Base de Estados Unidos en Guantánamo, una traición de hace 121 años

Base Naval de Guantánamo

El 16 de febrero de 1903 el entonces Presidente de Cuba, Tomás Estrada Palma, traicionó las ideas de José Martí y del Partido Revolucionario Cubano que ayudó a fundar, al firmar la cesión del territorio de Caimanera a Estados Unidos para implantar una Base Naval contra la voluntad nacional.
De esa manera, el Gobierno de Estrada Palma cedió para la Base Naval de Guantánamo un área de 117,6 kilómetros cuadrados del territorio nacional de Cuba, que permanece ocupada desde hace 121 años en contra de la voluntad del pueblo cubano.
El injerencista “Convenio para las Estaciones Carboneras y Navales” surgió a partir de la imposición de una enmienda constitucional para Cuba aprobada por el Congreso de Estados Unidos y firmada por el Presidente William McKinley en marzo de 1901, que se conoció como Enmienda Platt, mientras el territorio cubano estaba ocupado por el ejército de Estados Unidos.
La Enmienda Platt fue un apéndice de ocho artículos al proyecto de Ley de los Presupuestos del Ejército aprobado por el Congreso de Estados Unidos, e impuesto a la primera Constitución de la República de Cuba elaborada por la Asamblea Constituyente de 1901, bajo la amenaza de que, si no la aceptaba, Cuba seguiría ocupada militarmente.
El Artículo VII de esta Enmienda establecía la cesión de porciones de suelo cubano para ubicar estaciones navales norteamericanas “para poner en condiciones a los Estados Unidos de mantener la Independencia de Cuba y proteger al pueblo de la misma, así como para su propia defensa”.
Más insolente aún era el Artículo III, que “concedía a Estados Unidos el derecho de intervenir militarmente en la Isla cuando peligraran, a su juicio, la vida, la propiedad o las libertades individuales”. Advertía así al Gobierno de Cuba que “los Estados Unidos pueden ejercer el derecho de intervenir para la conservación de la Independencia cubana, el mantenimiento de un Gobierno adecuado para la protección de vidas, propiedad y libertad individual y para cumplir las obligaciones que con respecto a Cuba han sido impuestas a los Estados Unidos por el tratado de París y que deben ahora ser asumidas y cumplidas por el Gobierno de Cuba”.
También, en su Artículo VI se aprovecharon del error geográfico en el Tratado de Paris al referirse a Cuba como una isla y no un archipiélago, para disponer que el status de Isla de Pinos (actual Isla de la Juventud) sería determinado en un futuro tratado con Estados Unidos.
Estrada Palma luego de la muerte en combate de Martí quedó como presidente del Partido Revolucionario Cubano (PRC) y permaneció en Estados Unidos hasta mucho después de ocupada la Isla por el ejército norteamericano. En este período una de sus pocas acciones públicas fue la decisión unilateral, irresponsable e inconsulta de disolver el PRC en diciembre de 1898, al considerar cumplidos los objetivos que dieron lugar a su creación.
En inteligencia abierta con los estadounidenses durante la ocupación, Estrada Palma le recomendó al General en Jefe Máximo Gómez la disolución inmediata y sin compensación monetaria del Ejército Libertador y le dijo que sus gestiones para obtener el reconocimiento de los haberes de los militares ante el presidente McKinley habían resultado inútiles. Sugería el traidor Estrada que los mambises se emplearan como obreros en los ingenios, solución para la cual estaba ya en trato con los hacendados de Cuba. Máximo Gómez se negó rotundamente a disolver el ejército sin una compensación monetaria y le respondió en una carta: “Razones de orden público, de alta política, de moralidad, me decidieron a oponerme y a seguir oponiéndome a que nuestros soldados que tantas pruebas de abnegación han venido dando, regresen a sus hogares destruidos a sus campos yermos sin un centavo en el bolsillo (…)”
Estrada Palma se convirtió en candidato a las primeras elecciones cubanas en las cuales tuvo como oponente al Mayor General del Ejército Libertador cubano y último presidente de la República en Armas, Bartolomé Masó, quien se retiró finalmente por falta de garantías electorales y así fue como ganó.
Tomás Estrada Palma fue presidente de la República de Cuba de 1902 a 1906, resultando electo en las primeras elecciones celebradas en la República bajo supervisión norteamericana y gobernó con austeridad, pero con absoluto servilismo hacia los intereses norteamericanos.
Próximo a concluir su mandato decidió ser reelegido, para lo cual se valió de la fuerza del poder y del fraude, lo cual motivó que los seguidores del opositor Partido Liberal se alzaran en armas. Cuando se percató de que la revuelta popular amenazaba con derrocarlo del poder, prefirió solicitar al gobierno norteamericano una nueva intervención militar. Poco después renunció a la presidencia para facilitar la entrega de los destinos del país a los norteamericanos, quienes ocuparon Cuba por segunda ocasión el 12 de septiembre de 1906 y se mantuvieron hasta enero de 1909.

