
Este 3 de diciembre, Día de la Medicina Latinoamericana, nuestro pueblo dedica su aplauso de siempre al Ejército de Batas Blancas, los médicos, científicos, enfermeros, técnicos, voluntarios, y colaboradores de salud, que enfrentaron heroicamente y vencieron la pandemia de la COVID-19 en Cuba y otros países.
Es un digno homenaje al natalicio del sabio cubano Carlos Juan Finlay quien nació el 3 de diciembre de 1833 en Camagüey, una vez graduado se enfrentó a la propagación en su época de la fiebre amarilla y descubrió que el mosquito Aedes Aegypti era el único agente capaz de transmitirla.
Finlay creó el método experimental de producir formas atenuadas de la fiebre amarilla en los seres humanos y formuló las reglas básicas para la erradicación del mosquito, dando inicio al método sanitario social conocido como lucha antivectorial tan conocido en la actualidad por todos en nuestro país.
La integralidad científica de la obra de este ilustre cubano, se manifiesta también en sus estudios sobre la lepra, las enfermedades de la visión, la malaria, el beriberi, la corea, la tuberculosis y el absceso hepático. También fue el primero que descubrió la existencia en Cuba de enfermedades como el bocio exoftálmico, la filariasis, la triquinosis, se adelantó a Carl von Rokitansky en la afirmación del origen hídrico del cólera y su observación sobre el tétanos infantil posibilitó el descenso de la mortalidad por esa causa.
A 189 años del nacimiento de este reconocido Benefactor de la Humanidad y a 107 de su fallecimiento, el 20 de agosto de 1915 en La Habana a la edad de 82 años, el nombre de Carlos J. Finlay permanece vigente hoy más que nunca por nuestro desarrollo científico en la biotecnología, la genética y la virología, la medicina tropical, la epidemiología y la entomología, lo cual nos ha permitido tener validadas tres vacunas de la COVID-19, pese a ser un país pobre del llamado Tercer Mundo.
Desde el mismo triunfo de la Revolución Cubana nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz priorizó las obras por la salud, en cumplimiento del programa que expuso durante su defensa en el juicio por el asalto al Cuartel Moncada, y que colocan a nuestro país entre los de mejores indicadores de salud mundial.
La base del sistema en la atención primaria es el médico de familia, que junto a una enfermera atienden la población de cada barrio, vinculados con 426 policlínicos y 284 hospitales con 90 mil camas y 100 salas de cuidados intensivos. Además, existen 166 clínicas estomatológicas, 27 bancos de sangre, 142 hogares maternos y 197 hogares de ancianos.
Esa infraestructura no sería eficiente si no contara con unos 100 mil médicos altamente calificados, lo cual convierte a Cuba en el país con mayor número de médicos por habitante del mundo, y con más de 85 mil enfermeros, muchos de los cuales son licenciados de enfermería.
Este potencial humano ha sido formado en el principio fidelista de considerar la salud como un derecho fundamental del hombre y un deber de la comunidad, pues “hay que tener en cuenta no sólo el valor de la vida, sino el valor de la salud humana” y considerar siempre que Patria es Humanidad.
Fieles a eso, los integrantes del Contingente Henry Reeve fueron postulados al Premio Nobel de la Paz por su desempeño internacionalista en numerosos países en el combate a la pandemia y miles de nuestros trabajadores de la salud atesoran con orgullo su trabajo durante décadas en unos 60 países.
Y todo eso enfrentando un genocida bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos hace más de 60 años y debiendo dedicar para garantizar la atención gratuita a la población de la pandemia durante dos años, unos mil millones de pesos sacados del presupuesto nacional cuando el turismo y las exportaciones del país estuvieron prácticamente paralizadas.
Los aplausos a los trabajadores de la salud por sus esfuerzos en beneficio de todo el pueblo, son este día un aplauso a la obra de la Revolución por haber creado un sistema capaz de derrotar una epidemia mundial y a nuestro pueblo por vencer una nueva batalla, como nos enseñó siempre Fidel.