
Con toda libertad, una masiva hospitalidad y el respeto de creyentes y no creyentes, el Papa Juan Pablo II visitó y recorrió la Isla, ofreció misas y departió con el Comandante en Jefe, Fidel Castro, demostrando hace 27 años la falsedad de las campañas propagandísticas desde Estados Unidos.
El 23 de enero de 1998 comenzó la primera visita a Cuba de un Sumo Pontífice de la Iglesia Católica a la Isla, la que rompió mitos y posibilitó su continuidad con las visitas del Papa Benedicto XVI, entre el 22 y 26 de marzo de 2012, y luego la del Papa Francisco, entre el 19-20 de septiembre de 2015.“Que Cuba se abra al mundo con todas sus magníficas posibilidades, y que el mundo se abra a Cuba” fue el pedido público de Su Santidad Juan Pablo II, lo que muchos analistas entendieron como un llamado a la eliminación del criminal bloqueo a la Isla y a la normalización de relaciones con Washington.
Fruto de años de negociaciones, la visita de Karol Wojtyla, el Papa nacido en Polonia y convertido en Sumo Pontífice del catolicismo con el nombre de Juan Pablo II, tuvo mucho que ver la gentil invitación que le hiciera el Presidente Fidel Castro, en su visita al Vaticano, en noviembre de 1996.
“Santidad, espero verle pronto en Cuba", dijo Fidel para despedirse. "Gracias, mi, bendición para el todo el pueblo cubano", le respondió Juan Pablo II, tras una cordial conversación en español, a puerta cerrada, entre ambos estadistas en la biblioteca personal del Papa.
Un año y tres meses después, Juan Pablo II tocaba suelo cubano. Al recibirlo, Fidel expresó: “La tierra que usted acaba de besar se honra con su presencia. (…) Santidad, pensamos igual que usted en muchas importantes cuestiones del mundo de hoy y ello nos satisface grandemente; en otras, nuestras opiniones difieren, pero rendimos culto respetuoso a la convicción profunda con que usted defiende sus ideas”.
Fueron días intensos. El Papa ofició su primera misa en Santa Clara, en la cual abordó el tema de la familia; la segunda, en Camagüey, donde habló acerca de los jóvenes. En Santiago de Cuba coronó la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, y finalmente, en su cuarta y última misa, el día 25 de enero de 1998 a la que asistió el presidente cubano Fidel Castro, habló desde la histórica Plaza de la Revolución José Martí, de La Habana.
¡Cuba, amiga, el Papa está contigo!”, fueron las primeras palabras que el Sumo Pontífice dirigió a una multitud de cientos de miles de personas.
También ese día Juan Pablo II sostuvo un encuentro con la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba y participó en una celebración litúrgica en la Catedral. Después, se dirigió al aeropuerto. Allí, el líder de la Revolución Cubana le dedicó afectuosas palabras de elogio: “Santidad: Creo que hemos dado un buen ejemplo al mundo: usted, visitando lo que algunos dieron en llamar el último bastión del comunismo; nosotros, recibiendo al jefe religioso a quien quisieron atribuir la responsabilidad de haber destruido el socialismo en Europa. No faltaron los que presagiaban acontecimientos apocalípticos. Algunos, incluso, lo soñaron”.
“Por el honor de su visita, agregó Fidel, por todas sus expresiones de afecto a los cubanos, por todas sus palabras, aun aquellas con las cuales pueda estar en desacuerdo, en nombre de todo el pueblo de Cuba, Santidad, le doy las gracias.”
Con posterioridad, Juan Pablo II afirmaría que no hubo un Jefe de Estado que se preparara tanto y de manera tan detallada y profunda para recibirlo como Fidel, quien dijo se leyó todas sus encíclicas papales, buena parte de sus discursos y hasta incluso varias poesías suyas.
Cinco años después, el 1ro de marzo de 2013, Juan Pablo II le dirigió una carta a Fidel en la que le ratificó su agradecimiento: “Muchas fueron las atenciones que recibí por parte de Vuestra Excelencia, de las demás autoridades y de tantos cubanos, por lo que, una vez más, quiero renovarles mi gratitud, a la vez que hago votos para que esa Nación camine siempre por verdaderas sendas de reconciliación y de paz, de desarrollo espiritual y material, de justicia, libertad y solidaridad, trabajando con empeño por una meta común, que es el auténtico bienestar de la Nación y de sus habitantes.”
Juan Pablo II murió en Ciudad del Vaticano el 2 de abril de 2005 a los 85 años. Ejerció el pontificado por más de 26 años, desde 1978 hasta su muerte, y fue el segundo pontífice más longevo, superado sólo por el papa Pío IX (1846-1878).
Karol Wojtyla fue el primer papa no italiano el holandés Adriano VI (1522-1523) y el único hasta la fecha de origen polaco. Fue canonizado por el Papa Francisco el 27 de abril de 2014 como San Juan Pablo II.