El rechazo de principios de Fidel al Pacto de Miami en 1957

Fidel Castro

Desde la Sierra Maestra el jefe de la Revolución Cubana, Comandante Fidel Castro Ruz, rechazó el Pacto de Miami que habían suscrito otras organizaciones opositoras a la tiranía batistiana, y precisó que lo importante no era la unidad en sí, sino las bases sobre la cual se sustentara esa unidad.
El 13 de diciembre de 1957, tras convocar a los miembros de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) a una reunión de urgencia en su comandancia en la Sierra Maestra y llegar a acuerdos, Fidel envió una carta explicando su rechazo al pacto suscrito por la mayoría de los partidos de oposición al tirano Fulgencio Batista.
En aquella reunión con Fidel se acordó por unanimidad repudiar los planteamientos formulados por la llamada Junta de Liberación, pues habían puesto en juego no solo el prestigio del M-26-7, sino incluso, la razón histórica de la Organización. Señaló que, mientras los dirigentes de las demás organizaciones que suscribieron ese Pacto se encontraban en el extranjero haciendo una revolución imaginaria, a los dirigentes del M-26-7 les cabía el mérito de estar en Cuba, haciendo una revolución real.
Afirmó que “el Movimiento jamás aceptaría el sacrificio de ciertos principios que eran cardinales en el modo de concebir la Revolución Cubana. Esos principios estaban contenidos en el Manifiesto de la Sierra Maestra y declaraban el rechazo enérgico a cualquier tipo de intervención extranjera en los asuntos internos de Cuba. No incluir esa cuestión tan importante era muestra de una evidente tibieza patriótica y de una cobardía que se denunciaba por sí sola”.
Fidel expresó en esa carta que el Movimiento era contrario a toda intervención, porque ello iría en menoscabo de la soberanía. En este documento pedía, incluso a los gobiernos como el de Washington que apoyaban a la tiranía, que no intervinieran en favor de la dictadura enviándole aviones, bombas, tanques y armas modernas con las cuales ésta se sostenía en el poder.
El Pacto de Miami fue proclamado en noviembre de 1957 por un grupo de fuerzas políticas opuestas a Batista, incluidas representaciones burguesas y por el economista Felipe Pazos, quien respaldó el documento en nombre del Movimiento 26 de Julio, aunque sin autorización de su Dirección Nacional. El documento estaba diseñado para asegurar la instauración de un régimen favorable a Estados Unidos tras la caída de Batista. 
A diferencia de Raúl Chibás, Felipe Pazos había salido de Cuba anteriormente bajo la protección de una embajada extranjera, y al llegar a los Estados Unidos comenzó a maniobrar con organizaciones revolucionarias y partidos políticos no electoralistas, para la constitución de un organismo de unidad, porque, según él, esa tarea le correspondía como firmante del Manifiesto de la Sierra Maestra en el que se hacía ese llamamiento.
Felipe Pazos obtuvo entonces el apoyo de representantes de diferentes organizaciones, como el Directorio Revolucionario 13 de Marzo, el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), la Organización Auténtica (OA), la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y el Directorio Obrero Revolucionario, para suscribir, en octubre de 1957, un documento por el que se pretendía llevar a cabo una supuesta unidad de los sectores revolucionarios, mediante un documento denominado Acuerdo de la Junta de Liberación de Cuba, conocido también como Pacto de Miami, fraguado a espaldas de la máxima dirección del M-26-7.
Faustino Pérez convocó a los dirigentes del M-26-7 que residían en La Habana para una reunión donde tomaron el acuerdo de no aceptar, por espurio, el supuesto Pacto. Este debía ser sometido a la consideración del resto de la Dirección Nacional en Santiago de Cuba y, cuanto antes, a la de Fidel. Además, se dispuso que Armando Hart le informara personalmente al líder del Movimiento sobre ese Pacto y el acuerdo que se había tomado, con el fin de evitar que la Junta de Miami designara un presidente provisional y la situación se volviese más engorrosa. En Santiago de Cuba, Hart convocó a una reunión en la cual se ratificó lo acordado en La Habana: desautorizar a los firmantes del Pacto de Miami y no reconocer a la Junta de Liberación.
Se sugirieron entonces nombres de distintas personas, pero todos coincidieron en proponer al doctor Manuel Urrutia Lleó, presidente de la Sala Tercera de lo Penal de la Audiencia de Santiago de Cuba, que había emitido un voto particular absolutorio de los acusados en la Causa No. 67 de 1956, por haber participado en la expedición armada del Granma. En ese juicio Urrutia legitimó la oposición armada al gobierno de Fulgencio Batista, un régimen inconstitucional, instaurado por un golpe militar, que pisoteaba los derechos humanos más elementales del pueblo cubano. Esta propuesta fue apoyada por Fidel al conocerla en la Sierra Maestra.
En el final de su carta de principios, Fidel precisa: “…sépase de una vez por todas, que la militancia del 26 de Julio no renuncia ni renunciará jamás a orientar y dirigir al pueblo desde la clandestinidad, desde la Sierra Maestra o desde las tumbas donde están mandando nuestros muertos. Y no renunciamos, porque no somos nosotros, sino toda una generación que tiene el compromiso moral con el pueblo de Cuba de resolver sustancialmente sus grandes problemas.  Y solos sabremos vencer o morir. Que nunca será la lucha más dura que cuando éramos solamente 12 hombres, cuando no teníamos un pueblo organizado y aguerrido en toda la Sierra, cuando no teníamos como hoy una organización poderosa y disciplinada en todo el país, cuando no contábamos con el formidable respaldo de masas evidenciado con la muerte de nuestro inolvidable Frank País. Que para caer con dignidad no hace falta compañía”.

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