Fue resultado de un Convenio para las Estaciones Carboneras y Navales firmado entre el Gobierno de Estados Unidos y el Gobierno de Cuba, presidido por Tomás Estrada Palma, en circunstancias en que la Isla no poseía prácticamente independencia alguna a partir de la imposición de una enmienda aprobada por el Congreso de Estados Unidos y firmada por el Presidente Mc Kinley en marzo de 1901, que se conoció como Enmienda Platt, mientras el territorio cubano estaba ocupado por el ejército de Estados Unidos, después de su intervención en la guerra de independencia del pueblo de Cuba contra la metrópoli española.

Tomás Estrada Palma. Presidente de la República de Cuba de 1902 a 1906. Participó en la fundación del Partido Revolucionario Cubano. Fue electo presidente en las primeras elecciones celebradas en la República. Gobernó con honradez, pero con absoluto servilismo hacia los intereses norteamericanos.

Carente de experiencia política pretendió gobernar una nación salida de una devastadora guerra con la misma austeridad que dirigiera su colegio de Central Valley. Por esta razón impuso una economía basada en mayores ingresos que gastos, al punto de conseguir en 1905 un sorprendente superávit de más de 20 millones de dólares.

Próximo a concluir su mandato decidió ser reelegido, para lo cual se valió de la fuerza del poder y del fraude. Esto motivó que los seguidores del Partido Liberal se alzaran en armas. Cuando se percató de que la revuelta popular amenazaba con derrocarlo del poder, prefirió solicitar al gobierno norteamericano la intervención militar. Poco después renunció a la presidencia para facilitar la entrega de los destinos del país a los norteamericanos, por segunda ocasión.

Se incorporó a la Guerra del 68 en octubre, como secretario y ayudante del Mayor General Donato Mármol. Su madre, Candelaria Palma, no vaciló en seguir a su hijo a la manigua redentora y sufrir todos los rigores de una guerra sin cuartel.

El 23 del mismo mes fue designado para el cargo de síndico del gobierno cubano en Bayamo. En abril de 1869 fue elegido, en Guáimaro, miembro de la Cámara de Representantes, y en octubre de 1873 pasó a presidir ese órgano.

Al producirse la Sedición de Lagunas de Varona el 26 de abril de 1875, renunció a la Cámara. Integró la comisión que presidió el Mayor General Máximo Gómez, la cual se entrevistó con el Mayor General Vicente García, el 25 de junio de 1875, en Loma de Sevilla, Camagüey, para discutir las demandas que aún mantenían los sediciosos y de cuyas consecuencias fue sustituido el presidente Salvador Cisneros Betancourt por Juan Bautista Spotorno.

Tres días más tarde ocupó la Secretaría de Relaciones Exteriores y también atendió los asuntos de la Secretaría de la Guerra. A comienzos de 1876 resultó electo presidente de la Cámara de Representantes. Fue presidente de la República en Armas, desde el 21 de marzo hasta el 19 de octubre de 1877.

