
Vocero precursor de la identidad nacional, el sociólogo, periodista, abogado, historiador y economista José Antonio Saco y López Cisneros se destacó el pasado siglo XIX por su postura antiesclavista y contra la anexión de Cuba a los Estados Unidos, corriente que crecía en la Isla por aquella fecha.
Tuvo gran influencia en el desarrollo de la educación y la cultura cubana, y a él se debió el que, por primera vez, se adjudicara el calificativo de "cubana" a una institución en Cuba, al proponer que se llamara Sección de Literatura Cubana a la que fundó en la Sociedad Económica de Amigos del País.
El 26 de septiembre de 1879 murió en Barcelona, España, hace 145 años, el hombre que por voluntad testamentaria quiso que sus restos descansaran en Cuba, donde fueron recibidos el 17 de agosto de 1880 y homenajeados en la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.
Tres días más tarde se verificó el sepelio en el Cementerio de Colón, bajo una severa represión de las autoridades coloniales en la despedida de quien había solicitado que en su tumba apareciese: “Aquí yace José Antonio Saco, que no fue anexionista, porque fue más cubano que todos los anexionistas”.
Sus limitaciones conceptuales en la época que vivió no disminuyen su profundo amor patriótico hacia Cuba. Es bueno aclarar que, aunque mantuvo una vertical actitud contra el anexionismo, nunca fue un revolucionario radical. Era un antiesclavista convencido, pero rechazó siempre los principios humanitarios del abolicionismo, pues consideraba que los negros –tanto esclavos como libertos- eran enemigos de la nacionalidad cubana, que él circunscribía a los criollos blancos. En su opinión, la anexión a Estados Unidos supondría la absorción de los cubanos en el tronco cultural anglo-americano, y la independencia desembocaría inevitablemente en una guerra de razas donde estimaba la minoría blanca llevaría las de perder. Por ello, abogaba por una Cuba dentro de la Monarquía Española, pero con un alto grado de autonomía 'a lo canadiense'.
Su visión le permitió adelantarse a su época y destacar la importancia de la interrelación entre educación y economía, así como en el desarrollo del país. Propuso nuevas cátedras para desarrollar la agricultura, las artes y los oficios, el comercio y conocer otros idiomas. Expuso: "Mi objeto es iniciar en los rudimentos de algunas ciencias a una porción considerable de la juventud ...".
Saco combatió sin tregua contra el régimen colonial imperante, batallando siempre con el mismo tenaz empeño, tanto por las libertades públicas como por la difusión de la enseñanza gratuita y en la misión de llevar adelante el proceso de la nacionalidad cubana.
Nació en Bayamo el 7 de mayo de 1797. Realizó sus estudios iniciales en esa ciudad, e ingresó con posterioridad en el Colegio Seminario San Basilio de Santiago de Cuba, en 1814, donde cursó estudios de Filosofía y Derecho.
Dos años más tarde se trasladó a la capital e inició estudios de Filosofía en el Seminario de San Carlos de La Habana con el padre Félix Varela, los cuales concluyó en 1819 con el título de Bachiller en Derecho Civil. Ese mismo año matriculó en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana, donde obtuvo el grado de Bachiller en Filosofía, en 1822.
Comenzó a ejercer antes de graduarse como profesor de dicha especialidad y de Ciencias Naturales en el Seminario de San Carlos, cuando Varela lo propuso en sustitución suya al resultar electo diputado a Cortes, en 1821.
Fue uno de los fundadores de la Academia Cubana de Literatura, por cuya defensa de su nombre fue deportado según órdenes del capitán general Miguel Tacón, en 1834, trasladándose en un primer momento a Gran Bretaña, con posterioridad a Francia, y finalmente a España.
En mayo de 1836 fue electo Diputado a Cortes por el Departamento Oriental de Cuba; dos meses más tarde resultó reelecto, y en octubre del propio año fue elegido por tercera vez, aunque por diferentes motivos nunca pudo asumir el cargo. Así, la decisión de los políticos españoles de evitar la corriente liberal en Cuba motivó la proscripción indefinida de Saco y su emigración hacia otros países de Europa.
Entre 1837 y 1845 vivió en Alemania, Italia, Austria y Francia. Durante toda esta etapa, dedicó especial atención al problema étnico en Cuba, especialmente en lo concerniente al tráfico negrero y a su propuesta del incremento de la población blanca, motivado por el temor a la repetición de los acontecimientos de Haití. Los años comprendidos desde 1848 hasta 1854, se caracterizarían en la obra de Saco por una tenaz campaña contra las ideas y conspiraciones para anexar Cuba a Estados Unidos, lo cual motivó el reinicio de su labor en pro del reformismo liberal, como se evidenció en sus trabajos: La situación política de Cuba y su remedio (1851) y Cuestión de Cuba (1852).
Subrayaba en sus escritos que, en caso de una anexión, Estados Unidos “aspirará a la dirección política de los negocios de Cuba; y la conseguirá, no sólo por su fuerza numérica, sino porque se considerará como nuestra protectora o tutora y mucho más adelantada que nosotros en materias de gobierno. Los cubanos serán excluidos de todos o casi todos los empleos: y doloroso espectáculo es por cierto que los hijos, que los amos verdaderos del país, se encuentren en él postergados por una raza advenediza. Yo he visto esto en otras partes y sé que en mi Patria también lo vería”.
Viajó Saco a Cuba a finales de 1860, al amparo de la amnistía incondicional otorgada por el gobierno de la Metrópoli seis años antes, pero su estancia se prolongó sólo por varios meses, al cabo de los cuales viajó a Montmorency, pueblo suburbano de París en julio de 1861, donde residió cinco años. Finalmente se establecería en Barcelona desde 1877, donde falleció y fue sepultado el 26 de septiembre de 1879.
En sus 82 años de existencia, este abogado bayamés libró infinidad de batallas. Fue abolicionista cuando en Cuba casi nadie lo era, y serlo se consideraba un pecado. Pregonó su intransigente antianexionismo en contra de gran parte de los poderosos terratenientes en el país, quienes abogaban por la anexión a Estados Unidos. Recibió en su vida varios premios por la Sociedad Económica de Amigos del País, numerosos homenajes en el extranjero, y escribió valiosas obras que han pasado a formar parte de la historiografía cubana y de la defensa de su nacionalidad.