
En toda guerra hay batallas que marcan el rumbo de la historia. La librada por el Ejército Rebelde en El Jigüe entre el 11 y 21 de julio de 1958, localidad del actual municipio Guamá en la provincia Santiago de Cuba, fue el último desastre para la ofensiva batistiana y el anticipo de su futura derrota.
La batalla se libró en la cercanía de la confluencia de los arroyos Jigüe y La Plata, cerca del poblado de Arroyo de las Cuevas, lugar por donde el 10 de junio de 1958, se realizó el desembarco de un batallón del ejército gubernamental con la misión de llegar hasta El Jigüe y permanecer allí hasta nueva orden. Una segunda misión de esas tropas era rescatar a los soldados prisioneros del Ejército Rebelde que se encontraban en una zona cerca de El Naranjal, conocida por los Bajos de Jiménez.
El Ejército Rebelde desarrolló entonces un nuevo plan de ataque con el objetivo de reducir el peligro potencial que representaba el batallón enemigo al que se enfrentaban, que los superaba en hombres y armas.
La batalla comenzó el día 11 cuando una patrulla del Ejército Rebelde chocó en la confluencia de los ríos Jigüe y La Plata con fuerzas del reforzado Batallón 18 de infantería de la dictadura. El objetivo de los rebeldes era herir algún soldado de la tropa enemiga, obligando así a enviar los heridos a la playa custodiado por dos pelotones, con una arria de mulos para traer provisiones a su regreso.
El 14 de julio el capitán rebelde Guillermo García Frías había logrado mejorar sus posiciones en el río La Plata, contaban con más armas y parque y se preparaban para emboscar al enemigo.
El Batallón 18 quedó cercado en el arroyo Jigüe y se enfrenta a una situación desesperada, con sus escasas provisiones prácticamente agotadas y sin poder evacuar a los heridos. Por instrucciones del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, quien dirigió personalmente la batalla, se trasladó el puesto de mando rebelde más cerca aún del batallón enemigo, para precisar las operaciones e instalar amplificadores de Radio Rebelde para pedirles que se rindieran ya que su derrota era inminente, y ponerle canciones del grupo El Quinteto Rebelde.
La escuadra de Vilo Acuña se posiciona en las alturas frente al Batallón 18 que permanece cada vez más asediado por los rebeldes en arroyo Jigüe. El pelotón de Guillermo García había dejado su posición en el río y se sitúa en otra altura que domina el frente del enemigo. A su derecha, el de Vilo Acuña y cerrando el río La Plata la tropa de Hugo del Río.
Durante varios días se combatió con valor por ambas partes, como reconoció Radio Rebelde en un parte firmado por el jefe del Ejército Rebelde. Fueron días donde se sucedieron combates en esta misma zona, en todos los cuales se hizo derroche de valores patrióticos, valentía, fidelidad, amor a la patria, y responsabilidad a la causa de la Revolución.
El 20 de julio, los oficiales y soldados del ejército batistiano, desmoralizados y vencidos, comenzaron a deponer las armas de acuerdo con las condiciones propuestas por los rebeldes, y la batalla terminó al día siguiente, el 21 de julio.
En el combate se ocuparon 249 armas, el enemigo tuvo 41 muertos entre soldados, clases y oficiales, y se le hicieron más de 200 prisioneros, 30 de ellos heridos. A partir de la batalla de Jigüe se inició la contraofensiva militar rebelde con las armas y el parque obtenidos.
En su libro “La victoria estratégica” Fidel definió la ofensiva del ejército batistiano durante más de 70 días en dos etapas. La primera entre el comienzo de la toma de Las Mercedes y el combate de Pueblo Nuevo, y la segunda que se caracterizó por la contención de la ofensiva enemiga.
“Esta etapa, precisa Fidel, se prolongó tal vez hasta el 11 de julio (de 1958), fecha en que comenzó la Batalla de El Jigüe, a partir de la cual se inició la etapa que pudiera denominarse la contraofensiva rebelde”.