El 19 de octubre de 1877, cuando se encontraba acampado junto con su escolta en Tasajeras, entre los ríos Cauto y El Salado, fue sorprendido y hecho prisionero por el enemigo, que lo encerró en El Morro de La Habana y posteriormente lo deportaron a San Fernando de Figueras, Cataluña. Tras el cese de las hostilidades en Cuba fue liberado el 29 de mayo de 1878 y partió hacia los Estados Unidos desde donde se trasladó a Honduras.

Al llegar a Tegucigalpa, fue nombrado primer Director del Servicio Postal de Honduras, traductor oficial y profesor del colegio de señoritas. En el Servicio Postal, Estrada Palma estableció las normas para la correspondencia interna y externa y incorporó a Honduras a la Unión Postal Universal. Al año siguiente fue nombrado a la Junta de Directores del Hospital General, donde asumió el cargo de Secretario.

Cuentan que al salir deportado juró no regresar hasta que la Isla fuera independiente, de ahí que en la nación centroamericana contrajera matrimonio con la hija del expresidente Santos Guardiola Bustillo el 15 de mayo de 1881.

Años más tarde se establecería en la localidad de Central Valley, en el condado neoyorquino de Orange, donde volvió a adquirir una posición de respeto e importancia. Estableció el Instituto Estrada Palma, una escuela bilingüe y bicultural. Allí lo encontraría José Martí, cuando intentaba fundir los deseos independentistas de las nuevas generaciones de cubanos con los intereses de los veteranos de la Guerra del 68.

El Partido Revolucionario Cubano
El 17 de abril de 1892 presidió la sesión del Partido Revolucionario Cubano (PRC) en la que fue elegido Martí como Delegado de la organización anticolonial. En ese acto pronunció las palabras de clausura.

Estrada Palma encarnaba para Martí y otros muchos revolucionarios cubanos la continuidad histórica, la honradez intelectual y el civilismo democrático. Era visto como la personificación del vínculo de la Guerra del 68 y la que predicaba Martí, no sólo en una consideración generacional, sino también en un plano institucional, pues había sido presidente de la República en Armas, no había claudicado ante el enemigo ni aceptado el Pacto del Zanjón. Además, si bien por su extracción social procedía de la clase terrateniente, en la última década del siglo ostentaba la imagen del profesional honesto que se había forjado a sí mismo. Poseía las cualidades morales que lo acrecentaban ante sus contemporáneos, pues era conocida su honestidad, sencillez y dedicación al trabajo.

Luego de la muerte en combate de José Martí, que se confirmó en la emigración el 17 de junio de 1895, Estrada Palma fue elegido

Estrada Palma desde su puesto al frente del Partido Revolucionario Cubano tenía en sus manos la tarea diplomática de la revolución, la rectoría del partido en el exterior, la dirección de los trabajos conspirativos de las juntas revolucionarias de la Isla, la búsqueda de fuentes de financiamiento para la guerra, la adquisición de armamentos y el envío de expediciones. Su limitación mayor estaba en su propia línea de pensamiento conservador, su falta de fe en las virtudes de los cubanos, su creciente desconfianza en la capacidad del Ejército Libertador de obtener la victoria sobre España y su aprecio desmedido por los Estados Unidos, que lo hacían confiar ciegamente en sus gestiones para obtener concesiones de aquel país.

Si bien el Consejo de Gobierno cubano lo consideraba un simple subordinado de la secretaría de Relaciones Exteriores, según lo dispuesto en Jimaguayú, en los hechos las funciones que ejercía iban mucho más allá de lo que le permitía la Constitución. Por esa razón en numerosos medios de exterior se le consideraba el verdadero jefe de la revolución.

Sus potestades variaron poco cuando el gobierno dictó en agosto de 1896, las Disposiciones generales para la organización y régimen de la representación de Cuba en el extranjero. Por estas disposiciones si bien Estrada Palma debía sujetar las gestiones políticas y diplomáticas de la misión a las instrucciones que recibiera del Consejo de Gobierno no tendría que consultar previamente las determinaciones que tomara, sino sólo informar de ellas para su ratificación. En el plano financiero estaba facultado para levantar empréstitos y podía hacer concesiones y convenios y contratos en nombre de la República. Fue tal el alcance del poder acumulado por Estrada Palma luego de Jimaguayú que en la Constituyente de La Yaya fueron criticados por excesivos.

