Alfredo López, líder incorruptible de la clase obrera cubana

Alfredo López

“Guerrero, maestro, hermano y compañero" definió Julio Antonio Mella a Alfredo López Arencibia, el máximo dirigente del movimiento obrero cubano en la década del 20 del Siglo XX asesinado brutalmente por las fuerzas represivas del dictador Gerardo Machado el 20 de julio de 1926, hace 97 años.
Mella, su amigo y compañero de luchas con quien compartió cárcel después de las protestas del 27 de noviembre de 1925 describe al líder gráfico de carácter recio y baja estatura: “No era un intelectual ni un erudito, sino un linotipista cuyo buen salario le habría permitido vivir con su familia holgadamente desde las filas de la llamada aristocracia obrera y, sin embargo, se había entregado por entero a la causa de la organización y la lucha del proletariado”. 
“Convertido en una personalidad que, envuelta en su traje oscuro y su corbata blanca, agregaba Mella, andaba con los bolsillos, como verdaderos archivos ambulantes, siempre repletos de folletos y revistas. Como un eterno buscador de información de cualquier tipo, se había convertido en un hombre de elevada cultura general y, sobre todo, de elevado sentido conceptual y práctico acerca de lo que significaba la explotación capitalista, la importancia de la organización unitaria y la necesidad indispensable de que los trabajadores adquiriesen la cultura general y política que necesitaban para la comprensión y el éxito de sus luchas, junto al significado del dominio norteamericano para la nación cubana”.
Nació el 2 de agosto de 1894 en Sagua La Grande y desde muy temprana edad comienza a trabajar en un taller tipográfico para ayudar a su familia. Más tarde se traslada a vivir a la ciudad de La Habana, donde consiguió trabajo en una imprenta y conoció las luchas sindicales de los obreros por mejorar sus condiciones de trabajo.
A los 19 años era uno de los fundadores y dirigentes de la Asociación de Tipógrafos. Luego fue vicepresidente y presidente del sindicato de los tipógrafos y a finales de 1919 organizó una gran huelga en su sector y tres meses después sus demandas fueron cumplidas.
Participó en el congreso obrero convocado por la Federación de Torcedores de La Habana y Pinar del Río, en abril de 1920, con representantes de 102 organizaciones obreras, donde propuso la creación de federaciones provinciales, como paso previo a la convocatoria de otro congreso obrero para unificar a todos los trabajadores del país en una sola organización.
Los asistentes al congreso acordaron realizar ese proceso unificador, que fue iniciado de inmediato bajo la conducción de Alfredo López, con apoyo de los representantes del pensamiento socialista cubano, especialmente Carlos Baliño, quien colaboró sin descanso por lograr la unidad entre los distintos sectores de trabajadores.
Como fruto de ese empeño nació, el 4 de octubre de 1921, la Federación Obrera de La Habana (FOH) que significó un importante avance en el desarrollo de la conciencia revolucionaria del movimiento obrero cubano. En esta organización Alfredo llegaría a ocupar la secretaría general y en 1925 fue figura clave en la fundación de la Confederación Nacional Obrera de Cuba
Cuando Machado tuvo que replegarse ante el clamor popular y suspender la arbitraria causa judicial contra Mella, quien realizaba una huelga de hambre, éste se vio obligado a marchar al extranjero en enero de 1926 pero Alfredo permaneció en Cuba al frente del movimiento obrero.
El 20 de julio de ese año, mientras se dirigía al Centro Obrero, el sindicalista fue interceptado por una jauría policiaca que lo atacó a bastonazos. Sus puños sucumbieron ante la superioridad numérica y lo llevaron al Castillo de Atarés, donde fue torturado y brutalmente asesinado antes de cumplir 32 años.
Presintiendo el trágico fin de su amigo, en agosto de 1926, Mella escribió sobre Alfredo: “Guerrero, Nadie conoce tu paradero, ¿acaso nos es dado a los revolucionarios escoger la forma de nuestra muerte? Caemos como soldados, donde la bala enemiga nos encuentre…Cuando nos llegue a la clase oprimida la hora de nuestro triunfo, la obtendremos en gran parte por lo que tú iniciaste. No tendrás avenidas de ciudades burguesas ni estatuas en los parques públicos. Pero cada proletario sabrá que las organizaciones que tú fundaste son los mejores monumentos a tu memoria”.
Los restos de Alfredo fueron hallados siete años después, el 24 de agosto de 1933, en las caballerizas del mencionado Castillo, junto con los de otras víctimas del machadato. La profecía de Mella se cumplió y los obreros cubanos recuerdan siempre como uno de sus precursores al recio sindicalista gráfico.

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