El Himno Nacional cubano se escuchó por vez primera en una iglesia

Himno Nacional

Las autoridades coloniales españolas se miraban asombradas cuando el 11 de junio de 1868, en un solemne Te Deum en las fiestas del Corpus Christie, se escuchó en la Catedral de Bayamo la combativa marcha que sería luego el Himno Nacional de Cuba y un símbolo de lucha por su independencia.
Interpretada con el consentimiento del párroco, quien desconocía su verdadero significado, y ante la presencia del Gobernador Militar de la Plaza, coronel Julián Udaeta, la marcha orquestada por Manuel Muñoz Cedeño provocó una reacción de confusión entre los españoles al sentirla fuera de lugar. 
Cuando el gobernador español escuchó la marcha se sorprendió y mandó a buscar al director de la orquesta quien le informó que era una marcha compuesta por el señor Pedro Figueredo (Perucho). El gobernador señaló a Perucho que la marcha no tenía nada de religiosa y sí mucho de guerrera a lo que este le respondió: “Usted no puede determinar que sea un canto de guerra puesto que no es músico”. El gobernador español quedó entonces con la duda. La marcha creada se popularizó, se silbaba por las calles, y presidió los actos de la Sociedad La Filarmónica. Catorce meses después de creada la melodía del himno, Perucho le incluyó la letra.
El origen del himno se remonta al 13 de agosto de 1867, cuando se reunió el Comité Revolucionario de Bayamo en la casa del abogado Pedro Figueredo para elaborar los planes que debían desencadenar el movimiento independentista cubano. 
Allí el Comité sugirió a Figueredo que compusiese nuestra Marsellesa. En la madrugada del 14 de agosto, el revolucionario bayamés escribió la melodía que llegaría a ser nuestro Himno Nacional. En aquel momento se le llamó La Bayamesa, como expresión de su carácter revolucionario y del lugar en que nacía la rebeldía nacional.
El 8 de mayo de 1868, Perucho Figueredo le solicita al músico Manuel Muñoz Cedeño la orquestación de aquella marcha, canto épico que se distanciaba de los himnos con perfiles sacros, e himno de guerra y de victoria que debía llamar al combate y exaltar el sentimiento patrio. 
Tal fue la acogida que los revolucionarios dieron a la orquestación de la marcha, que Perucho decidió tratar con el padre José Batista para interpretarla al finalizar la misa en la iglesia el 11 de junio de 1868, aprovechando que las festividades del Corpus Christie culminarían con un Te Déum en donde estaría presente el gobernador español.
Iniciada la contienda bélica el 10 de octubre de ese año, el alto mando mambí determinó proceder a la toma de Bayamo, lugar más estratégico de la provincia para el primer golpe certero a las fuerzas españolas. Sólo 10 días después, el 20 de octubre, la ciudad es tomada por las fuerzas insurrectas mambisas al mando del joven abogado Carlos Manuel de Céspedes. El combate se inició el día 18 de octubre a las siete de la mañana, y la capitulación se firmó a las 11 de la noche del 20 de octubre de 1868, lo cual marcó para la historia cubana, la primera gran victoria del ejército mambí, y La Bayamesa se cantó allí por primera vez en territorio libre del colonialismo español.

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