A pesar de los límites que se fijaron para su desempeño, Estrada Palma siguió actuando de forma casi independiente del gobierno. Por esa razón el Consejo de Gobierno en septiembre de 1896 le demandó la dimisión si no estaba dispuesto a acatar la disciplina. Estrada Palma se ofendió profundamente y presentó la renuncia pero el gobierno no la aceptó.

Estrada Palma dirigió gran parte de sus energías al frente de la Delegación a lograr el reconocimiento de la beligerancia de los cubanos por parte del gobierno de los Estados Unidos. La primera moción que se presentó en el Congreso de ese país – la del senador Wilkinson Call – fue resultado de las gestiones de Gonzalo de Quesada orientadas por Estrada para lograr el apoyo del legislador. Como parte de su estrategia en este sentido entabló relaciones con las grandes corporaciones azucareras norteamericanas y con la Standar Oil Company, entidades que se alineaban en la tendencia expansionista de los Estados Unidos.

Su desempeño como organizador del auxilio armado de la revolución fue muy desafortunado en los primeros tiempos de su gestión, sobre todo en el envío de expediciones. A pesar de contar con fondos para armarlas, la persecución de las autoridades norteamericanas y los espías españoles, unidas a su mezquindad a la hora de gastar dinero que lo llevaba a comprar buques inútiles como el George W. Childs o el Hawkins, donde casi perece el Mayor General del Ejército Libertador cubano Calixto García, hicieron que le criticaran dentro de la Isla y en la emigración.

Después de la creación del Departamento de Expediciones en febrero de 1896 y gracias a la labor de su muy competente jefe, el entonces coronel Emilio Núñez, la situación mejoró progresivamente. Si en 1895 llegaron a Cuba sólo cinco expediciones, en los nueve primeros meses de 1896 arribaron trece.

A pesar de su labor diplomática la Delegación no pudo conseguir que ninguna nación reconociera la beligerancia de los cubanos. Había una tendencia continental de reconocerla sólo en caso de que lo hiciera los Estados Unidos. Sólo mostraron alguna simpatía hacia la causa cubana el gobierno ecuatoriano dirigido por el general Eloy Alfaro y el del también general dominicano Ulises Heureaux, pero sin mayores consecuencias.

Estrada Palma y Gonzalo de Quesada intentaron obtener que el presidente mexicano Porfirio Díaz liderara una acción colectiva de las naciones de América dirigida a lograr una mediación con España y obtener la independencia de Cuba a cambio de una indemnización en dinero. Gonzalo de Quesada partió hacia México con una carta de Estrada Palma, pero el presidente mexicano no lo recibió. Una idea semejante para obtener el apoyo de los países centro o sudamericanos sugerida por el presidente Salvador Cisneros fue desechada por Estrada Palma quien no la encontró plausible.

La Delegación y particularmente Estrada Palma prestaron gran atención a la recaudación de fondos para la guerra en Cuba, pero no fueron para nada exitosos; fracasaron en colocar los bonos cubanos en el extranjero y en conseguir empréstitos. La gran burguesía cubana residente en el exterior fue remisa a contribuir con dinero a la liberación de su patria. El representante cubano en París, Ramón Emeterio Betances le escribió a Estrada Palma:
"no hay hacerse ilusiones; los ricos de aquí son indiferentes o enemigos de la revolución. Algunos contribuyen con algo más por complacer a los que vamos mendigando por amor a la independencia."

