
Félix Francisco José María de la Concepción Varela y Morales, conocido en la historia como el Padre Varela, fue profesor, escritor, filósofo, político, y según uno de sus discípulos, el destacado maestro José de la Luz y Caballero, el primero que nos enseñó a pensar como cubanos.
Nació en La Habana el 20 de noviembre de 1788, hijo de Don Francisco Varela y Pérez, teniente del regimiento de fijos de La Habana, natural de Tordesillas, Castilla la Vieja, España, y de María Josefa Morales y Medina, santiaguera, siendo el tercero de sus hijos.
Estudió filosofía y teología en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio y se graduó. En 1811, ya siendo sacerdote, ocupó la cátedra de filosofía en dicho Seminario. Fue Diputado a las Cortes de Cádiz en 1822 en representación de Cuba, y allí defendió el derecho a la autonomía de los territorios americanos, propuso la abolición de la esclavitud en la Isla y la modernización de la enseñanza. El retorno español al absolutismo monárquico lo condenó a muerte por lo que tuvo que huir de España y establecerse en Estados Unidos, desde donde se consagró a fomentar el independentismo en los cubanos junto a notables pensadores criollos.
En su labor como profesor en Cuba el Padre Varela enseñó con los métodos pedagógicos más adelantados. Pese a que, según testimonio de José de la Luz y Caballero, dominaba el latín como su propia lengua, renovó la enseñanza de la época utilizando el español en sus clases y libros, en los cuales abandonó el escolasticismo imperante por la filosofía electiva e introdujo la experimentación en el estudio de las ciencias. Daba mucha importancia a que sus alumnos aprendieran a razonar con sus propias cabezas; lo importante es que aprendan a pensar y a decidir por sí mismos, recalcaba siempre.
Varela formó en las aulas del Seminario San Carlos a los mejores hombres de su época. Los frutos de su labor como maestro se muestran en aquellos patriotas como José Antonio Saco, Domingo del Monte, literato y protector de escritores y artistas, y José de la Luz y Caballero. Heredero de las enseñanzas de estos hombres. Alumno del Seminario fue también Rafael María de Mendive, el maestro de José Martí quien tuvo gran influencia en su formación.
El Padre Varela fue el primero que abrió el camino de la educación para todos cuando proclamó “La necesidad de instruir a un pueblo es como la de darle de comer, que no admite demora. Quién puede negar que es más ilustrado un pueblo en que todos saben leer y escribir".
En el tiempo en que Varela fue profesor en el Seminario fundó la primera Sociedad Filarmónica de La Habana, ingresó y trabajó en la Sociedad Económica de Amigos del País, escribió obras de teatro que se presentan en escenarios habaneros y escribió libros de textos para estudiantes de Filosofía. En 1817 es admitido como socio de número en la Real Sociedad Económica, que más tarde le confirió el título de Socio de Mérito. Por estos años aparecieron sus discursos en Diario del Gobierno, El Observador Habanero y las Memorias de la Real Sociedad Económica de la Habana.
A los 32 años, el 18 de enero de 1821, el Padre Varela inauguró en el Seminario de San Carlos, la primera Cátedra de Derecho de América Latina. Los jóvenes de La Habana se apiñan en las puertas y ventanas donde Varela imparte las clases. Allí se enseña por primera vez en estas tierras la legalidad, la responsabilidad civil y el freno del poder absoluto. El mismo Varela llama a estas clases "la Cátedra de la Libertad y de los Derechos Humanos, la fuente de las Virtudes Cívicas y la base del gran edificio de nuestra felicidad".
Aunque sólo pudo ejercerla por tres meses, su contribución al desarrollo del derecho constitucional y su defensa de los derechos humanos frente al despotismo y la tiranía española tuvo una gran repercusión en la conciencia de la naciente nación cubana. Aquella Cátedra de Constitución fue donde el padre Varela proclamó por primera vez en Cuba el carácter inalienable y sagrado de los derechos humanos. Allí defendió con claridad y valentía el derecho de los pueblos a tener su libertad y a elegir sus propios gobernantes. Allí fue en fin donde sembró las ideas políticas que más tarde habrían de conducir inevitablemente a la lucha por la independencia de Cuba.
El 22 de diciembre de 1822 presentó en las Cortes, con otras personalidades, una proposición pidiendo un gobierno económico y político para las Provincias de Ultramar. También presentó un proyecto pidiendo el reconocimiento de la independencia de Hispanoamérica y escribió una Memoria que demostraba la necesidad de extinguir la esclavitud de los negros en la Isla de Cuba, la cual no llegó a presentar. Al ser reimplantado el absolutismo por el rey Fernando VII, fue condenado a muerte por sus ideas avanzadas.
Obligado a emigrar a Estados Unidos, se vio obligado a vivir allí el resto de su vida. Primero en Filadelfia y después en Nueva York, donde publicó el periódico independentista El Habanero, que entraba subrepticiamente en Cuba. Redactó junto a José Antonio Saco, El Mensajero Semanal. En Nueva York publicó en 1830 el periódico The Protestand Abriger and Annotator, que defendía la Fe católica frente a los protestantes. Colaboró en El Revisor Político y Literario, Revista Bimestre Cubana y Recreo semanal del bello sexo.
Habiéndose resentido su salud desde 1846, se vio en la necesidad de viajar tres veces, en busca de mejor clima, a La Florida. Murió en San Agustín, Florida, Estados Unidos, el 25 de febrero de 1853. Después de instaurada la República, sus restos fueron trasladados a La Habana, y están colocados en un lugar de honor del Aula Magna de la Universidad de La Habana.