Camilo siempre estará a la vanguardia, en el corazón del pueblo

Fidel-Camilo-guerrilla.

Han pasado 65 años desde aquel triste 28 de octubre de 1959 cuando desapareció físicamente el Comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán, el bien llamado Señor de la Vanguardia en nuestra Guerra de Liberación, pero el pueblo cubano lo recuerda cada año con flores en el mar en eterno homenaje.
Tras el triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959, Camilo recibe la orden del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, de tomar Columbia, principal fortaleza militar de la tiranía batistiana, lo cual cumple el propio 2 de enero y al día siguiente lo designa Fidel como Jefe de las fuerzas de Tierra, Mar y Aire radicadas en La Habana. El 20 de enero, instaurado en el poder el Gobierno Revolucionario, fue designado Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde.
El primer año de la Revolución Cubana transcurre a un ritmo vertiginoso en la implementación de las primeras medidas para transformar el país, como había anunciado Fidel en el Programa del Moncada, conocido por el nombre de su alegato en el juicio como “La Historia me absolverá”.
El 20 de octubre de 1959 la asistente de Fidel desde los tiempos de la guerra, Celia Sánchez Manduley, comunica a Camilo la traición de Hubert Matos. Sin pensarlo un instante, y conociendo la segura reacción de Fidel de abortar personalmente la conjura, Camilo decide adelantársele para que éste no corra ningún peligro.
Acompañado por el Comandante Cristino Naranjo, otros compañeros de su máxima confianza y 20 hombres armados, parten en tres aviones alrededor de las cuatro de la madrugada del 21 de octubre de 1959. Camilo en el trayecto les explica los acontecimientos, y les afirma que tomarán el Cuartel Ignacio Agramonte de Camagüey, donde estaba el traidor sin disparar un solo tiro.
El grupo dirigido por Camilo llega al Cuartel sobre las siete y 20 de la mañana de ese día y encuentra la entrada protegida por una cadena y varias ametralladoras calibre 30 y de inmediato ordena a sus compañeros: ¡Tumben la cadena y desarmen a los guardias!, mientras Cristino Naranjo y otros combatientes se encargan de tomar todas las postas del Regimiento.
Dentro del Cuartel y sólo con cuatro compañeros más, Camilo sube hasta la habitación de Hubert Matos. Allí le encuentra junto a su esposa y le comunica: "Hubert, yo como Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, asumo el mando de Camagüey y te detengo por alta traición. ¡Tienes que acompañarnos!".
Ese mismo día, Camilo reunió a las tropas de Hubert Matos en la plaza del propio cuartel del Regimiento Ignacio Agramonte en Camagüey, junto a una espontánea concentración de pueblo convocados por el Movimiento 26 de Julio y la naciente Asociación de Jóvenes Rebeldes, a los cuales les habló desde una improvisada tribuna y entre los cuales estaba el autor de esta nota cuando era un joven rebelde de 13 años junto a miles de camagüeyanos que acudieron en respaldo al joven y aguerrido comandante de larga barba y sombrero alón.
Allí expresó Camilo: «Hoy, un dolor profundo, un dolor amargo, nos hizo llegar aquí con una seriedad poco acostumbrada en nosotros.  Hace muchos días, hace meses, sabíamos que había un compañero que no era fiel a la Revolución. Es triste ver cómo hombres que se enfrentaron abierta y valientemente a la muerte, en numerosos casos, ahora, en este momento histórico de la Patria, que estamos todos llamados a estar más unidos de lo que estábamos en la Sierra Maestra, haya hombres que flaquean, hombres débiles, cobardes, hombres ambiciosos que, olvidando los destinos de la Paria, olvidando los sagrados deberes con la Patria, se entreguen en brazos de las malas causas”.
El 28 de octubre de 1989 Fidel recordaba los hechos: “La contraofensiva revolucionaria se empezó a hacer por teléfono con el compañero capitán Jorge Enrique Mendoza, que se encontraba en Camagüey, al que se le dio la instrucción de tomar una de las estaciones de radio y empezar la denuncia, con el apoyo de un batallón rebelde que estaba en las afueras de la ciudad. Así lo hicieron. Queríamos ver la reacción de los conspiradores, si se lanzaban a recuperar o no la estación. Realmente empezaron a desmoralizarse”.
“Nuestra idea, explicó Fidel, era tomar el cuartel con las masas, para enseñarles de una vez por siempre a los traidores lo que es ponerse frente a los intereses del pueblo, costara lo que costara. (…) La acción de Camilo salvó muchas vidas, porque también pudo ocurrir cualquier otra cosa, y él se adelantó para evitar una situación y un peligro de esa naturaleza. Es una muestra de la confianza que tenía en sí mismo, de su heroísmo, de su arresto y de su capacidad de actuar de manera excepcional en circunstancias determinadas”.
El 26 de octubre, en La Habana, Camilo pronunció su último discurso público en el antiguo Palacio Presidencial ante un millón y medio personas, donde reafirmó que “para detener esta Revolución cubanísima, tiene que morir un pueblo entero”.
El 28 de octubre de 1959, en su tercer viaje en esos días a Camagüey luego de dejar instalado al nuevo cuadro de mando en esa provincia, a las 6:01 de la tarde Camilo parte del aeropuerto Ignacio Agramonte de regreso a La Habana, a bordo de un Cessna 310 C rojo y blanco, identificado como FAR-53.  Lo acompañan su escolta, el sargento Félix Rodríguez, y el piloto, primer teniente Luciano Fariñas. Pero el avión nunca llegó, privando a la naciente Revolución de uno de sus más extraordinarios dirigentes políticos y militares.
La noticia conmocionó a la nación. El Comandante Ernesto Che Guevara de inmediato abordó un avión C-46 para buscarlo. El Comandante Juan Almeida Bosque dirigió el operativo de búsqueda por las Fuerzas Armadas Revolucionarias por todo el norte de la Isla , y todas las embarcaciones lo buscaron en el mar junto a un total de 70 aviones de distinto tamaño.
Fidel dirigió personalmente la búsqueda por 15 días. Se revisaron en total cien mil millas, toda la franja costera, cayos, y nada de Camilo. Finalmente, el 12 de noviembre Fidel compareció ante las cámaras de televisión y dio oficialmente la noticia. Dos días después el Consejo de Ministros anunció siete días de luto por su muerte, y desde entonces, cada 28 de octubre el pueblo arroja flores al mar reafirmando su compromiso con las ideas de Camilo.
“Camilo seguirá viviendo en otros hombres como él, seguirá viviendo en los hombres que se inspiren en él. Porque lo único que nosotros podemos pedirle a nuestro pueblo es que, cada vez que la Patria se encuentre en una situación difícil, en un momento de peligro, se acuerden de Camilo, y cada vez que nuestros compatriotas vean que el camino es largo y difícil se acuerden de Camilo, de lo que hizo, de cómo nunca perdió la fe en los instantes más difíciles y cómo supo hacer grandes proezas", enfatizó entonces Fidel.

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