Durante el tiempo que Estrada Palma se mantuvo al frente del PRC se mantuvo la estructura del mismo, sólo se modificó una cuestión importante: Al surgir el cargo de representante del Consejo de Gobierno en el exterior, José Dolores Poyo, presidente del consejo de Cayo Hueso, propuso la modificación de los estatutos del Partido para dejar explícitamente en ellos que el partido siempre reconocería como Delegado a ese representante. Después de esto sólo el cargo de tesorero se mantuvo como elegible. Con esta medida Estrada Palma consolidó su poder dentro del partido, pues sólo debía rendir cuentas al Consejo de Gobierno, algo muy difícil de hacer con regularidad.

A diferencia de Martí, que siempre concedió gran importancia a la independencia de Puerto Rico, Estrada Palma consideraba que la acción del PRC debía concentrarse exclusivamente en la causa cubana. Con los patriotas puertorriqueños emprendió una sinuosa política de promesas incumplidas y de ocultamiento de información, que fue agraviando a éstos de forma tal, que luego de la invasión de Puerto Rico por las tropas de Estados Unidos durante la Guerra Hispano - Cubano - Norteamericana y la desaparición de la Sección Puerto Rico del PRC, las relaciones entre dicha Sección y la Delegación del PRC eran muy poco cordiales.

El PRC bajo la dirección de Estrada Palma, se redujo a un simple club de recaudación de fondos y pertrechos. Como su fuerza se había asentado en el exterior, en la misma medida en que los emigrados regresaban a Cuba luego de concluida la guerra el partido se desintegraba. La apatía se manifestaba particularmente en la cotización, los tabaqueros de Cayo Hueso se negaban a pagar sus contribuciones alegando que la guerra había terminado y en todas partes sucedía igual.

Desde el interior de la Isla nadie se mostraba interesado en fortalecerlo. Entre los que querían ver el partido desaparecer se encontraban los enemigos de la dirección política de Estrada Palma y elementos de pocos méritos revolucionarios interesados en la creación de nuevas agrupaciones políticas.

Ante esa situación Estrada Palma comenzó a trabajar abiertamente en la disolución del PRC bajo el argumento de que ya había cumplido su misión. A mediados de octubre de 1898 hizo cesar el Departamento de Expediciones y a finales de año dio a la publicidad la circular en la que anunciaba de manera oficial la disolución del partido. De esa forma concluyeron las funciones de la representación de la revolución cubana en el exterior.

Estrada Palma actuó de forma unilateral, irresponsable, inconsulta e impune al disolver el PRC. En vez de pedir orientación a los órganos políticos de la revolución se limitó a informar su decisión en una carta al vicepresidente Domingo Méndez Capote sin siquiera solicitar su autorización y desconociendo tácitamente al presidente Bartolomé Masó.

En su inteligencia abierta con los estadounidenses, Estrada Palma le recomendó entonces al General en Jefe Máximo Gómez la disolución inmediata y sin compensación monetaria del Ejército Libertador. Según le comunicó a Gómez, sus gestiones para obtener el reconocimiento de los haberes de los militares ante el presidente Mc Kinley habían resultado inútiles. Sugería que los mambises se emplearan como obreros en los ingenios, solución para la cual estaba ya en trato con los hacendados de Cuba. El general Gómez se negó rotundamente a disolver el ejército sin una compensación monetaria y le respondió en una carta:
“Razones de orden público, de alta política, de moralidad, me decidieron a oponerme y a seguir oponiéndome a que nuestros soldados que tantas pruebas de abnegación han venido dando, regresen a sus hogares destruidos a sus campos yermos sin un centavo en el bolsillo ”

Fiel a su juramento, Estrada Palma permaneció en Estados Unidos hasta mucho después de ocupada la Isla por el ejército norteamericano, período en que una de sus pocas acciones públicas fue la de disolver el Partido Revolucionario Cubano en diciembre de 1898, al considerar que ya estaban cumplidos los objetivos que habían dado lugar a su creación.

Estrada Palma se convirtió en candidato a las primeras elecciones cubanas en las cuales tendría como oponente al Mayor General del Ejército Libertador cubano y último presidente de la República en Armas, Bartolomé Masó. El 7 de septiembre de 1901, en carta al general Juan Rius Rivera, Estrada expuso su programa de gobierno, en el que se plasmaba su disposición a una relación íntima con Estados Unidos y alertaba sobre la necesidad de interpretar de forma favorable la Enmienda Platt y de establecer un tratado de reciprocidad comercial con la nación norteña, mientras en asuntos de economía doméstica apuntaba hacia una austeridad extrema.

