
Cada 15 de mayo el mundo celebra desde 1983 el Día Internacional de la Familia, con derechos reforzados en Cuba por nuestro Código de la Familia y un llamado a enfrentar unidos los retos cotidianos, agudizados por la pandemia de la Covid-19 y el reforzamiento del genocida bloqueo de Estados Unidos.
En la Constitución, aprobada masivamente por referendo el 2019, el Estado reconoce y protege a las familias, cualquiera sea su forma de organización, como célula fundamental de la sociedad y crea las condiciones para garantizar que se favorezca integralmente la consecución de sus fines.
La familia cubana, de acuerdo con la Carta Magna, se constituye por vínculos jurídicos o de hecho, de naturaleza afectiva, y se basan en la igualdad de derechos, deberes y oportunidades de sus integrantes, todo lo cual, tanto en derechos como obligaciones aparecen incluidos en el Código de la Familia.
En particular, la salud pública es un derecho de todas las personas, como se evidenció en el enfrentamiento a la pandemia. Es responsabilidad del Estado garantizar el acceso, la gratuidad y la calidad de los servicios de atención, protección y recuperación de salud. Igual ocurre con la educación, en la cual tienen responsabilidad conjunta la sociedad y las familias. La ley establece también la obligatoriedad de estudiar sin costo para las familias y la preparación general básica que, como mínimo, debe adquirirse. Ambos derechos han sido duramente afectados por el recrudecimiento del bloqueo en los últimos años, en especial en las dos administraciones de Donald Trump.
Para el cubano, familia es un concepto mucho más amplio a la fundada en el libre consentimiento y en la igualdad de derechos, obligaciones y capacidad legal de los cónyuges. Para los niños que se crían en el Círculo Infantil jugando con sus amiguitos, sin importar la raza, ocupación o nivel de vida de sus padres, éstos serán considerados como sus hermanos durante toda la vida.
Igual ocurre con aquellos vecinos que siempre estuvieron atentos a su vida, solidarios con sus padres, quienes lo cuidaban cuando era necesario o le buscaban una medicina si estaba enfermo. Esos vecinos eran también su familia y muchos niños, luego hombres o mujeres, tenían en ellas una segunda mamá.
En el trabajo ocurre otro tanto, hay amistades que duran toda la vida y es frecuente que uno llame a otro hermano o hermana sin que medie vínculo sanguíneo, o que abracen a alguna persona querida como “mi viejo” o “mi vieja” al encontrarse con ellos, sin que medie otro parentesco.
Ni hablar de las hermandades que se forjaron en el combate, porque cuando la vida de uno depende de la firmeza y valentía de otro, no cabe duda que en esos momentos nace un vínculo tan fuerte que nada podrá romper.
O la relación que surge entre un paciente, como ocurrió con decenas de miles de cubanos durante la pandemia, con el médico y la enfermera que lo atendieron con cariño y, en muchos casos, le salvaron la vida. ¿Quién pudiera refutarle que los considere como parte de su familia?
Al establecer este Día Internacional, la Organización de Naciones Unidas (ONU) exhortó a los gobiernos, organizaciones no gubernamentales, instituciones académicas, grupos religiosos y personas a título individual, a promover una mayor comprensión de las funciones y problemas, los puntos fuertes y los puntos débiles de las familias, y profundizar en el conocimiento de los procesos económicos, culturales, sociales y demográficos que les afectan.
“Los temas de familia están en el corazón de la agenda social: cambios en las estructuras familiares, envejecimiento demográfico, el incremento de la migración, la pandemia del VIH/SIDA, y la globalización”, afirmó el entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan.
Particular atención corresponde a la familia en el acelerado proceso de envejecimiento de la población cubana, donde los más viejos dependen cada vez más del apoyo, comprensión y cariño de las personas con quienes conviven para seguir siendo y sintiéndose parte activa de la sociedad.
Cuba tiene una privilegiada posición entre los países que lograron controlar la pandemia de la Covid-19, gracias a las vacunas creadas por sus científicos y aplicadas a toda su población. Sin embargo, la grave crisis económica acentuada para una parte importante de la Humanidad y las actuales dificultades que afectan a nuestros compatriotas por el recrudecimiento a niveles genocidas por la actual administración estadounidense, imponen una dramática actualidad al llamado a fortalecer el papel de la familia, en su acepción más amplia, en el enfrentamiento a los nuevos retos y desafíos de la gran familia cubana.