La Batalla de Ayacucho y el fin del dominio español en América del Sur

Libertador Simón Bolívar

La Batalla de Ayacucho, librada entre las tropas del Libertador Simón Bolívar al mando del venezolano Mariscal Antonio José de Sucre y las fuerzas realistas, dio la independencia a Perú y Bolivia y decidió la independencia definitiva del colonialismo español en América del Sur hace 198 años.
Esta histórica batalla en la Pampa de Quinua de Ayacucho, Perú, librada el 9 de diciembre de 1824, fue decisiva para el final del dominio administrativo virreinal español en la región dos años después, y el último gran enfrentamiento dentro de las campañas terrestres de las guerras de independencia hispanoamericanas de 1809 a 1826.
El Campo de Batalla de Ayacucho fue inscrito como Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1972, fundamentada en el gran esfuerzo y determinación, ideales independentistas y de libertad del Ejército Unido Libertador del Perú, conformado por fuerzas militares combinadas de la Gran Colombia (actuales Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá) y Perú, con la participación de un escuadrón del Regimiento de Granaderos a Caballo del Río de la Plata (Argentina) y de soldados chilenos incorporados en diversos batallones.
Este ejército de patriotas logró de forma conjunta la victoria militar en el campo de batalla y la consecuente capitulación del ejército español, asegurando así la desmovilización y retiro del ejército realista del Perú, último gran bastión militar de la monarquía española en América del Sur y fortaleció el futuro de los nuevos Estados independientes.
La victoria de los patriotas supuso la desaparición del contingente militar realista más importante en la región, y selló su independencia con una capitulación militar que puso fin al Virreinato del Perú.
No obstante, España no renunció formalmente a la soberanía de sus posesiones continentales americanas hasta 1836, y el tratado de paz, amistad y reconocimiento de la República del Perú fue firmado hasta el 14 de agosto de 1879 en París.
El 1 de enero de 1824 Bolívar cayó gravemente enfermo en la localidad peruana de Pativilca, y ya repuesto, derrotó junto a Sucre al ejército español en la batalla de Junín el 6 de agosto de 1824, preludio de la Batalla de Ayacucho en diciembre de ese año la cual le encomendó comandarla a Sucre, bautizado desde entonces como El Gran Mariscal de Ayacucho.
Existe un debate en torno a las cifras de combatientes, ya que la cifra de realistas del parte de batalla de Sucre se tomó en realidad del listado militar español capturado con el número de hombres al salir del Cuzco. Pero hay que tener presente que unos y otros comenzaron la campaña con un estado inicial de fuerza de ejércitos de 8500 independientes contra 9310 realistas, que disminuyeron su número en las semanas siguientes de campaña, hasta el mismo día de la batalla donde se estima participaron unos 5 780 independentistas contra 6 906 leales a España.
Luego del triunfo de Ayacucho, y siguiendo precisas instrucciones de Bolívar, Sucre entró en territorio del Alto Perú el 25 de febrero de 1825. Su campaña militar sirvió para dar visos de legalidad a un proceso de independencia que los mismos patriotas ya habían puesto en marcha con la guerra de guerrillas del Alto Perú. Sucre además mantuvo el orden civil en el país y restableció la administración del gobierno en La Paz.
Simón Bolívar, con la aprobación del congreso peruano el 23 de febrero de 1825 y del congreso argentino el 9 de mayo de 1825, ratificó la decisión de Antonio José de Sucre de convocar un congreso soberano del Alto Perú que manifestó en su declaración de independencia su deseo de no unirse al Perú o a las Provincias Unidas de Río de la Plata.
Mediante un decreto la Asamblea determinó que el nuevo estado nacido en el Alto Perú llevaría el nombre de «República Bolívar», en homenaje al Libertador, designado «Padre de la República», devenido luego en la República de Bolivia.
Bolívar redactó y publicó en 1825 un resumen sucinto de la vida del general Sucre, único trabajo en su género realizado por él, donde no escatimó elogios ante la hazaña culminante de su fiel lugarteniente: "La batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana, y la obra del general Sucre (ascendido luego a Mariscal por él). La disposición de ella ha sido perfecta, y su ejecución divina. Las generaciones venideras esperan la victoria de Ayacucho para bendecirla y contemplarla sentada en el trono de la libertad, dictando a los americanos el ejercicio de sus derechos, y el imperio sagrado de la naturaleza".

 

 

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Comentarios

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Ismael Callata (no verificado)

Simón Bolívar masón de la Historia, su aporte es indiscutible e insuperable, buen político, buen militar, buen estratega. 

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