Ante la falta de garantías electorales el General Masó optó por el retraimiento y Estrada Palma ganó sin oposición. El 20 de mayo de 1902 se convirtió en el primer presidente de Cuba. Al traspasarse la rama ejecutiva de los interventores norteamericanos al primer gobierno de Cuba, existían las siguientes secretarías: Estado y Justicia, Gobernación, Hacienda, Agricultura, Comercio e Industria, Instrucción Pública y Obras Públicas. Integraron el gabinete de Estrada Palma entre 1902 y 1906:

Enmienda Platt es un apéndice al proyecto de Ley de los Presupuestos del Ejército aprobado por el Congreso de Estados Unidos, e impuesto como parte del texto de la primera Constitución de la República de Cuba, elaborada por la Asamblea Constituyente de 1901, bajo la amenaza de que si no la aceptaba, Cuba seguiría ocupada militarmente.

El 25 de febrero de 1901 el Comité de Asuntos Cubanos del senado norteamericano aprobó una enmienda insertada a la Ley de Gastos del Ejército cuyo texto se convertiría en inaceptable para los cubanos que habían luchado durante 30 años por independizar a Cuba de España. El Senado estadounidense aprobó la ley que contenía la enmienda presentada por el senador Orville Platt –de quien tomó nombre- el 27 de febrero de 1901; la Cámara, el 2 de marzo, y el presidente William McKinley le dio su sanción al día siguiente.

Los principios fundamentales de la enmienda se recogían en carta de Elihu Root, secretario de la Guerra de Estados Unidos, al gobernador de Cuba, general Leonard Wood, quien a su vez los dio a conocer a la Comisión de Relaciones de la Asamblea Constituyente, encargada de elaborar el proyecto de relaciones entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos. Wood hizo su anuncio en el marco de una cacería en la Ciénaga de Zapata, a la que invitó a los miembros de la Comisión.

En la carta allí presentada por Wood se determinaba que el gobierno de la República de Cuba no realizaría ningún tratado o convenio con potencias extranjeras que comprometiera o limitara la independencia de la Isla. Asimismo, se expresaba que el suelo cubano no serviría de base para operaciones de guerra contra Estados Unidos, y que deberían regularse las relaciones comerciales entre Estados Unidos y Cuba por medio de un tratado de reciprocidad.

Que en cumplimiento de la declaración contenida en la Resolución Conjunta aprobada en 20 de abril de 1898, titulada Para el reconocimiento de la Independencia del pueblo cubano, exigiendo que el Gobierno de España renuncie a su autoridad y gobierno en la Isla de Cuba, y retire sus fuerzas terrestres y marítimas de Cuba y de las aguas de Cuba y ordenando al Presidente de los Estados Unidos que haga uso de las fuerzas de tierra y mar de los Estados Unidos para llevar a efecto estas resoluciones, el Presidente, por la presente, queda autorizado para dejar el Gobierno y control de dicha Isla a su pueblo, tan pronto como se haya establecido en esa Isla un Gobierno bajo una Constitución, en la cual, como parte de la misma, o en una ordenanza agregada a ella se definan las futuras relaciones entre Cuba y los Estados Unidos sustancialmente.
Artículos

La Enmienda Platt cuenta con 8 artículos.

Artículo I. Trata sobre la relaciones exteriores de la Isla. Este artículo era contradictorio, pues en esencia la Enmienda Platt que lo contenía menguaba la soberanía de Cuba:
Que el Gobierno de Cuba nunca celebrará con ningún Poder o Poderes extranjeros ningún tratado u otro convenio que pueda menoscabar o tienda a menoscabar la Independencia de Cuba ni en manera alguna autorice o permita a ningún Poder o Poderes extranjeros, obtener por colonización o para propósitos militares o navales, o de otra manera, asiento en o control sobre ninguna porción de dicha Isla.

