
Convocada por la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio para paralizar el país y desatar un movimiento de masas que acelerara el derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista, la huelga general del 9 de abril de 1958 sacudió varias provincias en los preludios de la contraofensiva rebelde.
Aun cuando la jefatura del Ejército Rebelde se oponía a acciones precipitadas en las ciudades y el llamado a una huelga sin el apoyo armado necesario, en aras de la unidad de acción contra la tiranía, dado el criterio de los dirigentes de la lucha clandestina en las ciudades, se convocó la huelga general.
Sin embargo, factores de orden táctico y organizativo, la precariedad de las armas disponibles junto a la no llegada de otras del exterior en las fechas previstas, el profundo quebranto sufrido por el M-26-7 en La Habana por la muerte anterior de varios cuadros fundamentales y la débil gestión y voluntad unitaria del Frente Obrero Nacional, entre otras causas, malograron el éxito de la convocada huelga general.
En las acciones armadas realizadas en numerosas ciudades y durante la feroz represión posterior murieron más de 130 combatientes revolucionarios, entre ellos el joven líder Marcelo Salado. La frustración de la huelga fue uno de los reveses más serios de la lucha insurreccional y la tiranía desató una feroz represión desde La Habana hasta la Sierra Maestra.
Las principales acciones realizadas el 9 de abril fueron el asalto a las emisoras nacionales y la transmisión por sus canales del llamamiento a la huelga general revolucionaria, el asalto a la armería de la Habana Vieja, voladura de registros de electricidad, quema de gasolineras y vehículos, paros y sabotajes en varias terminales de transporte del país, e interrupción del tránsito de entrada y salida de la capital.
También el asalto a la emisora de radio de Matanzas dirigido por Enrique Hart, el descarrilamiento de trenes en Jovellanos, ataque al cuartel de Quemado de Güines, interrupción de la carretera central en Manacas, acciones en Santa Clara, paralización total en Sagua la Grande y en casi toda la provincia de Oriente por la acción combinada de fuerzas guerrilleras y de la clandestinidad.
Se luchó y murió en toda Cuba. Al mediodía la huelga fue decreciendo y faltas de coordinación impidieron que el paro del transporte fuera unánime. Su frustración fue uno de los reveses más serios de la lucha insurreccional.
En la Sierra Maestra, el Ejército Rebelde cosechaba victoria tras victoria. Como consecuencia de la huelga general se formaron nuevas columnas guerrilleras en Oriente y el Escambray, a las que se incorporaron numerosos combatientes de la clandestinidad. Dos nuevas columnas rebeldes, la número 6, comandada por Raúl Castro Ruz, y la 3, bajo el mando del comandante Juan Almeida Bosque, fundaban dos nuevos frentes guerrilleros en la Sierra Cristal y los alrededores de Santiago de Cuba.
El 3 de mayo de 1958 en la reunión efectuada en Altos de Mompié, Sierra Maestra, quedó establecida una dirección única del Movimiento y el Ejército Rebelde cuyo máximo conductor político y militar fue el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Aún cuando ha huelga general fracasó, el análisis de sus causas logró la necesaria unidad de todas las fuerzas progresistas sin lo cual hubiera sido más difícil el triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959.