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En este año que se cumplen 95 años del nacimiento del Comandante Ernesto Che Guevara de la Serna en todo el mundo se le rinde el merecido homenaje a quien en vida fue un ejemplo de revolucionario consecuente, que “reunía en su extraordinaria personalidad virtudes que rara vez aparecen juntas”.
Así lo definió el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz tras agregar que “no sólo era un hombre de acción insuperable. Che era un hombre de pensamiento profundo, de inteligencia visionaria, un hombre de profunda cultura”. Y así lo recuerda también el pueblo de La Higuera donde fue asesinado luego de ser capturado herido, sin balas en su pistola y con su fusil inutilizado por un impacto.
La Higuera es un pequeño caserío en un lugar de las estribaciones de Los Andes, otrora perdido entre montañas y convertido desde 1967 en el sagrado lugar de peregrinaje de quienes, desde todas partes del mundo, vienen a rendir su homenaje al Che Guevara, el Guerrillero Heroico, a quien los vecinos del lugar lo veneran como San Ernesto de La Higuera.
Recorrer los 60 kilómetros de terraplén que la unen hoy con Vallegrande, la ciudad, más cercana ubicada al sureste de Bolivia, requiere una subida de tres horas en auto por un camino con curvas interminables rodeadas de abismos, donde letreros guiarán al viajero por “La Ruta del Che”, hasta llegar a una gran estatua del Guerrillero a 2160 metros sobre el nivel del mar.
Muy cerca de allí está la Quebrada del Yuro, o del Churo como la llaman los campesinos del lugar, donde el 8 de octubre de 1967 resistió Guevara detrás de una roca que aún conserva numerosos impactos de proyectiles.
Rodeado y herido el Che es capturado junto a dos guerrilleros que combatían en la quebrada, el boliviano Simeón (Willy) Cuba y el peruano Juan Pablo Chang y llevados a una rústica escuelita de dos aulas en La Higuera. El capitán de la unidad boliviana que lo capturó, Gary Prado, le aseguró que sería juzgado en una corte marcial en el Departamento de Santa Cruz, pero el alto mando boliviano encabezado por el presidente, general René Barrientos, decidió ultimarlo por indicaciones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
En ese mismo combate cayeron los combatientes internacionalistas cubanos Orlando Pantoja Tamayo (Olo), René Martínez Tamayo y Alberto Fernández Montes de Oca, en tanto un pequeño grupo que combatían en posiciones más distantes lograron retirarse cumpliendo la última orden del Che, el cual ellos consideraban que también lo había logrado hasta oír la noticia por radio.
Es conocida la forma en que asesinaron a los dos guerrilleros en la pequeña aula contigua en la cual mantenían al Che sentado en una pequeña silla escolar por sus heridas de bala en la pierna, su reacción enérgica cuando intentaron interrogarlo y cómo desafió al soldado que tenía la orden de matarlo.
Un coronel boliviano y un cubano que era agente de la CIA llegaron en un helicóptero a La Higuera donde estaban detenidos el Che y sus compañeros y dieron la orden de fusilarlos lo más rápido posible. Un sargento boliviano ejecutó la orden el 9 de octubre de 1967, día siguiente a su captura, y disparó al Che una ráfaga de ametralladora “del pecho para abajo”, como era su orden.
Un día después de su muerte, el cuerpo del guerrillero fue llevado en helicóptero a Vallegrande y expuesto en una morgue improvisada en el hospital de esa ciudad ante una treintena de periodistas, de ellos tres corresponsales extranjeros. Sus manos fueron cortadas para servir de identificación ante la CIA y su cadáver sepultado luego, con absoluto secreto, en una fosa común en la antigua pista de aviación de Vallegrande con otros guerrilleros caídos en el combate de la Quebrada del Yuro o asesinados en la escuelita de La Higuera.
Aunque la prensa internacional ofreció 125 mil dólares por el diario de Che en Bolivia, los revolucionarios bolivianos se aseguraron que este llegara a Cuba ese mismo año haciendo fallar el plan de la CIA de hacer propaganda anticomunista con copias adulteradas falseando las palabras del Che.
El 1 de julio de 1968 una masiva edición del diario es publicada en Cuba, repartida en forma gratuita y su texto causó un gran escándalo internacional por revelar cómo Bolivia y Estados Unidos tratan a los prisioneros de guerra.
Durante 30 años sus restos permanecieron sepultados en Vallegrande, hasta el 28 de junio de 1997en que, tras cinco años de intensa búsqueda y gracias a la revelación en una entrevista de prensa de un general en retiro, un grupo de especialistas cubanos dirigidos por el doctor Jorge González Pérez, identificaron sus restos junto a otros seis guerrilleros en la antigua pista aérea.
La Revolución Cubana nunca abandona a sus combatientes. El 12 de julio de 1997 fueron trasladados los restos a La Habana y, posteriormente, tras solemne homenaje de todo el pueblo de Cuba, depositados el 17 de octubre de ese año en el Complejo Monumentario Ernesto Che Guevara, mausoleo ubicado en la ciudad de Santa Clara.
Ese día el Comandante en Jefe Fidel Castro expresó: “Con emoción profunda vivimos uno de esos instantes que no suelen repetirse. No venimos a despedir al Che y sus heroicos compañeros. Venimos a recibirlos. Veo al Che y a sus hombres como un refuerzo, como un destacamento de combatientes invencibles, que esta vez incluye no solo cubanos, sino también latinoamericanos que llegan a luchar junto a nosotros y a escribir nuevas páginas de historia y de gloria.