Artículo II. Prohibía al gobierno cubano contraer deudas por encima de su capacidad de pago de intereses y de amortización:
Que dicho Gobierno no asumirá o contraerá ninguna deuda pública para el pago de cuyos intereses y amortización definitiva después de cubierto los gastos del Gobierno, resulten inadecuados los ingresos ordinarios.

Artículo III. Concedía a Estados Unidos el derecho de intervenir militarmente en la Isla cuando peligraran, a su juicio, la vida, la propiedad o las libertades individuales:
Que el Gobierno de Cuba consiente que los Estados Unidos puedan ejercitar el derecho de intervenir para la conservación de la Independencia cubana, el mantenimiento de un Gobierno adecuado para la protección de vidas, propiedad y libertad individual y para cumplir las obligaciones que con respecto a Cuba han sido impuestas a los Estados Unidos por el tratado de París y que deben ahora ser asumidas y cumplidas por el Gobierno de Cuba.

Artículo IV. Convalidaba todos los actos realizados por el gobierno militar norteamericano:
Que todos los actos realizados por los Estados Unidos en Cuba, durante su ocupación militar, sean tenidos por válidos, ratificados y que todos los derechos legalmente adquiridos a virtud de ellos, sean mantenidos y protegidos.

Artículo V. Disponía que Cuba quedaba obligada a atender con preferencia la sanidad de sus poblaciones para proteger el comercio y el pueblo del sur de los Estados Unidos. Los cubanos eran presentados como horda incivilizada que vivía gustosa sin condiciones higiénicas mínimas:
Que el Gobierno de Cuba ejecutará y en cuanto fuese necesario cumplirá los planes ya hechos y otros que mutuamente se convengan para el saneamiento de las poblaciones de la Isla, con el fin de evitar el desarrollo de enfermedades epidémicas e infecciones, protegiendo así al pueblo y al comercio de Cuba, lo mismo que el comercio y el pueblo de los puertos del Sur de los Estados Unidos.

Artículo VI. Reflejaba el error geográfico cometido, tanto por España como por los libertadores cubanos, al considerar que Cuba era una isla y no un archipiélago. Los norteamericanos se aprovecharon de ello para disponer que el status de Isla de Pinos (actual Isla de la Juventud) sería determinado en un futuro tratado:
Que la Isla de Pinos será omitida de los límites de Cuba propuestos por la Constitución, dejándose para su futuro arreglo por Tratado la propiedad de la misma.

Artículo VII. Único que, de hecho y contra la voluntad del pueblo cubano sigue ejerciendo su nefasta vigencia en la Base Naval de Guantánamo, establecía la cesión de porciones de suelo cubano para ubicar estaciones navales norteamericanas:
Que para poner en condiciones a los Estados Unidos de mantener la Independencia de Cuba y proteger al pueblo de la misma, así como para su propia defensa, el Gobierno de Cuba venderá o arrendará a los Estados Unidos las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados que se convendrán con el Presidente de los Estados Unidos.

Artículo VIII. Disponía un tratado permanente con Estados Unidos:
Que para mayor seguridad en lo futuro, el Gobierno de Cuba insertará las anteriores disposiciones en un Tratado Permanente con los Estados Unidos.

Oposición
En masivas manifestaciones el pueblo cubano se manifestó contra la decisión del gobierno de EE.UU., que malograba la independencia conquistada con tanto sacrificio. Una parte de los delegados cubanos estimó que no tenía atribuciones para deliberar acerca del contenido de la enmienda. Otra, encabezada por Eliseo Giberga, consideró que sí poseía competencia para hacerlo. Algunos asambleístas sugirieron que se creara una nueva comisión con el encargo de elaborar una respuesta al gobierno estadounidense, en que se solicitaran aclaraciones sobre algunos puntos de la Enmienda Platt.

