta el lugar donde reposan sus restos y se entrega el premio Manuel Navarro Luna a los poemarios inéditos mejor logrados en la Isla. Desde 1994 el Centro de Promoción Manuel Navarro Luna en Manzanillo es una institución activa en la recuperación de la memoria literaria, la promoción de nuevos escritores y el diálogo con el resto del país.
“La Revolución, que es tema constante en su poesía, anunciada, prometida, cantada por él, adquiere en Navarro, como en ningún otro poeta —salvo Martí— un acento desgarrador, en una escala que comienza con la protesta y termina en la imprecación… Aunque los años pasen y amontonen los siglos, su voz resonará impetuosa. Marcará uno de los momentos más altos y más profundos de la lírica cubana”, así lo definió nuestro Poeta Nacional Nicolas Guillen.