El “descubrimiento” o el inicio del mayor genocidio de la historia

Encuentro de dos mundos

Cada 12 de octubre en algunos países se celebra el “Día de la raza”, otros lo llaman con moderación “Encuentro de dos mundos”, pero son muchos menos los que recuerdan esta fecha como la del inicio del mayor genocidio de la Humanidad, donde la “colonización europea” cobró la vida de más de 50 millones de personas.
Esa fecha se remonta al 12 de octubre de 1492 día de la llegada de Cristóbal Colón a América, hace 532 años, y del contacto entre Occidente y los pueblos americanos, iniciando una posterior lucha entre los colonizadores y los pueblos que habitaban desde muchos siglos antes los territorios de América y el Caribe.
Por ello, algunos países denominaron este día como de la Resistencia indígena, en defensa de su cultura e integridad contra la colonización de España, Portugal, Francia, el Reino Unido, Dinamarca y Holanda.
Este primer encuentro de dos mundos constituyó un acontecimiento de profundas consecuencias, al descubrirse que entre Europa y Asia, del lado opuesto del Océano Atlántico, existía un vasto continente que se llamaría posteriormente América y sería una de las cinco partes del mundo.
Lamentablemente las estadísticas de este genocidio cometido contra las poblaciones indígenas son estimaciones, en las que estudios consideran murió durante la conquista un 93 por ciento de los pobladores originales, una parte por enfermedades desconocidas como la viruela y otra por la feroz represión.
España derrotó a las grandes civilizaciones Azteca e Inca y estableció su Imperio a lo largo de toda la costa del Pacífico, la cuenca del Río de la Plata y El Caribe. Portugal colonizaría la franja costera de lo que hoy es Brasil. Francia estableció algunas colonias en la franja costera atlántica desde la actual Canadá hasta el norte de Brasil. El Reino Unido se estableció en la costa oriental de Norteamérica y en algunos sectores de la costa caribeña. Holanda y Dinamarca establecieron colonias en pequeñas islas del Caribe.
La conquista europea fue rechazada en diversas partes del continente por pueblos originarios que resistieron exitosamente las invasiones y mantuvieron el dominio sobre algunos de sus territorios hasta fines del Siglo XIX. La Araucanía, la Patagonia, la llanura pampeana, el Mato Grosso, la región Amazónica y las grandes praderas del oeste norteamericano, permanecieron muchos años bajo el dominio de naciones indígenas, algunas de las cuales todavía hoy reclaman sus derechos originarios.
Al genocidio de los primeros habitantes se suma que entre el siglo XVI y finales del siglo XIX se estima que unos 12.5 millones de hombres, mujeres y niños africanos fueron sacados a la fuerza de sus tierras de origen y llevados a América para ser vendidos como esclavos y realizar tareas forzadas. La gran mayoría trasladada desde África occidental y central, víctimas del abominable comercio transatlántico de esclavos, escribiendo así uno de los capítulos más oscuros de la historia de la Humanidad.
Los esclavos vinieron a resolver el problema de la escasez de mano de obra en trabajos de especial dureza como la minería y la agricultura. Eran la fuerza laboral de mayor movilidad, desempeñando todo tipo de tareas y la esclavitud doméstica, dando origen al mestizaje que caracteriza a muchos países de esta región.
La plantación esclavista dentro del mundo colonial respondió a las necesidades del desarrollo alcanzado por el sistema capitalista en Europa, y la trata y el contrabando de esclavos no solamente reprimieron los derechos individuales de los africanos traídos forzosamente, sino que establecieron paradigmas de discriminación que permanecen vigentes en algunos países. La superioridad blanca respecto al negro, la discriminación del negro hacia el propio negro por su estatus social y económico, fueron también herencias de ese sistema.
Capítulo aparte fue el saqueo de las riquezas naturales que existían en América y algunas de las cuales eran desconocidas para los conquistadores europeos. Rápidamente se dieron cuenta de que el oro y la plata eran muy importantes para su economía, pero también alimentos como el cacao, la vainilla y otras plantas, minerales, animales y tintes, que se convirtieron en productos de lujo en Europa.
Esos metales preciosos ayudaron a que la riqueza de las Coronas española y portuguesa creciera, y les permitió costear guerras contra otros imperios europeos: España contra Inglaterra y Francia, y Portugal contra Holanda y España.
Aunque la conquista de América suele identificarse con el sometimiento de los pueblos nativos y la toma de sus territorios, también incluyó una conquista económica para la explotación de los recursos naturales del continente americano para beneficio de los imperios español, portugués, inglés y francés.
Las poblaciones americanas merecen la reivindicación de su verdadera historia.
 

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