Manuel Sanguily Garrite, junto con un reducido grupo de delegados, propuso la disolución de la asamblea con el fin de establecer otra convención de mayor autoridad, lo que la mayoría rechazó. El 15 de marzo de 1901 Salvador Cisneros Betancourt presentó su voto particular, en el cual dejaba constancia de su radical oposición con respecto a la ley aprobada en Estados Unidos. Otro de los más severos críticos de la enmienda fue Juan Gualberto Gómez, quien el 1 de abril siguiente sometió a discusión una memoria en la cual impugnaba la enmienda, por estimar que contravenía los acuerdos del Tratado de París y la Resolución Conjunta, y que contenía cláusulas que atentaban contra el principio de independencia y soberanía de Cuba; en particular, el tercero de los artículos, que establecía el derecho de intervención.

El 11 de abril, un grupo de delegados propuso que antes de que fuera aprobada la comisión que debía dirigirse a Estados Unidos para debatir cuestiones relacionadas con la Enmienda Platt, se declarara definitivamente que el criterio de la asamblea era contrario a ésta. La proposición fue aprobada por mayoría de votos. La comisión, presidida por Domingo Méndez Capote, llegó a Estados Unidos el 24 de abril, y al día siguiente fue recibida por Elihu Root y Leonard Wood, quienes insistieron en que ninguna de las cláusulas lesionaba la soberanía de Cuba, y en que el presidente McKinley aprobaría un convenio comercial favorable a las producciones cubanas.

Al regreso de los comisionados, y tras conocerse en la Isla su informe, un grupo de asambleístas mantuvo sus posiciones radicales en contra de la aprobación de la enmienda, por considerarla inconstitucional. El secretario de la Guerra de Estados Unidos, por su parte, rechazó las recomendaciones propuestas por la Comisión de Relaciones de Cuba.
Aprobación

Después de intensos y acalorados debates, y ante la oposición de los Estados Unidos de hacer cambios en la Enmienda, Enrique Villuendas, Gonzalo de Quesada y Diego Tamayo, integrantes de la comisión que viajo a Esatdos Unidos, presentaron una moción en la cual se recomendaba la aprobación textual de la ley norteamericana. La mayor parte de los delegados estimó que admitir la Enmienda Platt constituía la única forma de instaurar la república y finalizar la evacuación de la Isla por Estados Unidos.

La última votación sobre la Enmienda Platt se efectuó el 12 de junio de 1901, y el apéndice constitucional fue aprobado por 16 votos contra 11. La Enmienda se mantuvo vigente hasta 1934. El 29 de mayo de ese año se firmó un nuevo tratado de relaciones cubano-estadounidense, en el marco de la Política del Buen Vecino instrumentada por el presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt. El nuevo convenio estipulaba entre otras exigencias, al igual que el anterior, la permanencia de la base naval de Guantánamo, pero derogaba el artículo tres de la Enmienda, que establecía el derecho de intervención en la Isla.
Palabras de Leonard Wood

Un acertado juicio sobre la significación de este proceso lo hizo, precisamente, el general Leonard Wood, gobernador militar de la Isla durante la ocupación norteamericana:
Por supuesto, que a Cuba se le ha dejado poca o ninguna independencia con la Enmienda Platt y lo único indicado ahora es buscar la anexión. Esto, sin embargo, requerirá algún tiempo y durante el período en que Cuba mantenga su propio gobierno, es muy de desear que tenga uno que conduzca a su progreso y a su mejoramiento. No puede hacer ciertos tratados sin nuestro consentimiento, ni pedir prestado más allá de ciertos límites y debe mantener las condiciones sanitarias que se le han preceptuado, por todo lo cual es bien evidente que está en lo absoluto en nuestras manos y creo que no hay un gobierno europeo que la considere por un momento otra cosa sino lo que es, una verdadera dependencia de los Estados Unidos, y como tal es acreedora de nuestra consideración. Con el control que sin duda pronto se convertirá en posesión, en breve prácticamente controlaremos el comercio de azúcar en el mundo. La isla se norteamericanizará gradualmente y, a su debido tiempo, contaremos con una de las más ricas y deseables posesiones que haya en el mundo.

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